CAPÍTULO 8

Rem Company ingreso al Hotel, en la espera de poder hablar con el señor Garden acerca de los próximos negocios. Pero terminó llevándose una inquietante sorpresa al ingresar al Hotel; ya que fue testigo de una escena demasiado deprimente.

Más deprimente que la visita de su suegra a la casa, la cual iría esa noche a celebrar el cumpleaños junto a su hija, y de paso armarse de palabras, para dejar mal parado a su yerno. Un yerno que para ella era tan querido como el sol; cuanto más lejos mejor.

Apartando un poco los sentimientos de su suegra por él, Rem Company caminó hasta donde se estaba manifestando aquel alboroto.

Curiosamente también estaba participando su socio. Vio que Eliot solo intentaba solucionar el conflicto de la pareja, pero sin éxito. Para Company era absurdo que perdiera su tiempo en algo como eso. Y es que no era de su incumbencia, tal y como muchos de los huéspedes lo pensaban.

Company esperó unos cuantos segundos, y luego salto.

—Garden, ¿Qué pasa aquí?

— ¡Ahhh! —Garden pegó un grito de muerte— Rem, ¡Que sorpresa! Una gran sorpresa.

— ¿Qué sucede? ¿Y quiénes son estas personas?

—…Ellos son huéspedes del Hotel.

—Éramos huéspedes del Hotel—contestó la mujer.

—Bueno, ¿Y se puede saber? ¿Por qué discuten?—preguntó Rem.

La mujer estuvo a punto de decírselo, cuando de la nada se escuchó una voz que provenía desde lo más alto de las escaleras. La voz pertenecía a Joshua Borges (Padre de Sebastián). Su voz resonó por todo el vestíbulo y la recepción consiguiendo captar la atención de aquellos que no estaban metidos en el conflicto.

Rem y Eliot lo vieron bajar a toda prisa por las escaleras arrastrando consigo aquel adolecente que había perdido su inocencia; cuya inocencia ya no era una sorpresa para su padre. El padre estaba que echaba humo por las orejas de lo furiosos que estaba con Enrico, y de las ganas que tenía de acogotar.

Pero en lugar de eso, Joshua soltó al muchacho y se lanzó de lleno contra el rostro de Enrico, donde terminó pegándole con el puño cerrado. Una vez tirado en el suelo, el hombre aprovechó para darle una patada en el estómago y repetir las siguientes palabras— ¡Toma eso, pedófilo! ¡Gran puto, pedófilo!—Rem lo retuvo para que no siguiera golpeándolo; pero de todas formas el hombre siguió haciéndolo.

Sus piernas eran largas, y aunque no estuviera tan cerca de él, de todas formas estas podían alcanzarlo y seguir pateando. Enrico con cada patada que recibía, podía oír el crujir de los huesos de las costillas.

Fue doloroso…

—Ya, ya, ya. ¿Por qué te desquitas así con él?

— ¡Porque este hijo de puta, violo a mi hijo!

Las palabras fueron de asombro.

— ¡Cof! ¡Cof!—Enrico tocio, y luego respondió— ¡No lo viole! ¡Ambos nos dejamos llevar e hicimos el amor! ¡Nada más!

— ¿Pero cómo fue, que este chico terminó en tu cama?—le preguntó Rem.

—…Nos conocimos en el bar del Hotel. Tomamos unos tragos; luego él me acompañó a la habitación e hicimos el amor. Eso fue lo que pasó. Si no me creen…pregúntele. Porque eso fue lo que pasó.

Todos lo miraron a Sebastián, y en un par de segundo, asintió con la cabeza.

—Dios…—expresó Garden anonadado.

A partir de entonces la gente comenzó a comentar por lo bajo. Muchos se cerraban con la idea de que Enrico había violado al muchacho. Y otros apoyaban los criterios del hombre; porque para ellos no hubo ningún acto de violación, sino más bien todo lo contrario.

Ambos desearon tener relaciones; porque de lo contrario, pudieron haber puesto cualquier tipo de excusas, para evitar que aquel hecho se llevara a cabo. Y sin embargo no lo hicieron, por lo que ambos deben enfrentarse a las consecuencias, en lugar de echarle la culpa solo a uno. Sin lugar a dudas los puntos de vista eran muy diferentes.

Tan diferentes que los huéspedes tenían un tipo de sensaciones mezcladas. Algunos sentían odio y desprecio por Enrico y el joven Sebastián. Mientras que a los otros, les daba pena y lastima ver que dos personas como ellos dos, estuvieran atravesando por este tipo de situación.

De hecho Enrico sabía que más allá de lo que piense la gente. Ya sea que estén de acuerdo con él o no; lo mismo la Ley lo castigaría con años de cárcel, por haberse metido con un menor de edad.

Literalmente esto era denunciable; ya que estaba escrito en el código penal. Y Joshua, fue uno de los primeros en amenazar con la denuncia.

—Te vas a pudrir en la cárcel. Ya lo verás.

—Cálmese por favor, esto tiene solución—dijo Rem—, De nada sirve alterarse de ese modo. Sé que es un golpe muy duro para usted; pero tratemos de resolver esto de la forma más pacífica. Se lo ruego.

— ¿Cómo puede decir eso? Mi hijo fue violado.

— ¡Que no lo viole!

— ¡Usted cállese!—gritó Joshua, y le dio otra golpiza. Enrico que no había terminado de pararse, que cayó de nuevo al suelo, y todo gracias al puñetazo que le dio Joshua en su rostro -- .Insisto: Este tipo tiene que ir preso, y pagar por lo que hizo. ¿Que no entiende que le desgració la vida a mi hijo?

—Si lo entiendo. Pero llámese…

Sebastián que estuvo atento a todo lo que sucedía, dejó a un lado su miedo y decidió hablar. Tenía que ser valiente al confesarle a su padre las razones por las que el dejó que este hombre le quite la virginidad. Si no lo hacía, Enrico iba terminar en la cárcel, cumpliendo con una condena que para el adolecente, resultaba injusta. Injusta porque en parte, él también tenía la culpa de lo sucedido.

—Vas a ver cuándo te caigan mis abogados.

—Papá.

—Ahora no Sebastián. Yo mismo me voy a encargar de hundirlo en la cárcel. Ya verás que juntos saldremos de esto.

—Papá, escucha por favor. Yo amo a Enrico.

Nuevamente el silencio reinó en el vestíbulo y en la recepción.

— ¿Qué dijiste? ¡Acaso te has vuelto loco!

—No papá. Yo lo amo. Perdóname, pero…no pude evitar dejarme llevar. Y quisiera volver hacerlo. Porque lo hace de una forma…muy rica. Te juro papá, estoy enamorado de él.

—Vaya. Quién lo diría…—comentó Elena.

— ¡Ya cállate! ¡No sabes lo que dices!

—Pero papá, es la verdad…

—No. No, no, no. Tú no estás bien. ¿Cómo puedes decir que te gusta lo que te hace? Tú estás enfermo ¡Enfermo!

—No. No es así. No estoy enfermo—expresó Sebastián, entre lágrimas.

—Si lo estas.

Rem y Garden se miraron entre ellos, y decidieron ponerle un fin a esto. Comenzando por tranquilizar a Joshua, y consolar al joven Sebastián. De eso se encargaría Rem, quien además tomó la decisión de trasladar a Sebastián, Joshua, y Enrico, al despacho de Eliot para que pudieran hablar más tranquilos, y lejos de todo.

En cuanto a Elena, aprovechó la distracción de la gente y de todos los involucrados en este lío, para subir hasta la habitación y empacar todas sus pertenencias en una maleta. Por otro lado, Garden llamó desde su teléfono celular, a uno de sus abogados y a la policía para que vinieran al Hotel. Este día prometía ser el más largo de todos, y el que más líos traía consigo.

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