Mi madre me explicó que el Duque, dichoso y atractivo Duque Albert, se había adelantado a toda situación. Al parecer, sabía que mi padre no dejaría que ese hombre se casara conmigo, no cuando nos encontró en tan comprometedora situación, pero no tuvo opción.
El tal Duque hizo la solicitud ante el Rey Erik a primera hora de la mañana y lo logró. Pidió mi mano en matrimonio, y el Rey sin dudarlo lo aceptó. No sé qué artilugios o sobornos presentó ante el Rey, pero solo unas cuantas horas pasaron para que mi destino jugara conmigo de nuevo.
¿No debería yo estar de acuerdo con todo esto? Fue un error, solo un error, un pequeño sorbo y todo mi mundo volvió a estancarse en problemas con otro hombre. <
La cena estuvo deliciosa, nunca había sentido tanta dicha al saborear la comida de mis queridos chefs. Los ángeles y a la vez demonios de esta mansión. ¿Cómo no lo iban a ser cuando con sus propias manos creaban semejantes manjares que sólo llamaban a la tentación?Sin embargo, el placer de esta cena no solo estaba en los platillos suculentos que tanto me deleitaban, sino en este hermoso hombre a mi lado. Lo sentía, sus ojos no dejaban de rogarme que le prestaran atención y me pedían que le regresara la mirada y le sonriera por un segundo, pero no podía, más bien, no quería.Era un deleite jugar un poco con su corazón y distraerlo cuando intentaba decirme algo, pero sus palabras solo quedaban en el viento, sin respuesta.
El día siguiente no fue como esperaba, el Duque se fue a su mansión temprano. Dijo que necesitaba arreglar algunos asuntos primero antes de salir conmigo, pero prometió regresar antes de que acabara el día.Sin embargo, yo sabía que había algo que me estaba escondiendo, su mirada no era normal, aunque ¿desde cuándo sé cuál es su mirada normal?No era difícil saber qué lo preocupaba, los ojos de mi padre y los de mi hermano daban la impresión de que sabían lo que había pasado la noche anterior, y estaban a punto de explotar, incluso mi mamá no dejaba de mirarme y asentir con una pequeña sonrisa. Sus comentarios sobre nietos, nietas e incluso los años felices de novios de mi papá con ella salieron en la conversació
Los siguientes días, no me despegaba del teléfono. Se acumulaban los mensajes en mi bandeja, se acumulaban las sonrisas en mi cara y los suspiros en mi boca. Ese hombre coqueteaba conmigo cada segundo, y sus pequeños guiños y expresiones no me dejaban de animar el fuego en mi interior. Solo esperaba para verlo.“Prima, hoy habrá una fiesta en el hotel Joya,” Vanesa se acercó con su pequeña y disimulada sonrisa.Sabía lo que diría, sabía lo que tramaba, ¿cómo no iba a ser evidente? Pero… tal vez, por hoy caiga en su trampa. Solo hoy.“Es para festejar el inicio del año, ¿verdad?”Yo había recibido la invitación, l
Las copas chocaron, las risas se hicieron más fuertes y las mejillas se enrojecieron cada vez más. Mientras nosotras brindamos, los demás se unieron a con alegría. Muchas más copas se alzaron y yo sabía que cada vez alguien seguía sirviéndome más. Nunca la sentía vacía.Veía la cara de Vanesa, veía la cara de sus dos secuaces. Guiñaban y ocultaban una mirada de complicidad. No tenían idea de que yo las veía, no tenían idea de que Ana también ocultaba una mirada y una sonrisa. Pronto el mejor momento de la noche iba a comenzar, y un pequeño show de inicio de año prometería el éxito de la fiesta.¿Qué mejor espectáculo?“E
“Escuché que Edén había invitado a dos hombres a su habitación.”“¿Qué?”“Si, yo también la vi, Vanesa la había dejado en su habitación, pero unos minutos después dos hombres llegaron y ellos empezaron a coquetear sin escrúpulos en el pasillo.”“¿Cómo es posible? Si ella se ve tan pura e inocente.”“¿Cómo sabes que ella es inocente? Incluso las más elegantes y finas damas de la sociedad como ella, tienen ciertas necesidades, además, una cara como la de ella seguro que atrae a cualquier mosca en este lugar.”“Oye, ¿Crees que lo est&
“No tienes vergüenza,” el hombre no me dejó ducharme sola, no me dejo limpiar mi cuerpo con mis propias manos, él solamente se hundió en mí sin aviso ni preparación. Lo sentí, moviéndose dentro sin ningún remordimiento.Las últimas veces, yo había tomado anticonceptivos, y después lo había obligado a usar preservativo o no lo dejaría hundirse en mí. No planeaba tener un bebé y asumir una responsabilidad tan importante a estas alturas de mi vida. Tal vez en el futuro, cuando esté cansada de la vida mundana de placeres y deseos. Tal vez, en ese momento me sienta satisfecha y pueda dejarle mi vida a un pequeño o pequeña. No me importaría ser madre soltera.“¿En qué piensas, mi peque&nt
Dejamos el tema delicado a un lado, y la seriedad se esfumó como si nunca hubiera existido en primer lugar. Me llevó a desayunar a un lugar selecto en el hotel, solo nosotros dos en toda la terraza. La vista era espectacular. “Señorita,” el mesero llegó con un pequeño postre creado especialmente para mí. Estaba delicioso, un pastel de trufa de chocolate que se derrita en mi boca. “Gracias, todo estuvo estupendo.” Albert me respondió con una pequeña sonrisa, “ven.” Se recargó en la silla y extendió su brazo con la mano abierta hacia mí. La tomé, y rápidamente, cambie de asiento. Ahora ya no estaba sola en esa pequeña silla, ahora me acompañaban unas piernas elegantes y fuertes, y un pecho que me volvía loca. No tenía opción, la Universidad Imperio sería mi día a día después de hoy, no más Lina y sus suaves masajes a mi espalda a diario, no más comida deliciosa a cualquier hora del día, no más cenas con mis padres, al menos, no hasta que puede ir con ellos.Ahora no había más que libros, notas, clases, y miradas de alumnos clavadas en mi espalda y en mi voluptuoso trasero y pecho. Incluso ahora mismo las sentía, mientras subía al estrado del auditorio, sentía esas miradas llenas de deseo como si quisieran comerme. Desagradable.“Queridos y queridas, alumnos y alumnas de la Universidad Imperio, es un placer y honor, para mí ofrecer el primer discurso para los que inician su vida académica en esta magna institución&helliCapítulo 16. Dormitorio