34. Estoy rota

Lentamente aflojo el agarre que tengo sobre su cuerpo y doy un tentativo paso hacia atrás para liberarlo y es así como veo como el cuerpo de Malcom se gira y en menos de dos segundo tengo esos hermosos ojos azules viendome con fijeza.

Recorren cada centímetro de mi rostro, deteniéndose en mis lágrimas que corren libres por mis mejillas, hasta que terminan fijos en los míos, su mirada parece menos enojada que hace un momento, pero sigue pareciendo distante y Dios como lo odio.

—Lo lamento— vuelvo a decir como disco rayado y él solamente me mira. Sus ojos parecen querer atravesar mi cabeza y saber todo lo que tengo dentro.

—¿Qué es exactamente lo que lamentas, Juls?— Nunca pensé que extrañaría tanto un apodo como ahora, porque justo en estos momentos quiero oírlo llamarme niña buena, en lugar de Juls.

No se como empezar a explicar la situación. Cómo decirle que el miedo que he sentido no ha venido de él, sino del hecho de que la situación me trajo malos recuerdos.

No se como hacerlo p
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