Capítulo 5. Vino

Decidimos celebrar mi fina victoria en un restaurante muy elegante. Nos recibieron con todo el respeto que el Duque de Reid se merece. El mismo gerente se nos acercó con el chef en línea para saludarnos y estrechar la mano de mi padre. 

“Espero que tenga una excelente estadía, Su Excelencia.”

“No seas tan formal Gale,” mi padre siempre había repudiado la sobriedad con lo que lo trataban, incluso sus más allegados conocidos. “Estamos festejando a mi niña.”

“¿Señorita Edén?”

El Gerente Gale Jin era un antiguo amigo de mis padres, conocido de la universidad. El pobre hombre solía ser acosado cada vez que se hacían las reuniones en la mansión. Mi padre nunca lo dejaba ir sin tenderle una broma. Tal vez porque sus reacciones siempre eran las mismas, es decir, sin cambio en su cara. No había broma que lo hiciera reír, simplemente mostraba la misma cara, la misma sonrisa llena de gentileza y amabilidad como un hombre de negocios. 

Tal vez, eso mismo era lo que inspiraba a mi padre para tratar cada vez más.

“Buenas tardes, Tío Jin,” le mostré mi mejor sonrisa, una inspirada en su cara de gentileza. Él me regresó la misma.  

“Buenas tardes, Señor Jin,” como siempre, Vanesa, irrumpiendo mi batalla de sonrisas con el hombre. 

Sin embargo, cualquiera que sea su objetivo, no lo logró. ¿Cómo iba a poder engañar a ese hombre de sonrisa entrenada?

El hombre solo la miró y asintió con la cabeza. ¡Mi héroe!

“¿Cuál es la razón del festejo, Su Excelencia?”

“¿Cuándo dejarás de ser tan estirado? Ni siquiera yo me comporto de esa manera, ni siquiera Erik,” sobra decir que mi papá solo hablaba de forma tan informal con sus más cercanos amigos y conocidos, incluso con el Rey Erik. Los dos sinvergüenzas se reunían para hacerle bromas al pobre Señor Jin. “En fin, mi niña es ahora la mejor calificación del examen de admisión.”

Lo vi, la nariz de mi padre estaba mirando hacia el techo y sus ojos brillaban con ese raro resplandor de papá orgulloso. Por alguna extraña razón, sentí como nacía una sonrisa en mi cara.

“Es impresionante, Señorita Edén,” mi tío Jin me miró con una sonrisa similar a todas las otras, pero esta vez, una pequeña muestra de sinceridad se asomaba. “Imagino que usted dará el discurso el primer día.”

“Eso me han pedido, sin embargo, aún no he dado respuesta,” no quería estar en el centro de atención el primer día de clases. Que cansancio. Si pudiera dejárselo a otra persona... Tal vez Vanesa no me diría que no. 

“Si me lo permite, le recomendaría ser la que lleve esa responsabilidad, Señorita.”

¡Oh no! Me acaba de leer el pensamiento. No es que haya ocultado mi irresponsabilidad. 

“¿Por qué dice eso, tío Jin?”

“Las personas que dan el primer discurso usualmente son invitadas a ser parte del club de honor de la escuela.”

¿Y yo para qué quiero ser parte de tan destacado club de honor? Seguramente son un grupo de arrogantes hijos de nobles jugando a ser sus padres. 

“Son normalmente privilegiados con una sala privada para estudiar, por si en algún momento desea estar sola, Señorita,” este hombre sabe cómo hacerme flanquear. Lugar privado, lejos del bullicio de jóvenes apresurados por contactos. “También tienen acceso a un comedor privado, aliado a este restaurante...”

No tenía que decir más. Dio en el clavo. La comida de este lugar era mi favorita. 

“Creo que daré el discurso,” mi sonrisa cegó a mis padres con toda la desvergüenza de una hija glotona. 

“...”

Sí, era cierto, si en mi vida anterior, lo que me importaba era mantenerme delgada y con buena salud, quería verme bella para ese hombre, y numerosas dietas acosaron mis días… Bueno, en esta vida, no importa más, que ardan las dietas. Disfrutaré de este delicado cielo en el que he caído aunque sea lo último que haga. 

“Por cierto, Gale, ¿por qué hay tan pocos comensales? ¿No me digas que ya has quebrado?”

“Por supuesto que no, ahora tenemos un invitado especial en el segundo piso, no le gusta el ruido ni las multitudes, así que solo estamos atendiendo a las reservaciones de varios días atrás. A excepción de los cuartos privados.”

Mi curiosidad estaba en su máximo. ¿Quién era ese hombre? Sin embargo, esos dos no dijeron palabra alguna. Ni siquiera una pista. Mi madre igual, ni siquiera mi hermano. Me sentía excluida.  Al menos Vanesa y mi tía tampoco sabían a quién se refería. Eso lo hacía peor. 

“Por favor síganme a la habitación.”

Nos guió por un pasillo largo hacia una amplia habitación adornada con finos muebles y una vajilla ya preparada para el banquete. Esto será estupendo. Ya imaginaba la deliciosa comida, jugosa carne, delicados platillos, tal vez un poco de vino y un postre para llevarnos a las nubes. 

¿Dieta? No conozco más esa palabra. 

Dos horas después, mi estómago estaba a reventar, me sentía un poco mareada, pero feliz. Ese vino era impresionante. Tal vez demasiado potente para mi frágil cuerpo. 

“Edén, ¿estás bien?” Jason me susurró preocupado.

Asentí, sin embargo, tuve que disculparme delicadamente para ir al tocador. Traté de no tambalearme, pero mi mirada ya no enfocaba. No puede ser…

Decidí regresar a la habitación y esperar a que ellos se encargaran de mí. Pero… al girar la perilla y entrar… 

“¿Quién eres tú? ¿Quién te dejó entrar aquí?”

Una voz gruesa, pero fría me detuvo en seco. Aunque solo por un segundo. Tenía mareo y sentía tanto calor que no podía resistir más. Necesitaba algo frío que refrescara y despertara mi conciencia. 

Tiré mi saco al suelo y tomé lo que pensé era una botella de agua. Error, enorme error. 

“¡Espera!”

Otra vez la voz, sin embargo, esta vez la sentí más cerca. 

“¿Quién eres?” le pregunté al hombre que me miraba con una extraña expresión. “¿Por qué estás aquí? Este… no es...”

Sentí como me tambaleaba y mis piernas perdían fuerza. Sabía que iba a caer, solo que…

“¿Estás bien?”

“¿Uh?”

“… ¿Estás bien?”

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