La idea de vivir solo, se le ocurrió a él.
Esa mañana, bien temprano, Nick llamó a una agencia de transporte para que le enviaran un camión de mudanza. El camión llegó a la media hora de haber cortado la llamada. Su madre para entonces ya había empacado la mitad de su ropa dentro de una maleta, mientras que Nick se había encargado de empacar el resto. Cuando todo estuvo listo, el muchacho salió de la casa en compañía de su madre. La misma iba por detrás de él, intentando contener sus lágrimas. Le dolía ver a su hijo crecer y alejarse de aquel lugar, que desde su nacimiento se convirtió en su hogar.
Una vez que estuvo cargado el camión con sus pertenencias, el muchacho finalmente se despidió de su madre con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Se subió a su auto, lo puso en marcha y emprendió el viaje hacia el lugar, que, a partir de ese día, sería su nuevo hogar. Durante su trayecto hacia el Hotel, recibió una llamada telefónica.
La llamada era de su madre.
Quería saber si había llegado bien al Hotel.
Nick ante la preocupación de su madre, le dijo que estaba todo bien, y que dentro de poco llegaría al Hotel. El mejor que nadie sabe lo difícil que es para su madre verlo marcharse de aquel lugar que lo cobijó durante tantos años.
Pero también es consciente de muchas cosas.
Como, por ejemplo: cuando ha llegado la hora de “independizarse”.
*****
A pocos metros del hotel, un hombre esperaba ansioso en la vereda. Se había peleado con uno de los guardias de seguridad del hotel, al cual un poco más y le da un puñetazo en la cara. Tuvieron que retenerlo entre varios hasta que la policía llegara. El hombre por supuesto, les explicó las razones de porque hacía tanto problema; pero los demás guardias tenían otras intenciones con él.
En lo que la discusión llegaba a un punto clave, en la que ninguna de las dos partes quería dar el brazo a torcer, del interior del Hotel salió una mujer de aproximadamente unos 30 años de edad, que decía ser la esposa de aquel sujeto al que los guardias tenían retenido. Ella al ser testigo de casi todo lo que pasó, decidió preguntar.
— ¿Qué pasa?
—Nada cariño. Los señores y yo, solo hablamos—respondió su marido; pero uno de los oficiales que lo tenía agarrado, intervino.
— ¿Usted es la esposa de este hombre?
—Sí, oficial. Yo soy su esposa—dijo la mujer—. ¿Qué fue lo que pasó?
—Su esposo acaba de agredir al guardia del hotel.
— ¿Qué? Pero… ¿Por qué? ¿Qué pasó?
—Será mejor que se lo diga él—respondió el oficial.
La mujer miró a su esposo, y él le sostuvo la mirada. En su mente, el hombre pensaba en la mejor manera de salir ileso de aquel problema. A decir verdad, no era la primera vez que agredía a alguien. Como tampoco era la primera vez que la policía tuvo que intervenir en un pleito generado por él. Johana, su esposa; la mujer que tanto decía amar con locura, ya había tenido suficiente de su mal comportamiento, y él lo sabía. Aquello en lo que pensaba, lo llevó a recordar aquella vez que, por culpa de sus tantas rabietas, terminó por romperle todos los vidrios del auto a su vecino.
Eso fue cuando ambos salían a vivir en un barrio de mala muerte, donde la gente solía mostrarse sumamente agria con los recién llegados.
Ese día, tuvo motivos suficientes para romper todos los vidrios del auto de su vecino. Y ese motivo fue Carl ¿Porque? Porque fue Carl quien lo culpó a él, de haber rayado toda la parte trasera de su coche con un destornillador. Max le juro que no había sido él; pero Carl insistió, y al cabo de unos minutos, toda la cuadra se enteró de lo que estaba pasando. Todos se mostraron atentos a cada una de las palabras expresadas por los dos sujetos.
Por otro lado, Johana, salió de casa en cuanto escuchó los gritos y bullicios de la gente. El miedo que tenía en esos momentos, se debía a que no era consciente de quienes se estaban agarrando a piña en medio de la calle.
Los autos que pasaban por ahí, les tocaban bocinas en su intento por hacer que paren y dejen ceder el paso. Pero no hubo respuesta por parte de los dos. Y Johana seguía preguntándose: «¿Quiénes eran los responsables de armar semejante lío?» Y fue en ese preciso instante cuando alcanzó a ver a su marido. Los golpes que recibía la hicieron suspirar e intentar convencer a Max de que se detuviera. Pero no hubo forma. Ninguno de los dos prestaba atención a lo que sucedía a su alrededor; solo se dedicaban a golpearse entre ellos, causando un gran revuelo en casi todo el barrio.
No pasó mucho tiempo hasta que alguien llamó a la policía, consiguiendo detener la pelea y que ambos hombres pararan en la delegación.
Johana también tuvo que declarar, y al cabo de dos meses a su esposo lo dejaron en libertad. Claro que hubo momentos en los que Max pensaba que Johana le pediría el divorcio; pero luego de una intensa charla, ella le dejó en claro que no se divorciaría de él, a no ser que cometiera otra estupidez como esa. Max lo aceptó.
Aquello se convirtió en un pacto entre los dos.
Pero ahora…todo era diferente.
—Llevó más de media hora preguntando: «¿Qué fue lo que pasó?»
—Cariño yo…
— ¿Te volviste a pelear? ¿Dónde quedó nuestro pacto?
—No cariño, no entiendes—respondió el hombre temeroso de que su mujer lo deje—. Todo fue una confusión. Yo no le estaba agrediendo. Él me agredió a mí; yo solo me defendí, eso es todo. No les creas.
Los policías no les dieron crédito a sus palabras.
—Eso dígaselo al juez—dijo uno de los oficiales, y lo agarró del brazo.
Intentó jalarlo; pero el hombre se resistió. No quería ser arrestado de nuevo, y pasar días y noches enteras entre medio de los convictos.
Las malas experiencias dentro de la cárcel lo habrían “compuesto”.
Bueno, al menos eso se creía.
Aquel auto rojo se estacionó en el cordón de la vereda, y de él se bajó un joven. Ese joven era Nick, quien estaba entusiasmado por el comienzo de una nueva vida. Hace mucho que esperaba eso, y al fin lo consiguió.Los empleados de la compañía de mudanza, le hicieron el favor de bajar todas sus pertenencias. Claro que antes de que eso pasara, Nick tuvo que hablar con el dueño del hotel, y pedirle la llave de la habitación para que los personales de mudanza pudieran entrar en ella a dejar sus pertenencias.—Ahora vengo.Entró al hotel y pidió hablar con el señor Garden en recepción; pero el señor Garden no se encontraba en esos momentos, por lo que salió afuera y les pidió a los empleados de la compañía de mudanza, que tuvieran un poco más de paciencia, debido a que el señor Garden se encontraba en el sótano en compañía de otra persona, reparando algunos desperfectos que tenía una de las calderas.Los hombres lo aceptaron sin reproche, y se pusieron hablar entre ellos dejando de lado a
Por fin, el señor Garden estaba libre para seguir con las tareas del hotel, cuando la recepcionista le dijo que un joven lo estaba buscando. El preguntó quién era aquel joven, a lo que ella respondió que era Nick. Garden miró a su alrededor en un intento por localizarlo, pero dentro del Hotel no encontró a nadie con las características similares a las del joven.Salió afuera. Allí se encontró con él. Garden se acercó, lo saludó y de pronto un vínculo de amistad se formó entre los dos. Los dos transmitían una sensación de energía, comodidad y confianza. Era lo que Nick necesitaba. Tener alguien en quien apoyarse, y que le proporcione toda la ayuda posible. Y qué mejor que el señor Garden para hacerlo.—Me alegra verte por aquí.—Gracias señor Garden.—De nada. Claro que debo confesar, que ahora que te veo, me recuerdas a mi cuando tenía tu edad. En otras palabras: yo también tomé la decisión de independizarme. Lo hice en la primera oportunidad que tuve.— ¿En serio?—Por supuesto. Lo q
El hombre pone fin a la conversación por teléfono. El chico seguía caminando por el despacho apreciando cada cosa que captaron sus ojos. Todos los objetos eran muy llamativos, como también valiosos por naturaleza. Garden se limitó a observar. Le sonrió, y solo pudo recostarse en su sillón unos segundos para apreciar mejor la imagen del muchacho.Le gustaba lo que veía.No parecía ser un joven común y corriente. Su semblante y aquella figura tan inocente le recordaban a su hijo de 25 años de edad, que tras un terrible accidente murió a los pocos minutos de haber llegado al hospital. Lo que nunca se lamentó del accidente, fue ver el rostro de su hijo al recibir aquel diploma de la universidad. Se lo veía contento y entusiasmado, con un buen futuro por delante. Garden prefirió guardar aquella imagen de la graduación de su hijo, antes que atreverse a recordar el terrible estado de su cuerpo, cuando la policía lo sacó del coche.Nick sintió la mirada de Elliot Garden.—Lo siento. Es solo q
Los hombres ya habían terminado de trasladar todos los muebles al departamento. Nick les entregó el dinero y les agradeció por el excelente trabajo que habían hecho. Los acompañó hasta la salida del Hotel, y cuando el camión se puso en marcha comenzó a alejarse de aquel sitio. El joven se dio la vuelta y miró hacia una de las ventanas del despacho del señor Garden. El hombre estaba allí parado, observando atentamente cada uno de los movimientos del muchacho.Su enojo o enfado no habían cesado aún. Como tampoco estaba arrepentido de haberle advertido a Nick, que no lo dejaría en paz hasta hacerlo suyo. Nick se sintió incómodo ante la atenta mirada de Elliot Garden. Tanto que prefirió entrar al Hotel y cambiar su rumbo hacia el departamento. Todavía quedaban muchas cosas por hacer. Entre ellas, llamar a su madre. No espero más y continúo subiendo las escaleras percatándose de que el señor Garden, no apareciese y lo sorprendiese por detrás. Deseaba que al menos no lo intentara.Del otro
Elena bajó por las escaleras principales del Hotel, como alma que lleva el Diablo. Enrico la siguió hasta que pudo agarrarla del brazo. Al cabo de unos segundos los dos estuvieron discutiendo en la recepción. Enrico hacía hasta lo imposible por convencerla de que no se fuera. Pero sus esfuerzos parecían inútiles. Nada de lo que dijera o hiciera, podía hacer que Elena cambie de opinión, ni siquiera la atenta mirada de los demás huéspedes del Hotel.Una vez firmada la solicitud de pago, la mujer se retiró de la recepción con el único propósito de ir a la habitación y sacar sus pertenencias.Enrico la detuvo, y nuevamente comenzó la discusión entre ambos.—Elena te lo ruego. No me dejes.—Que fácil decirlo. ¿O es que acaso te has olvidado, de que me metiste los cuernos con un chiquillo?Las personas del Hotel quedaron sorprendidos, y boquiabiertos por lo que estaban escuchando.—No. Nada que ver.— ¡¿Cómo que “Nada que ver”?! ¡Te vi en la cama con él!— ¡Ya te expliqué que fue una confus
Rem Company ingreso al Hotel, en la espera de poder hablar con el señor Garden acerca de los próximos negocios. Pero terminó llevándose una inquietante sorpresa al ingresar al Hotel; ya que fue testigo de una escena demasiado deprimente.Más deprimente que la visita de su suegra a la casa, la cual iría esa noche a celebrar el cumpleaños junto a su hija, y de paso armarse de palabras, para dejar mal parado a su yerno. Un yerno que para ella era tan querido como el sol; cuanto más lejos mejor.Apartando un poco los sentimientos de su suegra por él, Rem Company caminó hasta donde se estaba manifestando aquel alboroto.Curiosamente también estaba participando su socio. Vio que Eliot solo intentaba solucionar el conflicto de la pareja, pero sin éxito. Para Company era absurdo que perdiera su tiempo en algo como eso. Y es que no era de su incumbencia, tal y como muchos de los huéspedes lo pensaban.Company esperó unos cuantos segundos, y luego salto.—Garden, ¿Qué pasa aquí?— ¡Ahhh! —Garde
Rem Company ingreso al Hotel, en la espera de poder hablar con el señor Garden acerca de los próximos negocios. Pero terminó llevándose una inquietante sorpresa al ingresar al Hotel; ya que fue testigo de una escena demasiado deprimente. Más deprimente que la visita de su suegra a la casa, la cual iría esa noche a celebrar el cumpleaños junto a su hija, y de paso armarse de palabras, para dejar mal parado a su yerno. Un yerno que para ella era tan querido como el sol; cuanto más lejos mejor. Apartando un poco los sentimientos de su suegra por él, Rem Company caminó hasta donde se estaba manifestando aquel alboroto. Curiosamente también estaba participando su socio. Vio que Eliot solo intentaba solucionar el conflicto de la pareja, pero sin éxito. Para Company era absurdo que perdiera su tiempo en algo como eso. Y es que no era de su incumbencia, tal y como muchos de los huéspedes lo pensaban. Company esperó unos cuantos segundos, y luego salto. —Garden, ¿Qué pasa aquí? — ¡Ahhh!