Capítulo 31.

-¿Crees que esto se vuelva algo recurrente? - Preguntó Megan mientras miraba por la ventana hacia su patio la mañana siguiente. - Si es así, no me importaría alimentarlos yo misma.

Teníamos acampando a algunos osos ahí afuera. Sospechaba que no estaban aquí para conducir de regreso el camión que me prestó su dueño.

-No lo creo. - Dije amarrándome el pelo en una coleta alta.

Megan gimió con decepción.

Caminé hacia la puerta y la abrí. Los osos levantaron sus cabezas y empezaron a hacer ruiditos que obviamente no entendía pero suponía que eran algo así como:

"Por fin, esclava. ¿Dónde están los pastelillos con miel?"

-¿De qué mierda hablan? ¡Voy a llegar tarde al trabajo! ¿Acaso piensan que comienzo a hornear en cuanto me levanto? - Pregunté arqueando una ceja.

Después de conocer a un vampiro, el hecho de que todas las cabezas de osos salvajes (medio domesticados, pero sonaba más cool con "salvajes) asintieran ni siquiera me hizo parpadear.

El ruido de las sirenas del auto patrulla del
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