Capítulo 29.

-Al principio no le gustaba que la bañara... y tampoco al final, pero me dejó una valiosa lección. - Dije parando el auto en el semáforo. - Nunca adoptes una ardilla.

-¿Y por qué necesitabas adoptarla? - Preguntó mi copiloto alias "chico pre pago dos".

Su auto había muerto en algún punto de los últimos cinco kilómetros. Yo conocía él lugar, él al parecer no porque tuvo la absurda idea de llamar al taller más cercano.

¿Por qué lo hizo a pesar de que le dije que no existía ningún mecánico a diez kilómetros a la redonda dispuesto a levantar su trasero borracho de sus talleres un domingo por la tarde?

Estaba más allá de mí.

Quizá era orgullo de hombre el creer que ellos saben más sobre cualquier cosa que se relacione con un vehículo de cuatro ruedas. ¿Sexista? Obvio. ¿Me ofendía? No. Ellos tenían sus complejos con sus autos y yo tenía mi complejo con las cosas peludas.

Y me refiero a pequeños animales esponjosos, no a hombres cubiertos de pelo.

Aunque sea difícil de creer, una de cad
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