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Dulces Mentiras
Dulces Mentiras
Por: Karla Weber
Capítulo 1: Reina de las Mentiras

Reina de las mentiras

—¡Dios! ¿Por qué mi suerte es tan mala? —Callie Evans quiso refunfuñar ante su malísima suerte. Tras hacer contacto visual con las últimas personas en el mundo que ansiaba ver.

Ambos se acercaban con grandes sonrisas hacia ella.

Con cautela y presunción, retrocedió suavemente algunos pasos. Queriendo poner un poco más de distancia por medio. Miro a su alrededor de manera inquisitiva, buscando una salvación.

¿Cómo cojones haría para salir de esa situación? 

En ese momento quería volverse invisible ante la mirada de los halcones que querían ir tras ella. Pero, sobre todo, salir ilesa.

Y entonces sucedió, su nombre saliendo entre chillidos de la boca de una víbora. Con el suficiente veneno para matar a todo el planeta. —¡Callie! ¡Hermosa! ¡Me alegra tanto volver a verte! ¡No puedo con la emoción!

Al hacer contacto visual con la susodicha, se vio obligada a inclinarse para recibir un sonoro beso en su mejilla, y abrazo que dejó sin aire sus pulmones. Aunque eso no significaba nada para una de la socia élite rica y malcriada, siendo exactos, para Ginny Bradford. Su antigua compañera de universidad y ex amiga.

La tensión pudo ser perceptible en el momento en que Fred se inclinó a saludarla de manera sonriente, usando sus manos de la forma más inapropiada para un hombre con pareja.

Frederic Myers Lancelot, el futuro descendiente de una de las fortunas más viejas de Estado, y poseedor de una arrogancia en extremo para demostrarlo.

Él y Ginny estaban comprometidos, pero lo más incómodo de la situación era que... también fue su prometido.

No hay que malinterpretar la situación. Callie había aprendido muy bien la lección.

No confiar tu corazón a los hombres.

Especialmente a los de la misma clase que Fred.

Esos en especial, tenia una red flag en la frente.

Hace algunos años atrás, mientras ella se mataba trabajando y estudiando para obtener su título y un nombre en la comunidad de los negocios y la contabilidad. Su ex prometido en conjunto con la mujer parada frente a ella, trabajaban duro, mutuamente, cada noche en los dormitorios, durante muchos más meses de los que alguna vez se atrevieron a confesar.

Cada episodio de aquel momento le importaba una m****a ahora. Aunque su depresión por haber perdido a dos de las personas más importantes de su vida le había costado una depresión y varias terapias recuperativas.

Al final supo una cosa, no encajaba en ese mundo. Fred y Ginny eran la pareja ideal a sus ojos, ambos con grandes fondos monetarios de respaldo desde su nacimiento, una arrogancia innata y una disposición a realizar lo que les plazca.

Callie no tenía nada de eso. Junto a su hermana Joey, habían sido criadas por sus abuelos, después de que sus padres tuvieran un accidente que les cobró la vida. Nunca hubo fondo fiduciario, por lo que tuvieron que quebrarse la espalda trabajando, cabía decir que ambas estaban acostumbradas, vivir en la parte más pobre la gran Manzana, significaba trabajos arduos y pesados, un desafío que ellas y sus abuelos tenían día con día.

—¿Qué haces aquí? —Callie volvió a la realidad al escuchar la voz de Fred. 

¿Serán tan imbéciles? pensó.

Ella miro entre los árboles la pancarta colgante, y levantó su mano para señalarla.

—Organización benéfica a favor de animales abandonados... Uhh. —hizo una pausa para encontrar las palabras adecuadas—. ¿No estamos todos por la misma razón?

—¡Claro que sí, tonta! —Ginny exclamó en su dirección, soltando una risa sarcástica.

Tontos serán ellos, murmuró en su mente.

—Mis padres nos pidieron que los representamos en este evento. —continúo bajando la mirada hasta la perrita en sus brazos—. Compramos esta hermosura hace algunos minutos.

—¿Acabas de comprarlo? ¿Tu tía no tiene un albergue con muchos de ellos?

—Si, pero combina con mi abrigo. Ya sabes cómo soy... con ella obtengo el look perfecto.

Fastidiosa.

Callie quería reírse de las tonterías que salían de la boca de Ginny.

¿Quién conseguía un perro para hacer match con su atuendo?

Paso con delicadeza la mano por su cabello, seguía preguntándose cómo había soportado la voz chillona de Ginny durante tanto tiempo, si pudiera añadir extras a su currículum, diría que tiene el récord por escuchar voces chillonas.

Ella se sobresaltó al sentir un lengüetazo en su pierna derecha. Mientras que Ginny jadeo cuando el perro se acostaba en los pies de Callie.

—¿Qué es eso? —dijo Ginny.

—Un perro. —respondió Callie, encogiéndose de hombros.

—¡Ya lo sé! ¿Por qué babea tanto? ¿Está enfermo? Esta chiquita de aquí no hace nada de eso. —objeto.

—Es mi perra Kira. No te preocupes, babea cuando está feliz de encontrar conocidos. —jalo un poco la correa para que se levantará, y al hacerlo, planeo una respuesta inteligente—. ¡Saluda Kira! Se buena chica para mamá.

Siguiendo las órdenes de su dueña, Kira prosiguió a realizar un saludo perruno adecuado. Lamidas en su pies, manos y rodillas, que posteriormente se convirtió en un intento de besar a Ginny en la cara.

—Es tan linda. —Callie sintió una satisfacción al ver cómo Kira había acallado los chillidos de Ginny. Parándose en dos patas—. Umm... es dulce... Pero ¿Puedes llamarla?... contigo, cariño. 

—Kira, ven acá. —hizo una pausa, queriendo reírse cuando Kira no quería alejarse de Ginny—. Parece amarte, Ginny. —espero unos segundos hasta que su mascota se situó de nuevo a su lado—. Fue un gusto volver a verlos, pero estoy en el evento por parte de la empresa en que trabajo, y tengo que ir y socializar con los invitados.

Era una mentira Intermedia. No tenía que socializar con nadie por la empresa, pero si era una manera de alejarse de ellos, la tomaría con gusto. Había decidido asistir al evento para poder agregar otra impresión a la lista de Blackstone industries.

—No es necesario que tengas que irte, Callie. —Ginny hizo un ademán desinteresado—. Estás socializando con nosotros. —suspiró dramáticamente tomando del brazo a su prometido—. Cuéntanos, Callie. ¿Cómo estás?... ¿Sales con alguien?

La comprensión cayó en el rostro de Callie, dado que todo se reducía a esa pregunta. Ginny estaba interesada en saber si seguía con la depresión por haber encontrado a Fred con ella.

Podía jugar el juego de sus rivales, por qué estaba segura que no dejaría que la vieran perder.

Se prometió a su misma no rebajarse al mismo nivel de Ginny. Pero al final de cuentas podría ser publicista, creía firmemente en vender lo que la gente quisiera creer, incluso si había mentiras de por medio. Estaba llena de rencor por ellos, y no volvería a caer pisoteada.

La venganza podía ser dulce, si está bien planificada. Pero Callie no parecía entender que en ocasiones pensar con cabeza fría es la mejor opción.

Un apuesto desconocido venía en su dirección, y viéndolo como un ángel caído del cielo. Caminó para acortar la dirección entre ella y el extraño, reunió toda su confianza y le tomó el brazo.

No tuvo el suficiente tiempo para procesar lo que hacía, y aunque trataba de analizar de donde podía provenir, nada en su vestimenta o en su andar le indicaba su procedencia.

Tampoco es que Callie fuera la persona mas sociable y las mas interesada en conocer el mundo exterior.

—¡Oh, amor! —exclamo dándole una sonrisa firme—. Pensé que tardarías más en venir. Pero llegas justo a tiempo para conocer a mis viejos amigos, Ginny y Fred.

El desconocido frunció el entrecejo, por lo que Callie le dio una mirada suplicante.

Sígueme la corriente.

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