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Michaela miró de reojo a Peter, que estaba sentado a su lado en el autobús y en silencio.

Tenía muchas cosas que preguntarle, pero comunicarse con este hombre nunca había sido fácil, parecía que él pusiera una barrera para que ella ni siquiera pudiera decir nada.

Le gustaba bromear y tener oportunidad de reírse de las personas; con ellas presentes, claro. Con Maurice eso era muy fácil, y con David; pero con Peter no. Todavía dudaba de lo que decía Gwen, que estaba enamorado de ella. Él no lucía como alguien enamorado.

—Dicen que ayudaste a salvarme –empezó a decir, y él pareció sorprendido al escuchar su voz, como si hubiese olvidado que a su lado iba ella—. Me gustaría que me explicaras qué fue lo que hiciste—. Él tragó saliva y bajó la cabeza.

—No fue… no fue nada heroico,

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