La lluvia azotaba los ventanales de la habitación de Katherine, parecía que el firmamento deseaba acompañarla en su dolor. La chica miraba como el agua bañaba los cristales, entonces su mente evocó el último cumpleaños que vivió junto a su madre.
Se vio de niña corriendo con sus amigos, recibiendo abrazos, felicitaciones y sobre todo en aquella época tenía el cariño de su madre, doce primaveras habían pasado desde la muerte de ella.
Kate cumplía aquel día veinte años, y lágrimas viajaban por sus mejillas. Agradeció tanto el hecho de que Damián estuviera fuera de la ciudad, entonces recordó la invitación del agente García, se secó el rostro, y se metió al cuarto de baño.
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Mientras tanto despu&eac
Luego que la canción finalizó, Katherine sintió sus piernas temblar al ver la silueta de Fernando acercarse a ella.—¿Está contenta? ¿Le gusto la fiesta?Katherine no pronunció nada, tan solo se lanzó a los brazos del agente, lo abrazó emocionada.—Fernando García después de muchos años, este ha sido el mejor cumpleaños de toda mi vida, estoy en deuda contigo. No tengo como pagarte —expresó Katherine aun en los brazos de él.—Yo me conformo con que hoy sea feliz. Deseo que disfrute de su fiesta, no me gusta ver tristeza en su mirada.El corazón de ambos a ritmo lento se fue acelerando. Los dos se observaron a los ojos. La aflicción, y soledad de Kate se iban dispersando aquel día; sin embargo, la inseguridad de Fer
Esa misma noche Fernando, impulsivo como era él, redactó su renuncia; sin embargo, no iba a esperar al día siguiente para entregársela a Kate, tomó las llaves de su auto y salió rumbo a la mansión Blake, junto con el obsequio que ella dejó olvidado.Encendió su reproductor de música: «No volveré by José Luis Rodríguez» sonaba en ese momento. Entonces decidió hacer algo para despedirse de ella.*****La habitación de Kate de nuevo se inundó de tristeza, por más que trataba de entender a Fernando, no tenía explicación a su comportamiento, entonces recordó todo lo que había vivido aquel día al lado de él.Una de las empleadas golpeó la puerta de la habitación de la joven:—Señorita Katherine, l
Esa misma tarde Ignacio y Laura, llegaron a la casa del joven. Ary se hallaba en la cocina, ultimando los detalles de la cena de la noche. —Señora Ariadna buenas tardes ¿Desea que le ayude en algo? —preguntó la jovencita. —No Laurita tranquila, ya está casi todo listo —contestó Ariadna, sonriendo de manera dulce. — Porque no van a ver televisión mientras termino la comida —sugirió Ariadna. —Vamos a mi habitación Laurita —propuso el joven. —Bueno Nachito. Los dos tomados de la mano caminaron hasta la habitación de él. Laurita observó con atención la decoración de la alcoba del joven, los muros mostraban tonalidades celestes, gris, blanco. Notó como tenía acomodados sus libros, la guitarra, los cd de música. Mientras la jovencita observaba todo a su alrededor. Nacho cerró la puerta y luego se acostó a un lado de la cam
Kate no salió de su habitación en todo el día. Solo bajó a la cocina para servirse el almuerzo, mientras el agente García, con los demás guardaespaldas se encontraban en el jardín de la casa.La joven lo observó desde una de las ventanas, y como si ambos siguieran un llamado del corazón sus miradas se cruzaron.Kate, enseguida giró su rostro hacia el plato de comida; sin embargo, Fernando a paso lento se dirigió a la cocina.—Señorita Katherine —expresó y la miró con ternura—, perdone molestarte, quería preguntarle si me necesita hoy.Kate arqueó una de sus cejas y observó a Fernando con intriga.—¿Por qué? —indagó ella.—Es que requiero permiso para salir temprano.&
Kate observaba a la familia Grimaldi, lo afectuosos que eran entre ellos, todo era muy distinto a lo que ella vivía, era evidente el amor que sentían unos por otros.«¡Cómo me hubiera gustado tener una familia así!» exclamó Kate, en su mente; claro que se sentía tranquila, al ver que Ignacio, y Laura, no la juzgaron por lo que hizo su prima.—Buenas noches, hija —saludó el padre Fausto—. Te fuiste sin despedirte de la fiesta —advirtió observándola con atención.Kate se ruborizó, sintió vergüenza con el sacerdote por haberse ido de esa manera de su celebración.—Hola, tuve una emergencia —balbuceó.El religioso a pesar de que ella había cubierto con maquillaje el moreton de la mañana, notó
Días despuésKate salía de su jornada de clases en la universidad, caminaba en dirección al estacionamiento cuando de repente escucho:¡Katherine! ¡Katherine!No distinguía a lo lejos al joven que se acercaba, una vez que lo tuvo en frente se dio cuenta de que era Leo.—¿Katherine estudias aquí? —preguntó el chico con curiosidad.—Sí, en la escuela de negocios y tú —inquirió Kate.—Yo también estoy en la facultad de medicina, tengo una beca —explicó Leo.—¡Qué interesante! —exclamó ella y buscó con la mirada a su escolta.—Kate este fin de semana vamos a ir a Long Lake y te quería preguntar si quieres
Los jóvenes entonaban muy divertidos las canciones, el playlist de Tefa, tenía todo tipo de música y como era muy pegada a la abuela María y ella le ponía a ver telenovelas mexicanas, se le dio por escuchar melodías antiguas:«Tan Cerca by Flavio Cesar» inundó el auto.—Enamorado, de ti, aunque no sientas lo mismo. Que casi me convierto en tu sombra. Una sombra infeliz, porque soy para ti. Sólo un amigo… —tarareó Fernando.Los chicos se tranquilizaron y varios de ellos pudieron percibir las miradas del agente García, y Katherine mientras la canción se reproducía.Así pasaron casi dos horas de viaje, y aún les faltaba un largo trayecto, aparcaron en una estación de servicio. Las muchachas aprovecharon para hacer varias cosas, mientras los chicos, compraban
Los jóvenes observaban por las ventanas el camino que conducía a Long Lake, mientras la fresca brisa, les cubría el rostro. —Tefa, es hora de poner música de la buena —solicitó Leo. La hermana menor de Ignacio, obedeció. — ¡Comenzaron los vallenatos! — exclamó Fernando negando con la cabeza. «Distintos destinos by Binomio de Oro» empezó a sonar. —No debí poner mis ojos en alguien como tú...— tarareó Katherine y miró a su escolta. —¿Kate te gustan los vallenatos? —preguntaron todos a la vez, la joven Blake, sonrió. —Hubo una señora que trabajó siete años en mi casa cocinando, ella era de Colombia y ya se imaginaran que música ponía todos los días. A mí me gustaba pasar con esa mujer, y así me fui enamorando de los vallenatos —aclaró la joven. —Yo nací en Colombia —mencionó Leo. — ¿Tú n