La Casa de la Noche
El sol apenas lograba levantarse en medio de la bruma densa que se cernía sobre los caminos empedrados y los vastos jardines alrededor de la mansión. Seis sorian, Evan y Lara, se acercaron al edificio con pasos suaves y calculados, buscando la ventana de las habitaciones del ala este que Garth debía haber abierto para ellos.
Brago y Maureen no participaban en la misión. Siguiendo estrictas órdenes de Lara se habían quedado para no descuidar, bajo ningún concepto, la protección de Moyra; el campamento estaba demasiado cerca del territorio craig y no se sabía con qué peligrosa sorpresa pudiera salirles Ius.
Armada con sus juguetes preferidos Rianna abría el paso, con los extremos de los látigos debidamente atados para no provocar ningún ruido inoportuno que pudiera delatarlos. Tras ella, Evan, con Lionel y Sam a sus costados haciéndole de escudos vivientes, se movía intentando controlar el pánico natural que le provocaba el recuerdo de la mansión.
Lara los seguía, armada con un par de pistolas de tranquilizantes que Dominic le había preparado para la ocasión. Aunque confiaba en sus muchas habilidades no quería que estuviera desprotegida, o al menos, que llegado el momento no pudiera defenderse a distancia. Boogs guardaba uno de sus flancos y Lía el otro. El Comandante cerraba la compacta formación. Ocupado más que nadie de cualquier cambio en el movimiento de las patrullas de guardia.
No se había equivocado: la mansión permanecía en un silencio sobrecogedor, con los primeros atisbos de la mañana los craig se habían retirado a descansar, creyendo pasado el peligro de algún atacante nocturno. Era el momento propicio para moverse sin ser detectados dentro de la casona aunque la tarea no resultaba sencilla: Evan era demasiado ruidoso.
Las paredes del ala este seguían siendo tan lisas y pulimentadas como Dominic recordaba. No había un solo saliente que les permitiera escalar el muro exterior y la ventana abierta se vislumbraba ya a más de cinco metros de altura. Rianna saltó sin demasiados miramientos, segura de que sería un amigo quien la esperaría en el interior, y su señal fue sencilla y efectiva para los demás: Garth estaba dentro.
Boogs se encargó de subir al Tercer Descendiente y en menos de un minuto la Casa de la Noche los recibió con el mismo sigilo que esperaban de ella.
_ ¿Todo de acuerdo al plan? _ preguntó Garth una vez que la escolta completa estuvo dentro.
_ Todo. _ respondió Dominic _ Hemos seguido las indicaciones que nos diste y logramos evitar las trampas, pero cuando nos vayamos debes recolocarlas en su sitio, si las patrullas descubren que hay una brecha en la defensa Craig sabrá que lo han traicionado.
_ Pierda cuidado, Comandante, yo me encargo de eso. Ahora démonos prisa, no es prudente que estén aquí más del tiempo indispensable.
La diminuta escolta se puso en movimiento con pasos casi sincronizados y Lara rio para sus adentros. A cualquier otro le hubiera resultado difícil comprender la innecesaria comunicación verbal que mediaba entre los sorian cuando se metían de aquella forma en su papel de cazadores, pero a ella no. Los había visto actuar juntos, desplazarse, pensar como una sola unidad, y sabía muy bien que ese era precisamente el alfa y el omega de su letalidad. Cada uno de ellos, por separado, era un enemigo poderosísimo, pero cuando se imbricaban en compacta formación, sólo fuerzas tan ancestrales y sabias como las de Moyra podían hacer algo contra ellos.
El primer corredor que atravesaron parecía un desolado cementerio. Habían entrado por la parte menos vigilada, el ala más alejada de las dependencias en las que residía Ius. Lo positivo era que la entrada y la salida eran más seguras por aquel sitio; lo negativo era que debían atravesar toda la mansión para llegar a la alcoba donde se guardaban los libros de la Memoria Histórica, al otro extremo del edificio. Ni Lara ni Evan recordaban aquella parte de la casona, pero el olor a oscuridad, a noche, era indiscutible hasta en el último de los muebles.
_ Olor a luna. _ sentenció la muchacha, hablando en un tono apenas audible que solo Boogs, a quien tenía más cerca, pudo escuchar.
_ ¿Disculpe? _ inquirió el hombretón sin lograr comprender del todo lo que Lara quería decir.
_ Olor a luna, es lo que tiene esta casa de extraño. Olor a noche de poca luna, como si nunca se hiciera de día.
Boogs sonrió un poco.
_ Aquí nunca se hace de día, señora. La luz no es bien acogida por las criaturas de las Razas. Nos enorgullecemos de nuestra oscuridad y en la Casa de la Noche, más que en ningún otro lugar, la luz no es bienvenida.
Lara aceptó la explicación con un gesto imperceptible y continuó andando con pisadas felinas. El sueño era su mejor aliado en aquel momento y no convenía despertar a los cientos de criaturas que estarían en pleno descanso.
El segundo corredor que debían salvar era el que atravesaba de una punta a la otra la edificación. Sin duda tarea peligrosa era que el pequeño destacamento lo recorriera sin más protección o forma de ocultarse que unos cortinajes de oscuro raso que ni siquiera se extendían hasta el suelo. Bastaría con que se abriera una sola puerta de las más de treinta habitaciones para que todo estuviera perdido.
Pero cuando el Comandante se acercó al extremo este del pasillo se encontró con una sorpresa preocupante: otro de los miembros que restaban de su antigua escolta lo estaba esperando. Driak inclinó la cabeza en un leve saludo mientras Garth daba su aprobación.
_ Nosotros iremos primero. _ sugirió _ Las alcobas están calladas, pero nunca está de más prevenir. Si alguien nota el movimiento y sale, bastará con que vea a uno de nosotros para despreocuparse. No olvide que todavía somos leales a Craig.
Y Dominic no dejó de notar el agudo sarcasmo en aquel último murmullo.
Los dos sorian se movieron con actitud despreocupada por el centro de la galería, en tanto el grupo de cazadores que había venido con el Comandante se desplazaba como una sombra fantasmal a escasos centímetros de las paredes.
Ni un susurro salió de ninguno de los labios mientras el espacio entre el riesgo del corredor y la oscuridad del ala oeste se acortaba. Al otro lado se hallaba una amenaza mayor: un redoblado número de craig que patrullaban sin descanso frente a las habitaciones del regente.
Con un ademán leve y sigiloso Kathrina abrió la puerta del último cuarto, el más cercano a la pared oeste, y los hizo pasar. Algo en la alcoba le recordó a Lara la habitación azul en la que había permanecido por casi dos días; pero no era la misma, sólo que aquella aureola de muerte, a la que no lograba acostumbrarse a pesar de todo, parecía dominar en la mansión entera.
_ Comandante. _ la voz de Garth fue urgente esta vez _ Ya es tiempo. No hay forma de eliminar a las patrullas de las dependencias de Ius, de modo que haremos que Ius se vaya a otra parte con ellas. En unos minutos daré la alarma de que se ha burlado la seguridad en la zona Norte y Siena deberá informarlo a Craig al instante. El regente no se quedará tranquilo esperando a que vengan por su cabeza, así que ordenará a sus escoltas que lo saquen de la mansión. Esa será su oportunidad para acceder al cuarto de los libros, pero desde ese momento estarán solos. Nosotros deberemos acudir al supuesto enfrentamiento o de lo contrario levantaríamos sospechas. Comandante, ya sabe cómo salir, intente no demorar demasiado.
Dominic agradeció con un gesto la invaluable ayuda de los cazadores y acto seguido se quedaron solos. En breves momentos cometerían el acto más alocado de sus vidas, si era que no lo estaban cometiendo ya, y no podía evitar que lo asaltaran las dudas sobre si aquella empresa de verdad valía arriesgar la vida de sus amigos y sobre todo, la de Lara.
Pero por menos que le gustara, la respuesta a esas dudas había sido evidente en más de una ocasión. Garth había intentado en vano dar con el volumen, pero todos los esfuerzos por encontrarlo habían sido infructuosos; y los últimos acontecimientos habían dado la razón a las advertencias de Evan, que consideraba necesario para la supervivencia de las Razas recuperar el libro.
Dominic jamás había logrado confiar en el Tercer Descendiente, un poco por lo que le había hecho a Lara y otro poco porque su relación con ella era menos tensa cada día, pero la pequeña Evelett también lo aseguraba. Nadie cercano a la niña, incluida Moyra, sabía de qué manera Evelett había logrado asimilar con tanta facilidad el antiguo lenguaje, y si Moyra lo sabía, se había cuidado muy bien de revelarlo.
Lo cierto era que la hermana de Lara había corroborado las palabras de Evan, cuando la interpretación de uno de los últimos manuscritos en posesión de la regente les reveló que el Libro de las Profecías era vital para el resurgimiento de las Razas, especialmente cuando los últimos movimientos de Craig parecían tornarse cada vez más peligrosos. Desde entonces lo único que se había discutido al respecto era la forma de robárselo a Ius; y ahora estaban allí, llevando a cabo una misión que habría podido considerarse suicida sin la ayuda de Garth y de Driak.
_ Estarán bien. _ lo que menos deseaba Lara era entablar una conversación con Dominic en aquel momento, pero su ceño preocupado la ponía más ansiosa. Lo necesitaba concentrado para que todo saliera según lo planeado, y no pensando en las musarañas como estaba ahora. _ Los entrenaste con acierto. Son inteligentes y sagaces, no temas por ellos, estarán bien.
_ Gracias, señora. _ fue la franca aunque austera respuesta del Comandante. Había aprendido a fuerza de equivocaciones y desplantes a guardar las distancias entre la Madre y él.
_ No tienes nada que agradecer, solo digo la verdad… ¡Y ahora enfócate! No quiero tener que explicarle a Moyra que te mataron por estar en las nubes.
El cazador no respondió. Un ruido sordo de pasos parecía aglomerarse a su izquierda y todos comprendieron que ya Garth debía haber dado la alarma de una violación de la seguridad.
Casi al instante las puertas de numerosas habitaciones comenzaron a abrirse y a cerrarse con brusquedad, mientras los craig o los invitados del regente que dormitaban dentro se levantaban exaltados por la alerta de ataque. En pocos minutos, en el cruce de corredores cercano al cuarto donde Lara y su escolta se ocultaban, resonó una voz conocida que provocó en la muchacha la deliberada extensión de sus caninos.
_ ¿Qué demonios está pasando? _ gritó Ius con la fiereza del oso al que han agredido en plena hibernación, sacándolo de su estado de natural pasividad hasta convertirlo en un animal iracundo.
_ Señor, _ aún entre las murmuraciones y los ruidos el acento de Max era inconfundible _ al parecer alguien intentó o está intentando entrar en la propiedad. Varios sensores de la zona Norte se han disparado a velocidades inusuales uno tras otro, no puede ser sino una criatura o varias criaturas de la noche quienes los han activado.
Ius paseó de un lado a otro con inquietud.
_ ¿Qué acciones has tomado al respecto?
Maxwell pareció vacilar por unos segundos hasta que se decidió a contestar, aún dudoso de que su respuesta fuera la que Craig deseaba.
_ He venido a informarle, señor.
_ ¿A informarme? ¿Sólo a informarme? ¿Y todavía no has hecho nada para aprehender a los intrusos?
Los cincuenta craig que rodeaban al regente, incluyendo a su Primera Oficial, parecieron regodearse en la reprimenda que Ius le dispensaba al nuevo jefe de las Fuerzas de Exterminio por su incapacidad.
_ ¡Moviliza a los escuadrones armados de craig! Llévate seis al norte y deja dos en el resto de los alrededores. Envía a tus mejores rastreadores a seguir la pista desde los sensores que se activaron, quiero saber si se fueron o si han logrado entrar y todavía están aquí. ¡Diablos, que todo tengo que pensarlo yo! _ y en su fuero interno extrañó la inenarrable destreza de Dominic para las emergencias como aquella.
_ Como ordene. _ fue la contestación, sonora y determinada, de Maxwell.
_ Señor ¿dispongo todo para su traslado?
Ius casi se sobresaltó por la pregunta de Siena. Estaba seguro de que lo mejor y más sensato era salir de allí, pero la situación había sido demasiado sorpresiva, incluso para él que había estado esperando un ataque. ¿Por fin se había decidido la Madre a reclamar su vida?
_ ¿Qué estás esperando? ¡Vete! _ la agresividad de su voz hizo temblar a la conmocionada audiencia y fue como un latigazo en el rostro de Maxwell, que aún se mantenía inmóvil en su lugar, al parecer sin saber cómo retirarse.
Apenas el sorian y dos o tres de sus subordinados que lo acompañaban se retiraron para cumplir las órdenes, Ius pareció caer en cuenta de su propia necesidad de inminente protección.
_ No hay nada que preparar, Siena. _ declaró _ Nos podemos marchar ahora mismo.
Y en contados segundos el corredor quedó vacío.
La puerta no produjo un solo sonido mientras Dominic la abría con experimentada cautela. La conversación de Craig con sus soldados en plena galería había sido completamente inesperada e inoportuna puesto que les había robado un tiempo precioso. Sus amigos debían estar afuera, intentando camuflar aquella entrada mientras ellos apenas conseguían salir de su escondrijo.
_ Rápido, no hay mucho tiempo. _ advirtió Rianna y el destacamento se deslizó presuroso en el interior de una de las alcobas principales.
Lara la reconoció al instante: el cuarto azul. Allí había tomado la decisión más crucial de su vida y había errado. Todo se mantenía exactamente igual que hacía un año, la cama con doseles, el cobertor índigo, y sobre la mesa de caoba una caterva de enormes y añejos libros. Se decidió por un grupo de volúmenes mientras Evan se daba a la tarea de revisar otro, aunque su lentitud para leer los títulos le confirmó a Dominic la suerte que tenían por la presencia de Lara.
Mientras tanto Boogs se había apostado junto a la puerta de entrada y tenía sus muchos sentidos puestos hasta en el más mínimo ruido que hiciera el aleteo de un insecto al otro lado de la madera. Lía intentó observar con cuidado a través de los coloreados cristales de la única ventana. El movimiento fuera de la casa se hacía cada vez más atropellado, como si las órdenes que las patrullas recibían fueran contradictorias y a cada momento estuvieran chocando. Era seguro que Garth tenía mucho que ver en eso.
Lara pasaba de un volumen a otro con agilidad, mientras Evan parecía tener que tomarse un tiempo para asegurarse de no cometer un error; sin embargo, fue él quien dio con el libro que habían ido a buscar.
_ ¡Este! ¡Creo que es este! _ se atrevió a susurrar por primera vez desde que habían entrado en la casa _ Volumen XVII. Décima Memoria de las criaturas de la Noche. De las Profecías sobre el nuevo orden.
_ ¿Estás seguro? ¡Evan, mira que sería un estorbo cargar con los diecisiete libros en el escape, y no podemos intentar esta hazaña todas las semanas! _ le advirtió Sam _ ¿Estás seguro de que ese es el libro?
_ Dámelo, por favor. _ dijo Lara con tanta vehemencia que su petición casi parecía una orden.
Evan obedeció al punto y la muchacha recibió el libro, hojeándolo con rapidez, buscando cualquier indicio que le confirmara la autenticidad del volumen. En las últimas páginas su mirada se detuvo con fascinación y sus labios se movieron lentamente mientras comenzaba a leer en voz muy baja.
_ “Octogésima segunda profecía”
”…Y de tal suerte ha de surgir, nacida
bajo la insignia de una antigua casa,
-con la fe de la noche redimida-
una prístina hija de las Razas.
Su voz levantará sobre las sombras
la historia de volúmenes añejos,
y cargará en la letra que la nombra
el alba y el ocaso del Concejo.
Su mirada, cual cielo tormentoso
será hecha de dolor y de mentiras.
Su despertar: violento y azaroso.
Su espíritu: cual llamas de una pira;
no dejándole al alma más reposo
ni placer más profundo que la ira…”
La respiración de Lara pareció detenerse. Había esperado a lo largo de un año, quizás inconscientemente, que alguna fuerza especial negara el hecho de que ella era importante para las Razas; pero allí estaba otra prueba de su responsabilidad para atarla al mundo de la noche._ Señora… _ la apuró el Comandante sacándola de su letargo._ Es este. _ murmuró ella pasando el volumen de nuevo a Evan, que lo guardó con celo en la minúscula mochila que llevaba a la espalda _ Estoy segura.Lía sonrió con feliz agitación aunque a juicio de Dominic aún no había mucho que celebrar. La primera parte de la misión había concluido con éxito, el libro estaba en su poder; ahora quedaba por vencer una fase no menos peligrosa: salir con vida de la mansión.Boogs hizo una pequeña señal para avisar que el corred
SEGUNDO CAOS. EL DESTIERROVilla de las MercedesOnce meses antes.Dominic frunció el ceño y arrugó la nariz en un gesto de incredulidad mientras olfateaba el aire. Desde hacía varios kilómetros un hedor particular y desagradable podía percibirse, pero nadie había prestado demasiada atención. Hubiera sido absurdo asociar la fuente de aquel aroma justo con el lugar al que se dirigían; Sn embargo allí estaba, cerca y más agresivo, avisando que cada buen pensamiento que pudieran haber albergado hasta entonces estaba pronto a desaparecer.Frente a sus ojos, a no más de tres kilómetros de distancia, se levantaba una columna de humo negro y denso, la clase de humo que queda como recuerdo después de varias horas, cuando el incendio ha arrasado ya con cualquier partícula capaz de quemarse.La casa habí
Algún lugar al norte de Marsella.La tarde se prometía despejada y fresca, más que de costumbre en los últimos días, y Siena eligió un sedán amplio con vidrios polarizados y cómodos asientos para el viaje que iban a realizar. El auto era rápido y la mujer lo manejaba con destreza inigualable. Saliendo directamente de las cocheras de la mansión, era muy difícil que alguien descubriera quién iba dentro, pero si aun así lo hubieran intuido siempre quedaría la duda de que fuera el regente quien salía sin escolta y con tan pocas precauciones.La Primera Oficial lo había preferido de esa forma y el jerarca confiaba en su juicio. Además, el sitio que planeaban visitar no debía ser del dominio de ningún miembro del resto de las Razas, ni siquiera de sus propios destacamentos de craig. Cuanto más en sile
Algún lugar de la Región de Limousin.Francia.Evan sonrió mientras miraba comer a Evelett. El vaso de setecientos cincuenta mililitros lleno de helado entre sus manos no parecía ser suficiente para satisfacerle el apetito, y por el ritmo cada vez más veloz de la cuchara, el joven temió que la pequeña se fuera a resfriar.La cafetería no era precisamente muy cálida, defecto natural de todas las cafeterías de mala muerte que se añejaban al borde de la autopista, y cuya única subsistencia se debía a los pocos cafés que los choferes, cansados y somnolientos, pedían para combatir el sueño de la madrugada. Y si a eso le sumaba el hecho de que el invierno parecía recrudecerse por las noches, entonces Evelett corría peligro de tener gripe muy pronto._ Tu hermana me matará si se entera
Algún lugar al norte de Marsella La llegada de la noche arrastraba una frialdad que no se solidificaba en nieve ni en lluvia, que no llegaba a ser dañina para una criatura de la noche, pero que hubiera sido letal para un humano que se quedara a la intemperie. La vivienda no tenía en modo alguno las condiciones para enfrentar un invierno tan crudo como aquel, en especial porque las paredes eran demasiado delgadas y la estufa no funcionaba desde hacía años. De cualquier manera no importaba, todos los que habitaban la desarticulada casucha eran criaturas de la noche, o estaban muertos.Hacía horas que esperaban, silenciosos y expectantes, a que el predicamento en que se habían metido tuviera un desenlace acorde a sus expectativas. Mientras, el aire gélido no parecía ser suficiente para espantar al cuervo, que seguía cantándole a la oscuridad su desconte
Parque Natural Regional de Perigord-Limousin.Francia.Sobre los árboles de madera oscura y hojas desteñidas, el rugido de Khan sonó hosco y atronador, perseguido por el eco del bosque, más amenazante aún que el propio mandato._ ¡Detente! _ pero la chica no lo escuchaba _ ¡Lara, no voy a repetirlo, detente!Sobre el colchón en el que se mezclaban las hojas caídas Lara corría como si le fuera la vida en ello, poseída de una ansiedad que ni ella ni los tigres lograban contener. Los animales se desplazaban con una marcha ligera y cautelosa paralelos a su trayectoria, aunque no se podía decir que la muchacha siguiera una trayectoria predeterminada. Avanzaba al parecer sin rumbo, confundida y ofuscada por una frustración que a cada momento se acercaba más a la ira que a la tristeza.Más de una semana.
Dos horas y ciento ochenta kilómetros más tarde, el auto se detuvo frente a una posada silenciosa y casi vacía. Los tigres los siguieron bordeando el camino, resguardándose en la oscuridad de la fronda hasta que llegara otra vez el momento de cazar.La cena fue de todo menos tranquila. La alegría de Evelett por volver a ver a su hermana sobrepasaba los límites de la buena educación, amenazando con sacar de quicio al resto de los aburridos comensales._ ¿Y sabes qué más hemos hecho? _ le dijo a Lara después de narrarle atropelladamente las peripecias de los últimos siete días _ ¡Hemos leído un libro nuevo! Se llama “El Señor de los Anillos”, y es laaaaaargo. Le he leído yo un poco a Evan y él me ha leído un poco a mí. ¡Y ya casi lo hemos terminado!_ ¿En serio? _ inquirió su hermana divertida _
París Paris se escuchaba bullicioso y alegre. Las personas acudían a las calles por docenas y a los mercados por cientos, enrolados en la agitada vida de toda gran urbe. La ciudad era un hervidero de turistas, cámaras fotográficas, y largas filas para entrar a los museos y cafés. Tal vez por eso Sean había decidido que era el mejor lugar para que el Concejo se reuniera en secreto y a la vista de todos. Nadie imaginaría que ocho transeúntes que paseaban distraídamente por el borde del Sena a pleno día, en un tranquilo distrito en las afueras de Paris, eran nada menos que los miembros más distinguidos de las Razas de la Noche y sus oficiales más devotos.El diminuto grupo llevaba ropas modernas y juveniles, incluso los más ancianos vestían con holgura y colorido, una imagen por cierto muy lejana de la que Lara había visto en el sa