Capítulo 54

Esa misma noche el Padre Fausto, cerró su despacho parroquial, mientras las señoras que le ayudaban en la iglesia aseguraban las puertas. 

 Kate lo esperaba para ir a casa, cuando salieron, caminó junto con el sacerdote, y cruzando la calzada llegaron a la pequeña villa, con un hermoso jardín lleno de rosales.

El clérigo abrió las puertas e invitó a Kate, a pasar.

—Por favor sigue, esta es tu casa —indicó el sacerdote.

—Muchas gracias padre Fausto, si no fuera por usted…

El religioso interrumpió.

—Fue Dios quien te trajo hasta acá Katherine, no estés triste, piensa en tu bebé —aconsejó. 

—Muchas gracias padre —expresó y ladeó los labios en una leve sonrisa —.

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