2-Intercambio.

—¿Cuánto tiempo falta para llegar al jodido lugar? —Le pregunta Dominik a su chofer, mientras observa el reloj en su muñeca—Tengo una reunión de negocios en una hora.

—Un par de minutos jefe, ya casi llegamos.

Deja salir un suspiro nasal.

—Al imbécil de Petrov, le fascina hacerme perder el tiempo.

—Ya llegamos—Le informa el chofer.

Dominik arregla su corbata y se colocó unos lentes oscuros antes de bajarse del auto. Camina unos cuantos pasos y es seguido por diez de sus guardaespaldas, quienes venían en otros autos, justo detrás del de él.

“¿Qué es este basurero?” —Pensó el pelinegro torciendo los labios, al ver el lugar al que Petrov lo había citado.

Era un galpón antiguo, a simple vista abandonado, excepto por los dos hombres que estaban parados junto a la oxidada puerta. 

—El señor Dominik está aquí—Informa uno de ellos, tocando un auricular en su oreja, y a los pocos segundos dice—El jefe ha dicho que pasen—Empuja la puerta con una sola mano.

—Espero que no me hayas hecho perder el tiempo, y que tengas mi dinero—Es lo primero que suelta el pelinegro, al ver a Petrov.

—Mi apreciado colega—Se levanta de la silla con los brazos abiertos—¿Ni siquiera vas a saludar?

—Tu y yo no somos colegas…—Le hace una seña con la mano—Mi dinero.

—Bien, bien—Pone los ojos en blanco—Que materialista eres, y yo que he guardado lo mejor de mi mercancía para ti.

Dominik aprieta la mandíbula al escuchar esas palabras.

—Sabes muy bien que yo solo acepto pago en efectivo, nada de intercambios.

—Espera, espera, no me rechaces antes de ver lo que te estoy ofreciendo, no te vas a arrepentir—Le asegura Petrov, haciéndole una seña con la mano a uno de sus hombres, y este se aleja para regresar segundos después, trayendo consigo a una chica, atada de manos, y casi a empujones—Mira esta preciosura, está algo escuálida porque al principio no quería comer, nos dio pelea, pero después de un buen escarmiento, empezó a cooperar.

Dominik la observa detalladamente, se encontraba a unos metros de distancia. Él, odia darle la razón al desgraciado de Petrov, pero, la tenía, la mujer es hermosa, piel clara, un tanto amarillenta, quizás por falta de sol, pero su tono de piel era irrelevante, lo que verdaderamente llamó su atención fue su cabello cobrizo, sus delicadas facciones y esas largas pestañas que resguardan unos ojos azules como el cielo.

De inmediato se imaginó plasmando tal belleza en un lienzo, sería la musa perfecta, daría como resultado una magnifica obra de arte, aunque… no, no, esa mujer está en ese lugar en contra de su voluntad, la personas que Petrov trafica, siempre lo están.

“¿Hacer que nazca una pintura de una desgracia?” —Pensó Dominik, sin dejar de estudiar a la chica con la mirada, y su respuesta inmediata, para si mismo, fue un rotundo “NO”.

—Veo que esta bruja te ha hechizado como a todos nosotros—Asegura Petrov, al percatarse de sus gestos—Su nombre es Nastacy, y nos costó mucho hacer que nos lo dijera, quizás al principio se porte como una fiera salvaje, pero con mano dura, aprenderá a obedecerte.

—Mis obras de arte jamás te darían dolores de cabeza, ¿Cómo esperas que acepte el intercambio de una insignificante mujer, por la pieza invaluable que te entregue?

Petrov se ríe, mostrando sus dientes de plata, y luego se acerca para susurrarle a Dominik.

—Mi doctor la reviso y se percató de que aun nadie la ha tocado, y no tienes idea de lo que me costó contenerme para no hacerlo yo—Se estaba refiriendo a que la chica aun es virgen, y Dominik le dio una mirada fulminante—Es mayor de edad—Le asegura, al comprender el porqué de su mirada—Tiene más de veinte, pero no más de veinticinco.

—¿Y dónde vivía, en una cueva?

—Yo pensé lo mismo, tal vez es una de esas chicas que se guardan hasta el matrimonio—Petrov suelta una risa burlona al decir esas palabras.

El pelinegro se alejó del despreciable hombre, sintiéndose algo frustrado. Estaba seguro de que se negaría a aceptar a la chica, pero al mirar de nuevo en su dirección, se sintió intrigado porque esos ojos azules no decían nada, incluso su rostro estaba sin expresión alguna, alguien en su posición estaría suplicando auxilio, ¿Por qué ella no lo hacía?

—La voy a aceptar, solo por una razón…—Le informa Dominik a Petrov, y este último hace un gesto de celebración con los brazos—Para que tu deuda quede saldada, y no tener que volver a ver tu despreciable cara.

—¡Ese es el Dominik que conozco, todo un desgraciado! —Se ríe—No me importan tus razones, solo llévatela, y bórrame de tu lista.

El pelinegro le hace una seña a sus guardaespaldas para que lo sigan, he irse del lugar, pero antes le indica a su hombre de confianza:

—Que se suba en mi auto.

—Jefe, puede ser peligroso para usted.

—¿Un asesino como tú le tiene miedo a una simple chica?

—No jefe, pero, ¿Y si es algún truco sucio de Petrov?, puede atacarlo en el camino.

—En ese caso no desates sus manos, y tú, nos acompañaras en el asiento del copiloto.

—Como ordene, señor...

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