Capítulo 37

— ¿Cómo amaneciste amor mío?

Habían pasado casi tres semanas. Theresa, vestida con un fino camisón de algodón blanco, estaba sentada en la cama en la habitación de Michael. Ya estaba completamente recuperada, las heridas físicas y emocionales estaban sanadas, ella se sentía feliz al lado del hombre que amaba. Michael le demostraba su amor a cada instante, con sus mimos, gestos y miradas. Él no paraba de consentirla y no le permitía hacer absolutamente nada, cada vez que abría la boca tenía un ejército de doncellas que se desvivían en atenderla.

— Estoy perfectamente — se levantó de la cama sonriendo y tomó a Michael de la mano y lo sentó en el sofá y ella se sentó en sus piernas.

— Ya veo que realmente estás mucho mejor — le dijo él con picardía.

Ella comenzó a juguete
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