Encontré un muchacho

Francis se fue dándole un beso en la mejilla y ahí estaba Adele, sola, en el pequeño apartamento. Todo el lugar era del mismo tamaño que su habitación en la casa Martin, con un balconcito que daba a la calle. Pero su padrino se lo había acomodado a nuevo, no le faltaba nada, no iba a permitir que pasara una sola dificultad si podía evitarlo. Se sentía un poco nerviosa, los primeros días le daba miedo cuando llegaba la noche; los sonidos ajenos, o las voces desconocidas. Cerraba todo y verificaba de nuevo que estuviesen puerta y ventanas bien aseguradas.

Pero con el correr del tiempo se fue habituando a su pequeña casita, la mayoría de los vecinos eran también estudiantes de la misma Universidad y los fines de semana se podían escuchar la música y las risas. Por las tardes salía a explorar el barrio, trataba de recordar cada comercio, cada parada del autobús, cada espacio verde. Su padrino la llamaba todas las noches para saber cómo estaba y ella le contaba lo que había descubierto en
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