Callie mantenía una mano sobre la puerta, sin poder moverse de su lugar. Su mirada se intercala entre Grant, la diseñadora Bells Merriweather, y los bocetos de vestidos de novia.El fuerte carraspeo de Grant, atrajo la atención de Callie, sacándola de sus ensoñaciones. —¿Podrías darnos un minuto, Bells? —Grant se dirigió a la mujer, quien no tardó en asentir.—¡Claro! —musitó con toda de emoción—. Creo que tomaste a tu prometida por sorpresa, les daré algunos minutos para que se pongan al corriente. —con una sonrisa, se dirigió a Callie—. Soy Bells Merriweather, diseñadora.Ambas mujeres se estrecharon la mano de forma cordial. —He escuchado mucho sobre usted, es más, admiro su trabajo.—Es un halago, que la futura señora Blackstone me lo diga. —la mujer le guiño el ojo—. Con su permiso.Cuando la puerta se cerró detrás de ella, llevó una mano a su cadera, sin dejar su postura profesional. —¿Podría explicarme esto, señor Blackstone? —inquirió, en un tono serio, que no dejaba lugar pa
—¿Entonces... ya tienes uno? —inquirió mirando con una sonrisa a las dos mujeres que miraban sus movimientos. La logro distraer, apilando comida en plato y distrayéndola con otra conversación alejada. Pero no tenía escapatoria. Si no empezaba a hablar, la mujer a su lado tomaría medidas.—No, no es que lo vaya a utilizar de todos modos.—Lo necesitas, para mañana.—¿Ah? —Callie se alejó un poco, para poder verlo a la cara—. Creo que te estás perdiendo, Grant. No necesito un vestido para degustación de pasteles, sino para la boda. —murmuró entre dientes, sin dejar de sonreír.—Tampoco soy un idiot@, Callie. —Grant se rio—. Pero Ginny no te invito por qué quisiera que fueran mejor amigas de nuevo, o por qué apreciará que estuvieras en algo tan importante. Lo hace para tener otra cosa que alardearte... será una especie de concurso con cosas de boda, ¿Qué le mostrarás si pregunta?Touche.Lo tiene todo fríamente calculado.No podía refutar ante eso, porque, para su desgracia, tenía razón.
—En un momento salen tus cafés, linda. —gritó la mujer desde el mostrador, dando la vuelta rápidamente para seguir con su trabajo. Era normal que los comensales la conocieran, puesto que cada mañana estaba en la fila esperando dos cafés medianos. Destinados para Juliet y Antonio.—Aquí tienes, Callie. — dijo una joven, que al parecer era nueva en el negocio, colocando los dos cafés y un mocca de los grandes sobre el mostrador.—¡Oh!, creo que esto no es mío, solo son dos cafés medianos. —musitó Callie, frunciendo el entrecejo. La chica miró el pedido y luego se giró hacia la dueña, quien siempre estaba atenta en la caja de recibos. —Permíteme un minuto. —comentó, caminando hasta donde su jefa se encontraba. La mujer se volvió a mirarla, tras el señalamiento de la chica. Y en cuestión de segundos, se encaminó hasta ella.—¿Siempre llevas dos cafés medianos? —preguntó la dueña.—Siempre. —respondió asintiendo—. Por eso...—¿Te llamas, Callypso o Callie? —preguntó mirando su teléfono.
—Eso espero, no me gusta recibir sorpresas en esta categoría.—No te preocupes por eventuales sorpresas, eres joven y bonita, deberías aprender a disfrutar del momento. —aconsejó Antonio, con su habitual espíritu jovial y despreocupado—. Aunque con Juliet, hemos notado lo radiante y feliz que te ves durante esta semana. —Juliet asintió, estando de acuerdo—. ¿Algún prometido que ayude a sacar ese brillo en tus ojos?—Nada de eso es real. Lo sabes, ¿No? Sin embargo... —levantó sus dedos para hacer comillas—. Ese brillo del que hablas se verá opacado por mi encuentro con Ginny y Fred esta tarde, tenemos pendiente la degustación de pasteles para su boda. Realmente, Grant se ha estado preparando mucho para eso... —divagó con sus palabras—. Demasiado para el caso.—Eso es interesante. —Juliet dijo en voz alta sus pensamientos.—¿A qué te refieres con eso?—Que nuestro jefecito se está tomando en serio su papel de prometido ¿Qué más ha hecho?—Para empezar, el anillo... —señalo la joya, que
Después de algunas horas encerrada en su oficina, esperando interiormente poder ocultarse de Grant, tuvo que ponerse sus bragas de niña grande, salir y encarar la situación. Faltaba poco para la hora pactada, por lo que se dispuso a ir al encuentro de Grant, quien estaba atareado y en una vigorosa pelea por llamada.Callie frunció el ceño al acercarse y escucharle desde el otro lado de la puerta.—Al parecer, el señor Blackstone está muy ocupado. —comentó, dirigiéndose a la secretaria de él. —Es más común de lo que cree, pero tú tienes pase libre. Son órdenes del jefe. —argumento, guiñándole un ojo—. Aprovecha ese fuego. —Callie soltó una breve risa, negando con la cabeza. No quería contradecirle, más a una señora que le doblaba la edad y se encontraba felizmente casada, y que sobre todo sabía identificar el amor real del fingido—. Anda, entra, y llévale estos documentos que necesito que firme, por favor. Los necesito antes de finalizar el día.Callie asintió, tomo la carpeta y abrió
¿Qué carajos?¿Por qué esa mujer lo estaba abrazando como si fueran algo más?¿Acaso… Grant tiene algo que ver con ella?Antes de poder seguir procesando más teorías, o peor aún, salir huyendo del sitio. Grant la aparto con modestia, Callie noto la molestia en él, y en la forma en como la observaba.—¡Shiloh, pensé que no llegarías! —argumentó Ginny con su característico chillido.Callie se acercó, carraspeando un poco. Se sentó en silencio en la mesa, observando con atención a como se desarrollaba todo.—No me lo perdería por nada del mundo, amiga. —aseguro Shiloh, sin dejar de mirar a Grant, con el ápice de un puchero surcando sus labios.—Ya veo. —Ginny se rio entre dientes—. Mira, te presento a Callie, ella es una antigua amiga de la que te comenté.Shiloh miro a Callie con una sonrisa burlona, y un tanto sarcástica. Y Callie supo que en más de alguna ocasión, había sido el objeto de burla por parte de ese dúo, aunque muy poco le importara.—Que placer es poder conocerte, Callie.
¿Por qué había aceptado?Callie tragó el nudo que se estaba formando en su garganta, se estaba arrepintiendo de dejarse persuadir por Grant tan fácilmente, pero no tenía escapatoria para esta situación.El corazón de la ciudad era bullicioso, pero a diferencia del fuerte ruido, su corazón amenazaba con ganar la batalla. Al traspasar las puertas de cristal del elegante edificio donde Grant habitaba, se vio rodeada por el silencio, que rápidamente fue acabado por el sonido de sus zapatos.Todo el lugar gritaba riqueza, algo que no era anormal en alguien como Grant.En la gran ciudad, las familias estaban acostumbradas a grandes espacios, ya sean apartamentos o mansiones. Callie imaginaba que, en un espacio como ese, cabrían los apartamentos de Amber, Joey y el suyo.Caso contrario para la gente que sobrevive cada día.Sabía que Grant le estaba dando su espacio, para que no se viera mortificada o presionada al tomar una decisión tan importante, como lo es vivir junto a tu prometido, que
Callie le había pedido a su hermana que se reuniera con ella en un restaurante local el sábado por la noche. Dispuesta a informarle que se mudaría al Penthouse de Grant.Algo que no era una simple decisión, ni algo que Joey se tomará a la ligera.Ambas han sido hermanas y vecinas, por lo que no ha existido una brecha tan larga o prolongada, y le preocupaba que su temporal mudanza pudiera provocar algún tipo de distancia con Joey.A medida que pasaban los minutos, sentía que se estaba acobardando, una sensación que se negaba a sentir, debido a las cosas y personas que pueden llegarse a perder.Solo por temer expresarte.Sermoneándose a sí misma, recordó estar metida en estos líos por sus brillantes ideas.Minutos más tarde, Joey apareció en la entrada del local, luciendo jovial y risueña con su aspecto. —Hola, hermanita. —expresó como un saludo, besando furtivamente la mejilla de Callie para proceder a tomar asiento.—Hola. —Callie sonrió.—¿Has hecho la orden? Tengo mucha hambre.—¿P