[Perspectiva de Edén]
No lo entendía, ¿cómo llegué aquí? Yo solo quería un poco de agua para mi garganta seca, solo agua. ¿Qué tenía esa botella entonces?
No puede ser. No puede ser.
Solo recuerdo que lo bese, y después… lo volví a besar. Pero él… él me respondió, me llenó la boca con su lengua y no me dejó escapar. Sentía que me asfixiaba, sentía que el calor me abrumaba y solo cuando me quitó el vestido… no, no, no pude evitarlo, y él… ese hombre no se resistió.
No lo puedo creer. Mi primera vez en este mundo fue con un desconocido, en el restaurante del amigo de mi papá, mientras terminábamos la cena. Y además, fue totalmente apasionado, casi cómo si fuéramos viejos amantes.
No puedo negar que ese hombre era atractivo, sumamente bien parecido, con ojos grises que parecían comerme el alma. Y sus labios… oh dios, sus labios, casi me vuelven loca.
Pero no solo eso, sus manos y la forma en que sus dedos tocaban en mi piel parecían encender cada vez más mi deseo. No… no lo puedo negar, me gustó, y tal vez de saber que él estaría ahí para aliviar mi frustración, lo hubiera hecho de nuevo. No importa, no importa, solo fue una vez. ¿No es así?
“¿Mamá?”
Me desperté al día siguiente con un dolor de cabeza y un dolor muscular intenso en todas partes, incluso allí abajo.
Pensé que era un sueño, pensé que nada había pasado y que todo se quedaría como un recuerdo nublado por el vino.
Pero cuando esta estúpida memoria regresó poco a poco, y los detalles se hicieron más vívidos, fue cuando entendí la mirada de mi madre, y la de Lina. Las dos me veían con extrañeza y un rubor en sus mejillas. También había cierta risa…
“¿Qué… qué pasó?”
“La bebida que tomaste estaba drogada,” mi mamá suspiró.
Sentía su mirada en mi cuello. No tenía que preguntar por qué, sabía que ese hombre había marcado cada centímetro de mi piel. Aún sentía sus labios en mi espalda cuando me desvistió por completo, sus dedos seguían navegando dentro de mí, pero solo cuando él me tomó fue cuando sentí el deseo explotar en mí.
Nunca había sentido eso, ni siquiera con el bastardo de mi vida pasada.
“¿Quién…?”
No podía levantar la vista. Me sentía tan avergonzada. El hombre me había hecho gritar y llorar en éxtasis miles de veces y si no nos hubieran interrumpido, estaría dispuesta a seguir toda la noche hasta que cada lágrima de mis ojos hubiera sido exprimida.
Mi madre suspiró. “Vístete y baja a desayunar.”
“Mamá…”
“Solo hazlo, Edén, ya sabrás quién es ese hombre.”
Tenía miedo, había un brillo extraño en los ojos de mi madre que me provocaban ansias. No era algo malo, en cambio, parecía extrañamente contenta. Descarada Duquesa.
“¿Li… Lina?”
Lina tenía los ojos rojos mientras saltaba a mi cama a darme un abrazo.
“Mi señorita ya ha crecido.”
“...”
***
“Quiero expresar mis más sinceras disculpas, Duque de Reid,” escuché la voz de un hombre a lo lejos.
Ya había terminado de vestirme, o más bien, terminado de maquillarme para ocultar cada marca visible en mi piel.
Tuve que utilizar una blusa de cuello alto y manga larga a pesar del calor del verano. Sin embargo, lo que me hacía enfadar y enrojecer más era que no solo eso estaba marcado, sino mis piernas y más adentro.
Lina no podía dejar de reírse de mí.
“No tengo forma de explicar lo que pasó, la bebida estaba drogada y la señorita Edén desafortunadamente la tomó. Sin embargo, estoy dispuesto a asumir la responsabilidad.”
Las palabras del hombre me detuvieron en seco en la escalera. La voz… esa voz la recordaba del hombre que me preguntó mi nombre mientras yo no podía ni siquiera enfocar la mirada.
“Edén…” mi padre me observó y el hombre que estaba sentado frente a él se levantó y se giró hacia mí. Ojos grises, y cabello negro. Atractivo y con una mirada gentil. Después una pequeña sonrisa, brillante, casi hipnotizante.
¿Qué es lo que me está pasando?
El hombre se acercó a mí y sostuvo mi mano para besarla. El recuerdo del día anterior volvió a mi cabeza, cómo esos finos labios se habían sumergido en mi piel y sus manos y sus dedos. No… no puedo seguir pensando en ello. Fue un accidente. Una cuestión de una sola vez…
“¿Qu… quién es…?
“Mi nombre es Albert du Eylos, mi querida Edén.”
“¿Qué?”
“Ven,” me guió hacia abajo sin contestar mi pregunta. “Saluda a tu padre primero, después podremos hablar a solas.”
¿Quién se cree este hombre?
“Edén,” mi padre me miró preocupado, “este es el hombre con el que…” se aclaró la garganta. Se le veía enfurecido casi a punto de estallar. Tal vez, por esa razón Jason no estaba aquí, si no, hubiera matado a este hombre.
“Edén,” el hombre continuó cuando mi padre tuvo problemas para decirme lo que sea que hubiera decidido. “A partir de hoy eres mi prometida.”
“¿Papá?” miré al hombre que aún seguía tratando de contener su furia. “¿Qué está pasando? ¿Prometida? Pero… todo fue un error… me disculpo señor, ayer no estaba pensando con claridad, no creo que sea necesario llegar a tanto, por favor, regresé…”
“Edén,” mi padre me observó con desesperanza, “el rey ha aprobado el compromiso, no se puede deshacer.”
“¡¿Qué?!”
Mi madre me explicó que el Duque, dichoso y atractivo Duque Albert, se había adelantado a toda situación. Al parecer, sabía que mi padre no dejaría que ese hombre se casara conmigo, no cuando nos encontró en tan comprometedora situación, pero no tuvo opción.El tal Duque hizo la solicitud ante el Rey Erik a primera hora de la mañana y lo logró. Pidió mi mano en matrimonio, y el Rey sin dudarlo lo aceptó. No sé qué artilugios o sobornos presentó ante el Rey, pero solo unas cuantas horas pasaron para que mi destino jugara conmigo de nuevo.¿No debería yo estar de acuerdo con todo esto? Fue un error, solo un error, un pequeño sorbo y todo mi mundo volvió a estancarse en problemas con otro hombre.<
La cena estuvo deliciosa, nunca había sentido tanta dicha al saborear la comida de mis queridos chefs. Los ángeles y a la vez demonios de esta mansión. ¿Cómo no lo iban a ser cuando con sus propias manos creaban semejantes manjares que sólo llamaban a la tentación?Sin embargo, el placer de esta cena no solo estaba en los platillos suculentos que tanto me deleitaban, sino en este hermoso hombre a mi lado. Lo sentía, sus ojos no dejaban de rogarme que le prestaran atención y me pedían que le regresara la mirada y le sonriera por un segundo, pero no podía, más bien, no quería.Era un deleite jugar un poco con su corazón y distraerlo cuando intentaba decirme algo, pero sus palabras solo quedaban en el viento, sin respuesta.
El día siguiente no fue como esperaba, el Duque se fue a su mansión temprano. Dijo que necesitaba arreglar algunos asuntos primero antes de salir conmigo, pero prometió regresar antes de que acabara el día.Sin embargo, yo sabía que había algo que me estaba escondiendo, su mirada no era normal, aunque ¿desde cuándo sé cuál es su mirada normal?No era difícil saber qué lo preocupaba, los ojos de mi padre y los de mi hermano daban la impresión de que sabían lo que había pasado la noche anterior, y estaban a punto de explotar, incluso mi mamá no dejaba de mirarme y asentir con una pequeña sonrisa. Sus comentarios sobre nietos, nietas e incluso los años felices de novios de mi papá con ella salieron en la conversació
Los siguientes días, no me despegaba del teléfono. Se acumulaban los mensajes en mi bandeja, se acumulaban las sonrisas en mi cara y los suspiros en mi boca. Ese hombre coqueteaba conmigo cada segundo, y sus pequeños guiños y expresiones no me dejaban de animar el fuego en mi interior. Solo esperaba para verlo.“Prima, hoy habrá una fiesta en el hotel Joya,” Vanesa se acercó con su pequeña y disimulada sonrisa.Sabía lo que diría, sabía lo que tramaba, ¿cómo no iba a ser evidente? Pero… tal vez, por hoy caiga en su trampa. Solo hoy.“Es para festejar el inicio del año, ¿verdad?”Yo había recibido la invitación, l
Las copas chocaron, las risas se hicieron más fuertes y las mejillas se enrojecieron cada vez más. Mientras nosotras brindamos, los demás se unieron a con alegría. Muchas más copas se alzaron y yo sabía que cada vez alguien seguía sirviéndome más. Nunca la sentía vacía.Veía la cara de Vanesa, veía la cara de sus dos secuaces. Guiñaban y ocultaban una mirada de complicidad. No tenían idea de que yo las veía, no tenían idea de que Ana también ocultaba una mirada y una sonrisa. Pronto el mejor momento de la noche iba a comenzar, y un pequeño show de inicio de año prometería el éxito de la fiesta.¿Qué mejor espectáculo?“E
“Escuché que Edén había invitado a dos hombres a su habitación.”“¿Qué?”“Si, yo también la vi, Vanesa la había dejado en su habitación, pero unos minutos después dos hombres llegaron y ellos empezaron a coquetear sin escrúpulos en el pasillo.”“¿Cómo es posible? Si ella se ve tan pura e inocente.”“¿Cómo sabes que ella es inocente? Incluso las más elegantes y finas damas de la sociedad como ella, tienen ciertas necesidades, además, una cara como la de ella seguro que atrae a cualquier mosca en este lugar.”“Oye, ¿Crees que lo est&
“No tienes vergüenza,” el hombre no me dejó ducharme sola, no me dejo limpiar mi cuerpo con mis propias manos, él solamente se hundió en mí sin aviso ni preparación. Lo sentí, moviéndose dentro sin ningún remordimiento.Las últimas veces, yo había tomado anticonceptivos, y después lo había obligado a usar preservativo o no lo dejaría hundirse en mí. No planeaba tener un bebé y asumir una responsabilidad tan importante a estas alturas de mi vida. Tal vez en el futuro, cuando esté cansada de la vida mundana de placeres y deseos. Tal vez, en ese momento me sienta satisfecha y pueda dejarle mi vida a un pequeño o pequeña. No me importaría ser madre soltera.“¿En qué piensas, mi peque&nt
Dejamos el tema delicado a un lado, y la seriedad se esfumó como si nunca hubiera existido en primer lugar. Me llevó a desayunar a un lugar selecto en el hotel, solo nosotros dos en toda la terraza. La vista era espectacular. “Señorita,” el mesero llegó con un pequeño postre creado especialmente para mí. Estaba delicioso, un pastel de trufa de chocolate que se derrita en mi boca. “Gracias, todo estuvo estupendo.” Albert me respondió con una pequeña sonrisa, “ven.” Se recargó en la silla y extendió su brazo con la mano abierta hacia mí. La tomé, y rápidamente, cambie de asiento. Ahora ya no estaba sola en esa pequeña silla, ahora me acompañaban unas piernas elegantes y fuertes, y un pecho que me volvía loca. Último capítulo