— Desconocía ese lado agresivo, tuyo milady.
— Y yo desconozco por completo el hombre que tengo al frente.
— Yo no soy el único que ha mentido en esta relación.
— Qué cínico que eres, yo siempre fui sincera contigo, jamás te oculté nada. — dijo ella lanzándole una mirada de reproche.
Él se rio a carcajada.
— Por Dios Theresa me asombra tu descaro ¿No sé por qué estás tan molesta? Es que no recuerdas todo lo que me dijiste en la carta.
— ¿Qué carta? — preguntó ella confundida.
Él sacó un sobre del bolsillo del pantalón.
— ¿Recuerdas esto? — preguntó él agitando el sobre.
Ella frunció el ceño
— No sé qué es eso.
— Por favor no mientas, tú
Los delitos llevan a las espaldas el castigo.Miguel de CervantesMichael la atrajo hacia sí una vez más y la besó durante un buen rato, profunda y cariñosamente. Luego se separaron y Theresa se sentó en el borde de la cama mientras que él le comenzaba a narrarle la historia de su vida.—Mi verdadero nombre es Edward Michael Russell, el hijo menor del sexto Duque de Bedford. Mi hermano mayor, John, era el heredero del título, desde que nació fue criado para asumir el ducado... — Continuó él sumergiéndose en sus recuerdos — yo al ser el hijo menor no tuve que llevar la gran carga que representaba ser heredero de un ducado, vivía mi vida a mi manera y hacía lo que me gustaba, la relación entre mi hermano y yo era buena... John era muy protector, aunque solo me llevaba dos años — Michael sonrió y continuó hablando — mis padres no eran los típicos padres ingleses fríos e insensible, más bien era amorosos y se desvivían por mi hermano y por mí. Después de terminar mis estudios de Oxford de
— Me vuelves loco...Él dejó que fuera ella quien siguiera llevando el ritmo. Theresa intentó aminorarlo de nuevo para que el momento durara una eternidad. No obstante, el deseo lo dominaba todo. La sangre rugía en sus venas, no podía detenerse, no podía aminorar sus movimientos, no podía controlarse. Siguió moviéndose con frenesí, con las rodillas pegadas a las caderas de Michael, que levantaba el cuerpo para hundirse más en ella cada vez que descendía. La tenía aferrada por las caderas mientras ella subía y bajaba, el inmenso placer les asaltó los sentidos y los impulsó al clímax al mismo tiempo. Una experiencia maravillosa y única para los dos.Muy temprano en la mañana Michael entró en su despacho y George ya lo estaba esperando.— Quiero que te vayas inmediatamente a Londres y le des aviso a Wadlow que es la
Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga.Víctor Hugo— ¿Muerto? — Preguntó ella sorprendida —No puedo creerlo.— La doncella llegó para hacerle servicio a la habitación, tocó la puerta a ver que nadie contestó, entró confiada y se encontró con la dantesca imagen.— ¡Oh, Dios mío! — dijo ella nerviosa. — Hace un par de horas habíamos discutido en el jardín, me parece mentira que ahora este muerto.Los invitados curiosos que se encontraban en los alrededores estaban atentos a la reacción que Theresa tuviera en ese momento, por lo que Michael decidió sacarla de allí.— Ven, vamos a otro lugar.La tomó del codo y la condujo hacia la habitación.Ella en ese instante estaba intentando calmar el torbellino de sentimientos que la estaban quemando por dentro. Tenía un sentimiento de culpa muy fuerte porque quizás debería sentir un poco de pena por la muerte de un ser humano, pero no sentía nada de eso, le daba vergüenza admitirlo con ella misma, pero la realidad no se podía ocultar
— Claro que tenemos un problema, me robaste lo que era mío.— Yo no te he robado nada, Samantha.— Edward era mío, maldita, solo mío.<<Entonces, era cierto lo que siempre había sospechado, esa mujer sentía algo más que una amistad por Michael>>Sam comenzó a hablar y Theresa aprovechó la oportunidad para meter la mano en su capa y agarrar un pañuelo que tenía dentro del bolsillo y soltarlo en el camino sin que ella se diera cuenta.—Él siempre fue mío hasta que tú llegaste — dijo Samantha con resentimiento —Al principio, cuando me di cuenta de que Edward estaba interesado en ti, me alegré. Cuando lo conocí era un hombre resentido y amargado que solo tenía en mente la venganza, yo me enamoré de él perdidamente, hacía hasta lo imposible para que se fijara en mí, pe
El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece.Jacinto BenaventeMichael corrió hacia donde se encontraba las dos mujeres, Samantha cayó al suelo luego del segundo disparo que salió de la pistola de Michael, el tiro fue certero.Él estaba desesperado. Se acercó a Theresa la cogió con cuidado; La tomó en brazos, con una mano detrás del cuello para sostenerle la cabeza.— Mi amor... Theresa... — Le dijo en voz baja, al verle la sangre que manaba de su pecho y que ella estaba tan pálida, se sintió más desesperado, aunque verificó el pulso y estaba viva, eso le dio esperanza —Princesa —le susurró al oído— por favor, abre los ojos. Ya todo ha pasado.Theresa al escuchar su voz reaccionó.—Michael —gimió ella, pero parecía incapaz de enfocar la mirada. Se le llenaron los ojos de lágrimas, que le caían por el rabillo del ojo.—Oh, Dios mío, mi amor —susurró él, limpiándole las lágrimas.— Tenía miedo de no volver a verte —consiguió decir Theresa con un hilillo de vo
— ¿Cómo amaneciste amor mío?Habían pasado casi tres semanas. Theresa, vestida con un fino camisón de algodón blanco, estaba sentada en la cama en la habitación de Michael. Ya estaba completamente recuperada, las heridas físicas y emocionales estaban sanadas, ella se sentía feliz al lado del hombre que amaba. Michael le demostraba su amor a cada instante, con sus mimos, gestos y miradas. Él no paraba de consentirla y no le permitía hacer absolutamente nada, cada vez que abría la boca tenía un ejército de doncellas que se desvivían en atenderla.— Estoy perfectamente — se levantó de la cama sonriendo y tomó a Michael de la mano y lo sentó en el sofá y ella se sentó en sus piernas.— Ya veo que realmente estás mucho mejor — le dijo él con picardía.Ella comenzó a juguete
— ¿Qué me pasó? — preguntó la doncella al recuperar la conciencia.— Te has desmayado — le dijo Theresa — Me has dado un susto de muerte.— No sé qué me pasó.— Ya el médico está por llegar.— No, no hace falta que se moleste por mí, eso no debe ser nada.— Jenny por favor, no me quedaré tranquila hasta que el doctor te vea, mi sexto sentido no me falla, algo me decía que tenía que regresar.Theresa se salió de la habitación cuando el médico llegó para revisar a Jenny, una vez que examinó a la chica el hombre se reunió con ella en el salón.— ¿Doctor, qué tiene mi doncella? ¿Es algo grave? ¿Por qué se ha desmayado?— Lo que tiene la jovencita no es nada grave, los desmayos son muy normal en su estad
El dolor silencioso es el más funesto.Jean-Baptiste Racine— No me pegues más, te lo suplico.— Cállate perra — le gritó el hombre, mientras agarraba por los cabellos a su mujer —eres una basura, no sirves para nada… Que sea la última vez que me preguntas con quién estoy.A la mujer le dolía el estómago, le dolía el pecho, estaba aterrorizada. El hombre la levantó y volvió a abofetearla con tanta fuerza que ella cayó al piso y la sangre corrió por su boca; su marido no cesó en su ataque y le dio una patada en el estómago.Theresa gritó instintivamente, se cubrió su vientre con los brazos.— Detente… No le hagas daño a mi hijo.El barón de Lexinton estaba enceguecido por la ira y no hizo caso a las palabras de la atormentada mujer y volvió a golpearla sin piedad a tal punto que ella perdió el conocimiento.En el momento en el que Theresa volvió en sí, se encontraba acostada en su cama, le dolía todo el cuerpo, pero el dolor se incrementaba en el vientre, intentó abrir los ojos mas no