Callie podía sentir que se encontraba en una superficie suave y acolchada, a diferencia del duro suelo en el que había caído antes de perder la conciencia. Aún con los ojos cerrados, distinguió como algo quisquilloso era pasado por su nariz, junto con otra sustancia que no era alcohol, pero lo suficientemente fuerte como para sacarla de su trance. Súbitamente, sus ojos se abrieron y se sentó con tanta rapidez que Grant no tuvo un reflejo para quitar su mano a tiempo. —¡Auch! —jadeó Callie de manera adormilada, llevando una de sus manos al puente de su nariz. —Lo siento, me tomaste por sorpresa. —manifestó Grant, dándole un poco de espacio. ¿Dónde carajos estoy? Se preguntó, teniendo breves flashes diciéndole a su jefe que era un loco acosador y psicópata. —Graham Blackstone. —murmuró para sí misma. Lo había arruinado todo, pensaba, maldiciendo en sus adentros por no haber cerrado la boca cuando le convenía. El día que decidía sacar sus pensamientos, era el día en que ocurría un
Reflexionando sobre las últimas 72 horas, Callie caminaba de un lado a otro por su oficina. Lo más probable es que formará un denso agujero en el piso con sus altos zapatos, pero por el momento, lo que ocupaba su mente, era más grande que eso. Sabía que su vida estaba llena de pequeñas fachadas, pero está última, lograba ponerla a prueba. Nunca se sintió mal por las cosas que hacía, sin embargo, tenía episodios de cansancio y frustración, que no eran tan frecuentes en su vida. Sabía que ya no podría evadir a Grant y la cena. Pudo haberse excusado diciendo que estaba con un dolor de cabeza, que realmente era una verdad a medias, por qué el golpe que había sufrido había sido bastante fuerte. Sin embargo, esta vez no tendría escapatoria.No paraba de pensar sobre que podía ponerse ¿Algo casual? ¿Elegante? Y lo más importante ¿Era una cita real? Negó con la cabeza, la forma en la que lo pidió se sintió tan real, que su mente se tendía a olvidar que solo era temporal, que Grant estaba en
—Blackstone es un hombre con suerte. —Juliet levantó su pulgar indicándole lo impresionante que se veía.—Te ves hermosa. —halagó Antonio.—Gracias. —Callie sonrió un poco tímida por los cumplidos. No se sentía cómoda con ellos, pero al parecer, hoy era el día en que sus conocidos los usarían.Eran más de la seis de la tarde, por lo que, Blackstone industries lucía sumido en el silencio, justo como las tardes de los martes.Agradecía un poco de que no hubiera tantos trabajadores, aunque sabía que se miraba bonita. No podía evitar sentirse insegura acerca de su nueva apariencia, a sabiendas de que los trajes de oficina son su zona de confort.Pero, sobre todo, se sentía nerviosa de lo que Grant dijera sobre su apariencia.Juliet señalo los ascensores. —Hubo una entrega mientras estabas afuera. Cerré la puerta y lo dejé en tu escritorio... —Juliet guiñó un ojo— disfruta.—Está bien, subiré a guardar estas cosas y le echaré un vistazo. Llevaba consigo más cosas de las que necesitaba par
—¡Mira a quienes tenemos aquí! —Ginny y su usual tono chillón, estaba amenazando en convertir su agradable cena en un fiasco—. ¿Cuáles son las probabilidades de toparse con ustedes? ¿Dos veces en la misma semana? Cuando nunca lo hemos hecho antes... ¡Es extraño y un poco raro!—Estoy de acuerdo. —concordó Callie en un murmullo, maldiciendo su mala suerte. —Es una grata coincidencia. —expresó Grant con una gran sonrisa—. Por lo general solemos quedarnos en casa. Ya saben... las cosas privadas de pareja. —insinuó, acariciando la mano Callie sobre la mesa. Con el pulgar, delineó el anillo de piedra fina, a sabiendas de que avecinaba la mirada de Ginny sobre la costosa joya. Ginny sonrió de manera maliciosa, primero daría una lucha, antes de ser derrotada. —¡Eso es casi como nuestros planes!. —se llevó la mano al pecho—. Preferimos estar en casa, en vez de salir, pero todo el mundo está en nuestra contra. ¡Siempre quieren invitarnos a todo! —la mirada de Ginny se dirigió al resplandecie
—¡Suelta todo! —Joey saltó sobre ella al momento en que abrió la puerta de su pequeño y viejo apartamento.Amber cerró su puerta con una patada, riéndose de las actitudes sofocantes y curiosas de la maquillista. Callie sentía que faltaba poco para que la puerta se derrumbara contra ellas, sabía que dentro de poco podría haber un derrumbe en el edificio.Y todo, por culpa de Amber. A duras penas y el edificio se mantenía en pie.—No hay nada que contar.—¡¿Cómo que no hay nada que contar?! —exclamó Amber caminando detrás de ellas.—Despertarás a los vecinos con tus gritos. —regaño Callie, frunciendo el entrecejo.—¿Bromas, ¿verdad? Nosotras somos tus ÚNICAS vecinas de este piso en ruinas. —Joey colocó la mano en una de las paredes, aspiró una larga bocanada de aire antes de soplar contra el desgastado tabique, se sacudió antes de girar ante la mirada de su loca amiga y recatada hermana—. ¿Qué? Agradezcamos al menos que es resistente al aire.—No ayudas, Joe. —Amber volvió a mirar a Cal
—Dos cafés medianos. —Callie alzó su voz entre el bullicio de la cafetería.—Ya está saliendo tu orden. —le respondió la cajera de la cafetería en la cual Callie se detenían todas las mañanas. Ya era una clienta fija, por lo cual no era de extrañar que su pedido fuera dado con rapidez.Esta se quedó a un lado del mostrador, observando el ajetreado movimiento de las empleadas. En pocos minutos estaba saliendo de nuevo al Uber de Amber con dirección a la empresa.—Entonces... —Amber quería obtener respuestas—. ¿No le dirás a Joey la verdad acerca de Grant? —cuestionó.Callie se quedó callada, procesando la respuesta que Amber obtendría. —Le dije que Grant y yo nos conocíamos desde hace mucho tiempo... Es mi jefe, después de todo.—¿Y el anillo?—No lo ha visto. —dijo Callie, viendo el llamativo anillo en su dedo—. Piensa que la relación es sería, y posiblemente no se sorprenda. No es la primera vez.—Creo que estoy de acuerdo en esa parte. —concordó Amber—. Pero Joey está más alerta, po
El tráfico era un completo desastre en la hora pico, agrégale a eso, los sonidos insistentes que los conductores realizaban al tocar la bocina de su auto con suma insistencia.—¡Ahhhh! —Amber tocó la bocina como si fuera una baterista—. ¡Demonios!—¡Deja de tocar la bendita bocina! —Callie le dio una mala mirada—. Me terminas de estresar.—Odio tener que lidiar con los tráficos. —Amber colocó las manos sobre el volante, apretándolo con fuerza—. ¡Me sofocan!—Creo que ese sería el colmo de los taxistas.Amber soltó una carcajada, girándose brevemente para ver a Callie. —Para mí lo es. Aunque la respuesta a eso es llamarse Uber ¿Te imaginas?Callie empezó a reírse. —Sería… ¿Interesante?—¡Diablos! Ya me imagino tener un nombre como ese ¡Uber, ven aquí!.Ambas detuvieron su charla cuando los autos en la fila avanzaron por la carretera. Empezó a preocuparse al ver que su hora de entrada se estaba acercando, y al parecer el flujo de autos no iba a disminuir por alguna hora o dos.Revisó la
Callie mantenía una mano sobre la puerta, sin poder moverse de su lugar. Su mirada se intercala entre Grant, la diseñadora Bells Merriweather, y los bocetos de vestidos de novia.El fuerte carraspeo de Grant, atrajo la atención de Callie, sacándola de sus ensoñaciones. —¿Podrías darnos un minuto, Bells? —Grant se dirigió a la mujer, quien no tardó en asentir.—¡Claro! —musitó con toda de emoción—. Creo que tomaste a tu prometida por sorpresa, les daré algunos minutos para que se pongan al corriente. —con una sonrisa, se dirigió a Callie—. Soy Bells Merriweather, diseñadora.Ambas mujeres se estrecharon la mano de forma cordial. —He escuchado mucho sobre usted, es más, admiro su trabajo.—Es un halago, que la futura señora Blackstone me lo diga. —la mujer le guiño el ojo—. Con su permiso.Cuando la puerta se cerró detrás de ella, llevó una mano a su cadera, sin dejar su postura profesional. —¿Podría explicarme esto, señor Blackstone? —inquirió, en un tono serio, que no dejaba lugar pa