Capítulo 34.

-¿Fueron ustedes los que desaparecieron el caniche de la vecina? - Pregunté con seriedad a la mañana siguiente de nuestra pijamada improvisada.

Había sido realmente genial. Todos nos acomodamos de alguna forma frente a la esposa de Duncan y miramos películas de acción hasta la madrugada en medio de botanas y un montón de galletas que tenía que hacer de forma industrial. Los osos comían un montón.

Nuestros invitados eran baste efusivos cuando ocurrían explosiones de la nada y me divertía lanzarles palomitas y ver cómo las atrapaban en el aire.

Habíamos sido todos cruelmente despertados cuando la adorable ancianita vino a reclamar el cuerpo de su pequeño "Bubu". Ella estaba segura de que había sido el bocadillo de mis guardaespaldas de redondeadas orejas.

Yo les tenía un poco más de fe. No creía que el pequeño animal sirviera ni siquiera para un aperitivo y estaba segura de que tanto pelo les causaría indigestión. Además, cerramos las ventanas y las puertas con llave antes de subir a d
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