Ha pasado un año desde que la vida de Catherine y Alessandro cambió, de haber llegado a ser el capitán del ejército rebelde, a un esposo amoroso, tierno y dedicado, y ella, la chica que había sido humillada, martirizada, maltratada y acusada de las peores injurias, en la dama con título que siempre fue. La herencia la recibió, dejando a la duquesa y a Andrew en completa ruina, algunos dicen que zarparon a Singapur y otros más que el barco en el que viajaron se hundió cruzando el océano.
Nadie sabe de su paradero, pero de lo que sí están seguros, es que no los volverán a ver. Por otra parte, Kit, lleno de galantería se ha comprometido con lady Arya, hija del Vizconde Gusem, una mujer tímida que logró arrebatarle el corazón y que a petición de Catherine, ambos se llevaron consigo a una abadía, a su hermana menor.
Sus vidas giraban, daban enormes pasos y no se detenían, y ahora, mientras los rayos cálidos del sol se mostraban ante todo su esplendor, Catherine ob
Un escalofrío de inquietud bajó por la espalda de la Duquesa Sterlingh, quien dejó de clavar su gélida mirada sobre la pequeña rubia de seis años que corría detrás de su adorable hijo por la orilla de la playa. Se giró de mala gana y le echó una breve ojeada a la señora Griftonn, con todos los sentidos alerta aguzó el oído para poner la atención necesaria a la locura que su esposo, el gran Duque Sterlingh estaba por hacer.—Me temo que no es buena idea Jonh —habla el señor Griftonn con manos temblorosas mientras sostenía su sombrero de gala.La mirada fría y penetrante de la duquesa se volvió nuevamente en dirección a los pequeños y a la muchacha que cuidaba de su hijo. El pequeño
★★★ 16 AÑOS DESPUÉS... ★★★Un búho ululó y su pulso comenzó a galopar, Catherine llevaba cerca de tres semanas realizando esas secretas salidas nocturnas y estaba acostumbrada a los sonidos extraños provenientes del bosque en sombras. Al escuchar el crujir de una rama, con calma, se inclinó hacia su pierna y debajo de su vestido liso y viejo rodeó con los dedos la fría empuñadura metálica del cuchillo que su padre le había regalado cuando cumplió quince años. Ahora con 22 años de edad se había forjado a pulso la fama de la mayor solterona de toda la historia. Muchos rumores corrían sobre varios caballeros que la querían cortejar para convertirla en su amante. Ella rechazaba amablemente toda insinuación siempre que la ocasión se prest
Como en tantas otras ocasiones de su vida, Alessandro dejó de lado sus propios deseos y se concentró en no girarse para ver como aquella muchacha se vestía. Y mientras permanecían ambos en silencio no dejaba de pensar en que tenía que tomar decisiones que cambiarían el rumbo de su vida y, a pesar de que no tenía ningún interés en hacerlo, no podía retrasarlo más. Tendría que abandonar su búsqueda en dos días, debido que pasaría a visitar a uno de sus viejos amigos por su cumpleaños. Lo que le hizo pensar en las dos semanas que faltaban para lo que su madre estaba preparando, así que, aunque no le gustaba ser de anfitrión, abandonar su búsqueda para ir a su hogar era obligación y su prioridad.Mientras tanto, Catherine estaba impresionada por tanta de
Cuando por fin llegaron a casa, Catherine se percató de que el rostro de su madre se descompuso, puesto que su realidad no le gustaba, ellos vivían al lado del molino, en una vieja cabaña alejada del resto, contaban con una pequeña granja y un establo enorme en donde cinco caballos eran de su propiedad. Su padre estaba enfermo pero aun así se obligaba a él mismo a empeñar bien su trabajo para traer el sustento a su familia.—¡Oh, madre, Catherine! —salió su hermana Adela corriendo a su encuentro, abrazando a su madre y dándole besos por todo el rostro, mientras que a ella solo le regaló una simple y falsa sonrisa—. Os he esperado con impaciencia, odio esto, Catherine debió haberse quedado para hacer el labor de la casa, ve mis manos madre, se han puesto como las de ella; resecas y me he l
Catherine parecía ansiosa ante la noticia que anunciaba la llegada de Andrew Sterlingh, mientras su madre y su hermana escuchaban atentamente como su mejor amigo Kit hablaba con el capitán Alessandro acerca de unas jugosas inversiones para el proyecto de su buen amigo. Catherine moría de ganas por marcharse a casa pero ante la insistencia de Kit por quedarse a tomar un poco de té y las malas miradas que le aventaron su madre y hermana, no tuvo más opción que aceptar tal propuesta. Y ahora se encontraba sentada en uno de los lujosos sillones dentro de la estancia capitular que los Revensly habían mandado a adornar con un estilo cómodo pero gótico para el gusto de ella. Toda aquella situación le pareció poco juiciosa debido a que su madre casi se atraganta cuando escuchó que Kit pensaba hacer otra cuantiosa inversión y parecía interesado en vol
—¡Catherine, mi buena amiga, siento no dejaros más tiempo a solas pero me temo que la compañía de tu madre y hermana, son más peligrosas que estar junto a un león! —exclama Kit fastidiado por lo que escuchó de aquellas dos víboras venenosas, palabras que Catherine jamás sabría.—Kit, no te preocupes, entiendo lo que dices, me tengo que ir antes de que terminen por incendiar tu casa.—¡O el pueblo entero! —se carcajea Kit.—Mañana te veré en tu cumpleaños, agradezco que me tengas en consideración —Catherine inclina la cabeza a ambos caballeros—. Hasta luego.—No faltéis.
La mirada de Alessandro siguió la esbelta y regía figura de lady Catherine mientras ella recorría el perímetro de la estancia llena de invitados, muchos de los cuales eran hombres que la devoraban con la mirada. Sonrió al darse cuenta de que su corazón ejecutaba el mismo brinco irregular al que se entregaba cada vez que la miraba, dándole un sorbo a su copa de vino, giró la cabeza y colocó su atención en su viejo amigo de su prematura juventud; Andrew, y recordó aquellas vagas palabras... Sintiendo una punzada de celos aceptó que se trataba de ella cuando él hablaba con tanta devoción, pero lo que no lograba entender era porque si decía amarla tanto, se había comportado de una forma tan vil con ella delante de todos, incluso ahora mismo que lady Catherine lo buscaba a él con la mirada desde la lejanía de los invita
Simon se marchó y antes de que ella se retirara con Kit al centro del salón, Alessandro se remojó los labios, deseoso de volver a probar aquella boca de bruja. Sonrió y girando sobre sus talones se perdió entre todos los invitados.Kit y Catherine comenzaron a bailar entre toda la gente y ella no tardó en llamar la atención de los hombres solteros, y de las miradas envidiosas de aquellas que la consideraban una amenaza por estar cerca de Kit, ya que en toda la velada no había aceptado bailar con nadie.—Pareces estar sufriendo demasiado con mi presencia —Kit escudriña a Catherine con su mirada intencionada—. Pero no temas, sé que te inquieta la actitud de Andrew, por eso tengo la intención de que bailes la siguiente pieza con él. No sol