La respiración de Lara pareció detenerse. Había esperado a lo largo de un año, quizás inconscientemente, que alguna fuerza especial negara el hecho de que ella era importante para las Razas; pero allí estaba otra prueba de su responsabilidad para atarla al mundo de la noche.
_ Señora… _ la apuró el Comandante sacándola de su letargo.
_ Es este. _ murmuró ella pasando el volumen de nuevo a Evan, que lo guardó con celo en la minúscula mochila que llevaba a la espalda _ Estoy segura.
Lía sonrió con feliz agitación aunque a juicio de Dominic aún no había mucho que celebrar. La primera parte de la misión había concluido con éxito, el libro estaba en su poder; ahora quedaba por vencer una fase no menos peligrosa: salir con vida de la mansión.
Boogs hizo una pequeña señal para avisar que el corredor seguía despejado. La movilización de craig que se había provocado debía comprarles tiempo suficiente para atravesar de nuevo la casa y escabullirse por la misma ventana por la que habían entrado. Garth debía encargarse de que la zona este de la propiedad estuviera libre para que ellos pasaran; y la tarea no debía ser complicada una vez que Siena hubiera abandonado la mansión con Craig, en su afán de mantenerlo a salvo y lo más lejos posible de cualquier enfrentamiento armado. En ese momento preciso, el auto del regente debía llevarlo ya varios kilómetros rumbo al corazón de la ciudad.
Con la precaución más absoluta los cazadores salieron del cuarto azul y comenzaron a cruzar el extenso corredor del tercer piso, mientras debajo de ellos el disturbio llenaba el aire de pisadas apresuradas y furiosas órdenes. Varios oficiales craig serían castigados por aquella debilidad, y si no daban con el paradero de los posibles intrusos más de uno sería atormentado por Siena con toda la severidad de la que la mujer era capaz.
Dominic aguzó el oído, intentando prevenir cualquier situación que pudiera poner en riesgo su huida, pero la confusión de voces era tan aguda que apenas logró distinguir una palabra de otra.
_ No hagan ni un sonido. _ avisó en un susurro _ La revuelta allá abajo es demasiado grande como para que yo pueda escuchar algo concreto, pero no sería raro que algún guardia hubiera quedado en este piso.
Sus compañeros asintieron y siguieron caminando con estudiada delicadeza, mientras Lara aligeraba tanto su paso que comenzó a quedarse atrás, ensimismada en algún pensamiento que, dada la tensión de las circunstancias, nadie pareció notar. Dos pisos más abajo un acento peculiar, que no debía escucharse en aquel momento, le llamó poderosamente la atención.
_ Señor, estamos listos para irnos.
_ Todavía no. ¿Encontraron algo?
La respuesta debió ser apenas un movimiento de cabeza, porque la interpelada no pronunció palabra.
_ ¡Es incomprensible! Quien haya activado todos esos sensores tuvo que ser visto por alguien, sobre todo por la agilidad con que respondimos… ¡Claro que hubiera sido mucho más rápido si ese estúpido sorian no se hubiera ocupado de informarme en persona de la violación de seguridad!
Lara contuvo el aliento.
Ius era viejo, muy viejo, y a pesar de que solía ser impulsivo no tenía un solo pelo de tonto, a veces de cobarde, pero de tonto no. Aquel ataque parecía demasiado bien estructurado: los sensores disparados, el jefe de la seguridad informándolo, las fuerzas movilizadas, el regente sacado de la casa… y luego, un enemigo invisible al que más de cien soldados craig, en quince minutos de búsqueda, no conseguían localizar.
Si se pensaba con detenimiento, hasta para Lara que era una neófita en cuestiones de estrategia, aquella coreografía se estaba desarrollando demasiado bien. Ius conocía las habilidades de Dominic, debía saber que sólo él tenía la capacidad de poner cada elemento en su justo lugar en la organización de un asalto, y aquel apuntaba al Comandante desde todos los ángulos.
_ ¿Qué pasa señor? ¿Qué está pensando? _ se inquietó Siena.
_ Hay un pequeño detalle que no encaja, no existen enemigos invisibles, Siena, si no los han visto allá afuera es porque no los hay. Mucho menos si un destacamento de cazadores no ha logrado localizarlos.
_ Lo siento señor, pero no comprendo. ¿Está insinuando…?
_ Que solo pueden existir dos motivos para orquestar un ataque como este: para sacarme de la mansión y matarme afuera, lejos de la protección de mi ejército, o para sacarme de la mansión y que los stark pudieran entrar.
_ Pero… ¿cómo? ¿Por qué querrían entrar los stark? Además, no hay nadie en dos kilómetros a la redonda.
Se hizo un silencio sepulcral, un minuto durante el cual Ius pareció reflexionar y Lara congelarse a la espera de la confirmación de sus sospechas. Al regente no le interesaba el por qué estaban ahí, sino el dónde estaban.
_ ¿Y adentro, Siena? ¿Quién revisó el interior de la casa?
La falta de respuesta de la craig pareció ser el polvorín que detonó el espíritu de Ius.
_ ¿Quién revisó la casa, Siena? _ preguntó a gritos.
La mujer se paralizó por un segundo, interiorizando la posibilidad de que su señor estuviera en lo cierto, pero ya el regente daba las órdenes justas.
_ ¡Arriba todos! ¡Suban, de prisa! ¡Registren cada rincón! _ y cerca de cuarenta craig se movieron al unísono tras aquel mandato.
Dominic sintió apenas el murmullo de Lara cuando pareció despertar de su letargo. Estaba a más de quince metros de él.
_ Señora… ¿qué sucede?
Y los ojos de la muchacha, llenos de ansiedad y de certeza fue todo lo que necesitó para comprender que habían sido descubiertos.
_ ¡Corre! _ susurró Lara y Dominic se volvió para repetir la orden con determinación.
_ ¡Corran!
La ventana desde la que podían salir se hallaba ahora a más de cincuenta metros de distancia que restaban del corredor central, más otros veinte metros de una galería lateral que llevaba a la habitación del ala este. Sin hacer caso ya del ruido ni de la atención que pudieran llamar sobre ellos, el pequeño destacamento se abrió camino a la carrera hasta el final del pasillo, con Boogs a la cabeza cargando a Evan para que no se quedara atrás.
Los primeros enemigos los alcanzaron en la parte alta de las escaleras hacia el tercer piso. Lía casi se dio de bruces con los disparos de cuatro craig, pero Rianna ya venía preparada para luchar. Los látigos restallaron con fuerza mientras las cuatro pistolas saltaban por el aire hechas pedazos, sin embargo la sorian no dejó de correr, empujado a su pupila delante de ella.
Lionel y Dominic, que venían detrás, se hicieron cargo de los soldados letal y rápidamente, al tiempo que giraban para dirigirse al cuarto desde el que escaparían. Lara nunca había visto cortar la carne y el hueso con tanta limpieza, y si hubiera tenido tiempo para pensar se habría dicho que le faltaba mucho por conocer sobre los cazadores.
_ ¡Vamos!
El grito del Comandante era innecesario, Lara estaba solo dos pasos detrás de él; pero aquellos dos pasos fueron suficientes. Apenas tuvo tiempo de echarse atrás cuando una bala blanca se hizo pedazos en el marco de la puerta, separándola de Dominic, que ya había logrado entrar en la habitación.
Se amparó detrás de un armario al otro lado del corredor, dirigió la pistola con una precisión de la que no se habría creído capaz bajo semejante amenaza e hizo tres disparos, arrancando la misma cantidad de gritos de dolor de los soldados craig. Pero el número de enemigos que se acercaba era mayor a la cantidad de balas que contenía su arma; aún si las hubiera acertado todas no habría estado ni un paso más alejada del peligro. Los disparos seguían haciendo eco contra las paredes a su alrededor y no se atrevía a salir de su improvisado refugio.
_ ¡Señora!
La voz de Dominic le llegó nerviosa y abrumadora; Lara estaba a dos pasos de la puerta resguardada por aquel mueble que no sobreviviría en una pieza a la próxima ráfaga de proyectiles. Mientras, Rianna, Lía, Boogs y Evan ya se habían lanzado a tierra. A un kilómetro, Sam divisó las solitarias figuras de Garth y Driak que los esperaban para sacarlos.
_ ¡Comandante! _ llamó.
_ ¡Váyanse! ¡Ahora, váyanse! ¡Voy detrás de ustedes! _ les ordenó.
Lionel y Sam saltaron desde la ventana, esperando con impaciencia la llegada del Comandante y de Lara. Pero más de treinta craig avanzaban con peligrosa agilidad, acercándose a la entrada de la habitación si dejar de disparar. Durante un par de segundos la muchacha sintió que le resultaría imposible moverse sin que alguna de aquellas municiones terminara por alcanzarla.
Entonces la formación compacta de craig se disolvió. Tres figuras cayeron sobre ellos como sombras nefastas y en breves instantes más de diez enemigos quedaron esparcidos en el suelo, inutilizados o muertos. Lara no pudo ver los rostros pero los uniformes eran inconfundibles.
_ ¡Salta! _ le gritó a Dominic, entrando por fin en el cuarto _ ¡Salta! ¡Hazlo!
El Comandante se dejó caer desde el alfeizar mientras la veía atravesar la estancia de diez metros con la velocidad del viento de tormenta impulsando sus talones, y se preparó para recibirla abajo. Solo bastaba un salto, un salto limpio y ágil para sacarla de aquel desastre; pero un grito agudo detuvo a Lara cuando tenía ya las manos sobre la ventana.
Se volvió instintivamente y la imagen la paralizó. En la entrada de la alcoba, dos criaturas yacían inconscientes y rodeadas por medio batallón craig. La tercera ya no era más que una sangrienta máscara a la que Siena retenía del cuello con una daga de cártaro, amenazando matarla de un momento a otro.
Lara conocía a la figura maltrecha que acababa de protegerla de sus enemigos y que se había condenado por eso. Miró abajo, al rostro expectante de Dominic, y sus palabras fueron precisas y definitivas.
_ Lo tienen.
El Comandante sabía muy bien lo que aquellas ocho letras significaban y el corazón se le estrujó como si alguien se lo hubiera golpeado contra una roca. Sin embargo y por más que le doliera, debía elegir. Quienes se habían enrolado en aquella misión sabían que la empresa podía demandar no sólo su esfuerzo, sino también su vida.
Ahora la prioridad era Lara. Cuando ella estuviera a salvo él sería libre de poner su propia vida en riesgo y regresar si esa era su voluntad, pero mientras Lara corriera peligro no había nada que pudiera hacer.
_ ¡Salta! _ le ordenó y cualquier protocolo con que la había tratado hasta el momento se perdió en la desesperación de su actitud _ ¡Lara, salta! ¡Ahora!
La indecisión que veía en sus ojos se acercaba cada vez más a una resolución que no podía aceptar y que además temía. Era su responsabilidad, la criatura de la noche al borde de la muerte en aquella estancia era más que un aliado, era un amigo fiel que había aceptado morir por ella, pero sobre todo era un hijo de la noche, un hijo de la Madre, su hijo.
Lara jamás lo dejaría atrás y Dominic lo sabía.
_ ¡Lara, maldita sea! ¡Baja! _ gritó con la furia de la impotencia mientras veía acercarse por su derecha dos patrullas de craig. Si no se iban de prisa ya no serían capaces de escapar, ni siquiera con toda la ayuda que Garth les proporcionaba.
_ Abre los ojos, sorian.
Fue la única respuesta, determinada y serena, con que Lara lo obsequió antes de cerrar deliberadamente la ventana.
SEGUNDO CAOS. EL DESTIERROVilla de las MercedesOnce meses antes.Dominic frunció el ceño y arrugó la nariz en un gesto de incredulidad mientras olfateaba el aire. Desde hacía varios kilómetros un hedor particular y desagradable podía percibirse, pero nadie había prestado demasiada atención. Hubiera sido absurdo asociar la fuente de aquel aroma justo con el lugar al que se dirigían; Sn embargo allí estaba, cerca y más agresivo, avisando que cada buen pensamiento que pudieran haber albergado hasta entonces estaba pronto a desaparecer.Frente a sus ojos, a no más de tres kilómetros de distancia, se levantaba una columna de humo negro y denso, la clase de humo que queda como recuerdo después de varias horas, cuando el incendio ha arrasado ya con cualquier partícula capaz de quemarse.La casa habí
Algún lugar al norte de Marsella.La tarde se prometía despejada y fresca, más que de costumbre en los últimos días, y Siena eligió un sedán amplio con vidrios polarizados y cómodos asientos para el viaje que iban a realizar. El auto era rápido y la mujer lo manejaba con destreza inigualable. Saliendo directamente de las cocheras de la mansión, era muy difícil que alguien descubriera quién iba dentro, pero si aun así lo hubieran intuido siempre quedaría la duda de que fuera el regente quien salía sin escolta y con tan pocas precauciones.La Primera Oficial lo había preferido de esa forma y el jerarca confiaba en su juicio. Además, el sitio que planeaban visitar no debía ser del dominio de ningún miembro del resto de las Razas, ni siquiera de sus propios destacamentos de craig. Cuanto más en sile
Algún lugar de la Región de Limousin.Francia.Evan sonrió mientras miraba comer a Evelett. El vaso de setecientos cincuenta mililitros lleno de helado entre sus manos no parecía ser suficiente para satisfacerle el apetito, y por el ritmo cada vez más veloz de la cuchara, el joven temió que la pequeña se fuera a resfriar.La cafetería no era precisamente muy cálida, defecto natural de todas las cafeterías de mala muerte que se añejaban al borde de la autopista, y cuya única subsistencia se debía a los pocos cafés que los choferes, cansados y somnolientos, pedían para combatir el sueño de la madrugada. Y si a eso le sumaba el hecho de que el invierno parecía recrudecerse por las noches, entonces Evelett corría peligro de tener gripe muy pronto._ Tu hermana me matará si se entera
Algún lugar al norte de Marsella La llegada de la noche arrastraba una frialdad que no se solidificaba en nieve ni en lluvia, que no llegaba a ser dañina para una criatura de la noche, pero que hubiera sido letal para un humano que se quedara a la intemperie. La vivienda no tenía en modo alguno las condiciones para enfrentar un invierno tan crudo como aquel, en especial porque las paredes eran demasiado delgadas y la estufa no funcionaba desde hacía años. De cualquier manera no importaba, todos los que habitaban la desarticulada casucha eran criaturas de la noche, o estaban muertos.Hacía horas que esperaban, silenciosos y expectantes, a que el predicamento en que se habían metido tuviera un desenlace acorde a sus expectativas. Mientras, el aire gélido no parecía ser suficiente para espantar al cuervo, que seguía cantándole a la oscuridad su desconte
Parque Natural Regional de Perigord-Limousin.Francia.Sobre los árboles de madera oscura y hojas desteñidas, el rugido de Khan sonó hosco y atronador, perseguido por el eco del bosque, más amenazante aún que el propio mandato._ ¡Detente! _ pero la chica no lo escuchaba _ ¡Lara, no voy a repetirlo, detente!Sobre el colchón en el que se mezclaban las hojas caídas Lara corría como si le fuera la vida en ello, poseída de una ansiedad que ni ella ni los tigres lograban contener. Los animales se desplazaban con una marcha ligera y cautelosa paralelos a su trayectoria, aunque no se podía decir que la muchacha siguiera una trayectoria predeterminada. Avanzaba al parecer sin rumbo, confundida y ofuscada por una frustración que a cada momento se acercaba más a la ira que a la tristeza.Más de una semana.
Dos horas y ciento ochenta kilómetros más tarde, el auto se detuvo frente a una posada silenciosa y casi vacía. Los tigres los siguieron bordeando el camino, resguardándose en la oscuridad de la fronda hasta que llegara otra vez el momento de cazar.La cena fue de todo menos tranquila. La alegría de Evelett por volver a ver a su hermana sobrepasaba los límites de la buena educación, amenazando con sacar de quicio al resto de los aburridos comensales._ ¿Y sabes qué más hemos hecho? _ le dijo a Lara después de narrarle atropelladamente las peripecias de los últimos siete días _ ¡Hemos leído un libro nuevo! Se llama “El Señor de los Anillos”, y es laaaaaargo. Le he leído yo un poco a Evan y él me ha leído un poco a mí. ¡Y ya casi lo hemos terminado!_ ¿En serio? _ inquirió su hermana divertida _
París Paris se escuchaba bullicioso y alegre. Las personas acudían a las calles por docenas y a los mercados por cientos, enrolados en la agitada vida de toda gran urbe. La ciudad era un hervidero de turistas, cámaras fotográficas, y largas filas para entrar a los museos y cafés. Tal vez por eso Sean había decidido que era el mejor lugar para que el Concejo se reuniera en secreto y a la vista de todos. Nadie imaginaría que ocho transeúntes que paseaban distraídamente por el borde del Sena a pleno día, en un tranquilo distrito en las afueras de Paris, eran nada menos que los miembros más distinguidos de las Razas de la Noche y sus oficiales más devotos.El diminuto grupo llevaba ropas modernas y juveniles, incluso los más ancianos vestían con holgura y colorido, una imagen por cierto muy lejana de la que Lara había visto en el sa
Parque Natural Regional de Perigord-Limousin.Francia.Francia era sencillamente hermosa al inicio de la primavera, y el día había amanecido delicioso y soleado. Después de una hora entera de asombro de Evelett, Silver Moon había decidido finalmente parar de hablar por un rato y dejarse acariciar por la niña, que a pesar de todo parecía estar más empecinada que nunca en tratarla como a una mascota y no como a la bestia salvaje que era… o que más bien decía ser.Evan había decidido poner término al proceso adaptativo de Evelett. Para eso la solución era enfrentarla directamente con el conflicto y los animales habían estado de acuerdo. Cuanto antes se viera inmersa en la nueva realidad en la que estaba destinada a vivir, mejor se ajustaría a ella. Lara no iba a poder ocultarle para siempre la verdad, y mucho menos c