CAPÍTULO 2

Aquel auto rojo se estacionó en el cordón de la vereda, y de él se bajó un joven. Ese joven era Nick, quien estaba entusiasmado por el comienzo de una nueva vida. Hace mucho que esperaba eso, y al fin lo consiguió.

Los empleados de la compañía de mudanza, le hicieron el favor de bajar todas sus pertenencias. Claro que antes de que eso pasara, Nick tuvo que hablar con el dueño del hotel, y pedirle la llave de la habitación para que los personales de mudanza pudieran entrar en ella a dejar sus pertenencias.

—Ahora vengo.

Entró al hotel y pidió hablar con el señor Garden en recepción; pero el señor Garden no se encontraba en esos momentos, por lo que salió afuera y les pidió a los empleados de la compañía de mudanza, que tuvieran un poco más de paciencia, debido a que el señor Garden se encontraba en el sótano en compañía de otra persona, reparando algunos desperfectos que tenía una de las calderas.

Los hombres lo aceptaron sin reproche, y se pusieron hablar entre ellos dejando de lado al chico en sus conversaciones. Mientras hablaban, Nick vio a lo lejos el conflicto que Max tenía con la policía. También alcanzó a ver a una mujer. Esa mujer era Johana. Se la veía muy angustiada. Posiblemente el conflicto se debía a ella. Con los dos hombres platicando a unos metros de la entrada del hotel, el chico prestó más atención a lo que estaba sucediendo entre Max y Johana. Y como era de esperarse, él tampoco dio crédito a las actitudes de Max.

Le parecía un tipo de lo más ridículo, y nada serio. Un tipo al que solo le gustaba causar problemas sin ningún motivo.

De hecho, cualquier persona que estuviera en sus zapatos pensaría lo mismo.

****

Finalmente, la policía decidió llevárselo a Max. Pese a los ruegos del individuo, Johana, intentó convencer a los oficiales que lo dejaran en libertad. Pero como era de esperarse la policía ignoró las palabras y ruegos de la mujer.

Lo mismo que Max, quien no dejaba de repetir una y otra vez — ¡Soy inocente! ¡Soy inocente! —. Los policías no tuvieron ningún reparo en llevárselo preso. Johana, angustiada, corrió hasta la patrulla e hizo el último esfuerzo pidiendo que por favor lo dejaran en libertad. Pero para la desgracia de Johana, el auto arrancó y la policía terminó llevándoselo de todos modos a Max.

Por dentro, Máx. lamentaba mucho lo sucedido.

Nick al ser testigo de lo acontecido, aprovechó la ocasión para acercarse a la mujer y tratar de consolarla. Odiaba verla llorar. No se explicaba cómo una mujer tan bella como ella, pudiera derramar tantas lágrimas de esa manera.

— ¿Disculpe? ¿Está usted bien?

—...Si…—respondió la mujer entre sollozos.

— ¿Está segura? La veo muy triste.

Esa dulzura, esa delicada piel blanca, y ese hermoso y ondulado cabello de color marrón castaño oscuro, le recordaron a su madre.

Él amaba a su madre, y la presencia de Johana hizo que la extrañara.

—...Bueno. Lo que pasa…—dijo la mujer para después hacer una pausa.

Le resultaba difícil terminar la frase, dado que la situación en sí, era demasiado vergonzosa y dolorosa para ella.

— ¿Ese hombre la agredió?

—...No. Aunque quisiera que me metiera un puñetazo.

— ¿Por qué?

—Porque odio ver que se pelea con otras personas—respondió para después darse la vuelta y mirar al chico de forma directa —. No es la primera vez que lo llevan preso por causar problemas. ¿Y sabes qué es lo peor? Que el… ¡Juró que no lo volvería hacer! Y ahora mírame. Mírame, una vez más esta “Tonta” va a tener que perdonarlo.

—…Bueno. Creo entender su situación, y…

—No creo que lo entiendas.

—…Claro que sí.

—No. ¿Y sabes por qué?

El chico negó con la cabeza.

—Porque nunca te ha pasado. Porque se nota a leguas que tú nunca has vivido una situación así, en la que debes ir a la comisaría a declarar, porque a tu pareja se cruzó por la cabeza hacer algo que no debía hacer.

El joven no sabía qué responder. No tenía idea de cómo tranquilizar a la mujer, y hacerle ver su punto de vista con respecto a la situación que estaba viviendo.

Es más, en muchas de las cosas que ella le planteaba le parecían injustas. Como, por ejemplo: El hecho de prometerle a su pareja no hacer algo indebido, para luego ir y hacerlo de nuevo. En eso el chico estaba de acuerdo; pero resultaba difícil que ella lo viera. Johana se cerraba en sus propios pensamientos, y no había forma de sacarla de ellos. Y sin saber qué hacer, solo se le ocurrió invitarla al hotel y sentarse en el bar a tomar unos tragos. A decir verdad, no sabía si ella iba a aceptar una invitación como esa. Por cómo iban las cosas, todo parecía indicar que no. Lo más seguro es que lo rechace; pero aun así el joven decidió intentarlo.

—Tengo una idea. ¿Por qué no vamos al bar y nos tomamos unos tragos? Yo invito.

— ¿Lo dices enserio?

—Por supuesto. Así nos conocemos mejor, y de paso me cuentas con detalles, qué fue lo que pasó. ¿Qué dices? ¿Acepta la invitación?

—Owww…eres un chico muy dulce.

— Eso es un… ¿“Si”?

La mujer sonrió y respondió:

—Me encantaría; pero ahora no tengo ganas de follar contigo.

— ¿Follar? No, no, no me malinterprete. No es lo que tenía en mente. Aunque bueno; debo admitir que es usted una mujer muy guapa; pero…no tengo intenciones de “Follar” con usted. Así que es mejor que no se haga ideas raras en la cabeza. Es más; usted me recuerda mucho a mi madre.

—… ¿Crees que soy estúpida?

—…No…Claro que no. Es solo que yo…

—Con su permiso—lo interrumpió la mujer—. Pervertido…

—No. Señorita…por favor espere…no era mi intención…lo que pasa es que. —La mujer se marchó sin que Nick pudiera hacer nada para detenerla. La vio cruzar la calle y tomar un taxi al frente del Hotel. Aquel taxi la llevaría hasta la comisaría, donde se encontraría con su esposo e intentarían solucionar nuevamente sus problemas matrimoniales. El joven mientras tanto se quedó lamentando una posible relación de amistad con la mujer.

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