El escenario en aquel cuarto de hospital era devastador. Ignacio, no quería separarse del cuerpo de Laura, el médico se acercó y le puso la mano en el hombro.
—Muchacho debes retirarte, necesitamos desconectar a Laura. No tiene sentido que sigas aquí —aconsejó.
—Un minuto más se lo ruego. Déjeme despedirme — suplicó el joven desolado.
— ¡Laurita por favor despiértate! ¡Te lo imploro despierta mi amor! —exclamó llorando.
El dolor estaba enloqueciendo a Ignacio, tanto así que tuvo la impresión de haber visto una luz muy brillante en la habitación como si fuera la silueta de una mujer; el jovencito sacudió su cabeza, de repente sintió que su esposa, tomó su mano.
Nacho pensó que era algún reflejo; pero lo
Kate palideció, y su corazón bombeó con fuerza.— ¿Qué cosa? —preguntó poniéndose de pie, angustiada—. No doctora esos resultados deben estar mal.—Estos análisis nunca se equivocan, pero si tienes dudas ven para examinarte —aconsejó Ana Cristina.Kate observó a Tefa con el semblante descompuesto, no sabía qué hacer en ese momento. La joven Grimaldi le aconsejó que hiciera caso lo que decía su tía, es así que Kate se dirigió al biombo, se quitó la ropa y luego subió a la camilla.Ana Cristina le solicitó que respirara profundo mientras introducía el transductor en el interior del útero de Katherine. La doctora observaba en la pantalla.— ¿Qué ves tía? &iq
«Después de tanto esfuerzo, por fin mi sueño se va a hacer realidad» dijo en su mente, mientras colgaba la llamada y observaba a Kate acercarse a él acompañada de Tefa. Fernando, apenas tuvo a su novia en frente la abrazó emocionado. —Ya sé que me extrañas y no puedes vivir sin mí. Pero no creo merecer tal recibimiento —expresó ella sonriendo y disimulando su nerviosismo. —¡Kate, no sabes lo que acaba de pasar! —exclamó feliz —Si no me dices no tengo idea —respondió con curiosidad. —Me llamó el señor Alonzo Grimaldi, estoy en la lista de preseleccionados para formar parte del FBI —expuso Fernando, muy emocionado volviendo a abrazar a su novia—. Tengo una entrevista, debo preparar unos documentos. ¿Te das cuenta Kate?, desde que tú estás en mi vida me has traído tantas alegrías. Ella se emocionó al escucharlo hablar así estaba muy feliz por é
Al día siguiente. La ciudad de New York, amaneció con un sol brillante, el agente García, después de su largo entretenimiento, se bañó y arregló para acudir a su trabajo en casa de su amada Katherine. Subió a su auto: «One more night by Phil Collins» empezó a sonar. Conducía cantando la canción, contento, de repente su celular vibró: Era un mensaje de Kate, diciendo que lo esperaba en su habitación. Fernando sonrió y pensó que era referente a la sorpresa que ella le tenía; claro que se le hizo extraño que lo invitara a pasar estando su padre en casa; supuso que Damián había salido temprano, y conociendo a Kate, todo era posible con ella. Fernando llegó a la mansión saludó a sus compañeros de trabajo, sin ser visto subió hasta la habitación de su novia, golpeó la puerta, nadie le contestó, giró la perrilla y se le llevó la desagradab
Katherine se sentó en la fría banqueta al exterior de su mansión, gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas, mantenía una de sus manos en su vientre, aferrándose al pequeño ser que ahora llevaba en su interior. Su mente se hallaba nublada de los enmarañados recuerdos de minutos atrás en donde los dos hombres que debían amarla y protegerla, la habían destruido. De Damián no se sorprendía en lo absoluto. Pero gracias a Fernando su corazón terminó por hacerse añicos. Su guardaespaldas no solo se había convertido en el hombre que la resguardaba de los peligros de mundo exterior, sino también la había ayudado a pegar las piezas rotas que el desamor y los maltratos de su padre le causaron. Sin embargo, Fernando García se convirtió en su verdugo. La juzgó, humilló, y se marchó como un energúmeno, odiándola. —Todos los hombres son iguales —susurró bajito—. Espero seas niña —comentó acariciando su abdomen aún plano. Inclinó su rostro
Laura observó a Nachito con cierta aflicción, mil ideas se le vinieron a la mente de la joven, dudas que martillaban su corazón. Comprendía que su enfermedad no era nada fácil, incluso no tenía miedo de morir, su mayor temor era que Ignacio se cansara de todo ese proceso que se venía encima, ella consideraba que no era justo que él tuviera que pasar por todo eso, recluido en la habitación de un hospital cuidando una enferma. «Él se merece una muchacha sana y no una enferma como yo» Varias lágrimas empezaron a recorrer por las mejillas de la joven. — ¿Mi amor que tienes? ¿Por qué lloras? —averiguó él con preocupación. —Ignacio ¿Tú estás seguro de soportar todo esto a mi lado? —gimoteó la joven—. No me parece justo contigo, te ataste a una enferma. Laura se llevó las manos al rostro para seguir llorando, experimentaba una profunda tristeza. —Recuerd
Ignacio aún permanecía en la habitación de su esposa tratando de convencerla de que juntos iban a luchar no solo en contra de aquella nefasta enfermedad, sino ante cualquier obstáculo que se pusiera el camino de su amor.—Laurita, yo voy a estar a tu lado en todo esto —aseguró el joven—. Sé que van a haber días terribles y otros no, sin embargo, debemos pensar en positivo —expuso Nacho—. Por favor luchemos juntos por tu vida. ¿Si cariño? —interrogó el joven.«Gracias Dios a pesar de esta terrible enfermedad tengo un hombre que me ama y que con su ayuda voy a salir adelante. No me voy a dejar vencer. Vamos a superar esta dolencia» dijo en su mente la chica.—Si cariño, desde ahora en adelante voy a tener una actitud positiva. Me voy a curar por ti mi amor.El joven s
Esa misma noche el Padre Fausto, cerró su despacho parroquial, mientras las señoras que le ayudaban en la iglesia aseguraban las puertas.Kate lo esperaba para ir a casa, cuando salieron, caminó junto con el sacerdote, y cruzando la calzada llegaron a la pequeña villa, con un hermoso jardín lleno de rosales.El clérigo abrió las puertas e invitó a Kate, a pasar.—Por favor sigue, esta es tu casa —indicó el sacerdote.—Muchas gracias padre Fausto, si no fuera por usted…El religioso interrumpió.—Fue Dios quien te trajo hasta acá Katherine, no estés triste, piensa en tu bebé —aconsejó.—Muchas gracias padre —expresó y ladeó los labios en una leve sonrisa —.
Días después. El momento por el cual Fernando, había esperado toda su vida por fin llegó, estaba tan nervioso que desde hace días no paraba de vomitar, y esa mañana no era la excepción. Se revisó con un médico, y no le encontraron ninguna enfermedad, se atribuyó su dolencia a los nervios. Salió de su departamento, muy elegante con su impecable traje negro y camisa blanca; subió a su auto encendió el reproductor de música. «Ahora quién by Mark Anthony» empezó a escuchar. —¿Ahora quien? Si no soy yo me miro y lloro. En el espejo y me siento estúpido ilógico, y luego te imagino toda regalando el olor de tu piel, tus besos, tu sonrisa eterna, y hasta el alma en un beso en un beso va el alma...—canturreó entonces la imagen de Katherine se le vino a la mente. —¡Cómo pude ser tan estúpido! — se cuestionó presionando con fuerza el volante de su auto—. Esa niña rica