Fernando no asimilaba aún lo del embarazo de Katherine. Su corazón bombeaba con fuerza, estaba tan asustado de verla pálida, inconsciente en los brazos de Estefanía, que sin dudar un segundo la cargó en sus brazos y la llevó hasta el dispensario para que Ana Cristina la revisara, entonces ingresó al consultorio como un loco, la doctora se asustó:
—¿Qué sucede? ¿Qué ocurrió con Kate? —cuestionó al instante que Fernando la colocó con delicadeza en la camilla—. Ella salió en perfectas condiciones de aquí. —Observó con seriedad al agente.
—¡Todo fue culpa de Fernando! —exclamó Tefa sollozando.
Ana Cristina los sacó a ambos del consultorio, para revisar a Kate.
— ¡Eres un idiota Fernando! — gritaba Tefa mientras lloraba y le daba golpes en el pecho. Él se sentía tan culpable en ese momento, que los alaridos y agresiones de la adolescente no eran nada, comparado al dolor que percibía al
Queridos lectores les dejo un nuevo capítulo. Terrible para Fernando enterarse de todo. ¿Qué hará ahora? No olviden dejar sus comentarios.
Días después Ignacio y Laura, se dirigieron al consultorio de Ana Cristina, querían retomar su vida normal, eso significaba tener relaciones sexuales con la debida protección. Los últimos exámenes médicos realizados a la joven indicaban mejoría. Llegaron tomados de la mano irradiando la alegría contagiante de la juventud, esperaron que Ana terminara de atender a unos pacientes e ingresaron a la consulta. —Buenos días —saludaron a dúo, la doctora se puso de pie, y respondió con un efusivo abrazo al par de jovencitos. —Muchachos que alegría tenerlos por aquí —expresó contenta la doctora—. ¡Laurita se te ve mucho mejor! — exclamó Ana Cristina. —Si tía estamos felices, el último hemograma que se efectuó Laura dio buenos resultados, los glóbulos y plaquetas no han disminuido se mantienen estables y para su enfermedad eso es favorecedor —coment
Katherine después de terminar sus labores en el centro comunitario, se sentó a descansar en una de las bancas del patio posterior, observaba a los infantes jugar, deseaba estar ocupada todo el día y no pensar en las ofensas de Fernando. «¿Por qué tenía que volver?» se preguntó en su mente. Luego de aquel incidente con él, Katherine estaba reflexionando en la posibilidad de marcharse del centro comunitario; sin embargo, era muy feliz ahí, además también existía el inconveniente de que nadie le iba a dar trabajo estando embarazada y que cuando naciera su niña, no tendría con quién dejarla. «¡Malditos hombres, todos absolutamente todos son iguales!» expresó en su memoria presionando sus puños. Justo en ese momento Laura la miró, había llegado buscando al padre Fausto para pedirle un consejo, pero no lo encontró por lo que se acercó a su amiga, y cada que se aproximaba más, observaba con nostalgia el
—Kate, por favor necesito hablar contigo —suplicó Fernando de una manera muy distinta a la última vez que discutieron. Se veía triste, pálido como si estuviera enfermo, hasta más delgado. —Yo no tengo nada que hablar contigo Fernando —declaró Kate, con firmeza—. Las cosas entre nosotros están muy claras, te pido que no vengas a molestarme —concluyó sin observarlo. Él permanecía con la cabeza agachada, no tenía valor de mirarla a los ojos, su rostro reflejaba mucha melancolía. —Los dejo solos —indicó Laurita—. Vengan niños acompáñenme a buscar al Padre Fausto. Kate quiso evitar que su amiga la dejara a solas con Fernando, pero le fue imposible. —¿Me vas a escuchar? —volvió a suplicar él. — ¿Acaso tengo otra alternativa? —respondió ella. —Kate, serías tan amable de mirarme por favor —imploró—. No me gusta hablar co
Días después.El humo de la pizza inundó el ambiente en el departamento de Fernando. Beto, Ignacio y Leo, sentados en el banquillo de los acusados, escuchaban los reclamos del agente García.—Ustedes son mis amigos —cuestionó—, por respeto a nuestra amistad debieron avisarme que Kate, estaba embarazada.—¿De qué hubiera servido Fernando? —inquirió Leo—. De todos modos, habrías dudado de la paternidad de la niña.—Es cierto, además Kate, nos pidió guardar el secreto —expuso Ignacio.—Y ustedes muy fieles a ella, que a mí que me conocen desde niños — increpó Fernando a sus amigos.—No es una cuestión de fidelidad, sino que tú estabas convencido de que Ka
Días después. Laura estaba más tranquila con lo del tema de los niños. Empezó a trabajar junto a su mamá en el orfanato, con los debidos cuidados para no contraer infecciones. Los últimos hemogramas no eran muy alentadores, es así que la joven tuvo que volver a las transfusiones una vez por semana. Nick continuaba con las investigaciones para dar con el padre de la chica, al parecer tenían una importante pista, pero el detective no había podido viajar al pueblo donde vivió la presunta abuela de Laurita. Esa tarde Ignacio pasó por su esposa para invitarla a cenar, saludó con su mamá y su suegra, y luego ambos salieron del orfanato. Ariadna se quedó hasta más tarde revisando varios documentos sobre unos bebés que serían adoptados. Las ventanas sonaron con fuerza debido a los fuertes vientos que azotaban la ciudad indicando que la lluvia se aproximaba, entonces tanto Constanza y Ariadna se
Meses después. "Según las previsiones de los expertos: José provocará fuertes vientos e intensas lluvias en los cinco condados, aunque el peligro de inundaciones será mayor en Brooklyn, Queens y Staten Island" Se escuchaba en el noticiero que tenían los enfermeros de aquel lugar en donde habitaba aquella mujer. —¡Hey! —Interrumpió uno de sus compañeros. —¿Sabes que este sitio se puede venir abajo cuando la tormenta llegue? —cuestionó—. Podemos aprovecharnos del alboroto, y escapar de aquí sin que nadie se dé cuenta, yo ya tengo listo todo ¿Te apuntas Gabriela? —¡Mi hija! —exclamó la mujer—. Yo solo quiero ver a mi niña —suplicó—. Ella es tan pequeña me necesita —¡Hey reacciona loca! —gruñó el hombre que la acompañaba—. Ante mí no tienes que fingir, si te vas conmigo vas a poder buscar a tu hija. Gabriela obser
Después de casi cuatro horas de viaje por el mal temporal Fernando, llegó a la parroquia con varios compañeros para prestar ayuda. Escuchó la voz del Padre Fausto dando indicaciones, el agente García se dirigió hacia donde él se encontraba y lo saludó: —Buenas tardes. ¿Dígame que necesita?, Vine con varios compañeros para ayudar. —Fernando, muchacho gracias por estar aquí —suspiró el sacerdote con algo de alivio—, tengo niños y personas de la tercera edad en la iglesia, el techo va a colapsar y el agua está ingresando —explicó el sacerdote angustiado. — Padre: ¿Kate en dónde se encuentra? —averiguó Fernando, preocupado. —Tranquilo hijo, la envié con Laurita al refugio deben estar allá —comentó el sacerdote, pero Fernando seguía con un mal presentimiento. — ¡Padre Fausto! —exclamó agitado Ignacio—. Kate y Laura no están en el refugio —afirmó desesperado—. Hola Fernando,
Al día siguiente. Ignacio acariciaba el cabello de Laura, quién aún permanecía dormida en la habitación del hospital. La junta médica le había informado al joven que debían empezar de inmediato con las quimioterapias, en unas semanas más la medula ósea de la jovencita, tenía que quedar al 0%, para poder realizar el trasplante de células madres. Existían riesgos como en todo caso, pero también las esperanzas eran alentadoras, por lo que necesitaban un segundo plan y en eso la intervención de Ariadna era indispensable. Laura abrió los ojos aún, adormecida, la cabeza le dolía producto del golpe que sufrió: —¿Cómo están Kate y la bebé? Fue lo primero que la joven preguntó, recordando el momento en que la rama de aquel árbol, estaba a punto de caer sobre Katherine. —Tranquila, cariño —susurró Ignacio—. Kate,