Las voces del cotilleo de la alta alcurnia se mezclaban con el sonido estridente del campanar en la iglesia, había terminado la misa y Catherine estaba más que ansiosa por llegar y alejarse de las miradas petulantes e intrigadas de las damas que hasta ahora no tenía la intención de entablar algún tipo de conversación, en donde las banalidades salieran a flote por sobre lo que ella consideraba verdaderamente importante.
Cuando Andrew le propuso de manera poco ortodoxa asistir a la misa en compañía de la ahora duquesa Sterling, supo que algo no andaba bien, y es por ello que decidió morderse la lengua y actuar como una sama sumisa ante la que para el mundo, es su suegra. Y ahora, de vuelta a la propiedad de Andrew, se encontraba arrellanada en su dormitorio en el confort de su sillón de orejas favorito, junto al fuego de la chimenea, pensando en las consecuencias de sus actos, aún tenía el coraz
Alessandro observaba a su mejor amigo Kit coquetear con un par de damas de la alta alcurnia en Francia, moviéndose como un pavorreal, siempre atento a lo que las aludidas le decían entre risas que denotaban poca sencillez. Las ansías comenzaban a carcomer su alma y el deseo imperioso por tener a Catherine entre sus brazos solo hacía que se remojara los labios un par de veces más antes de chasquear la lengua.Las damas que pasaban a su lado, al verle el traje de capitán, le sonreían y él por educación solo les hacía una ligera reverencia, otras más atrevidas lanzaban sus pañuelos para que si tenían suerte, él levantara alguno dispuesto a darle su afecto a la afortunada, pero él no necesitaba de eso, porque la única mujer a la que no podía sacarse de su cabeza, era a Catherine.El sol estaba en pleno apogeo y en la plaza el ruido de los carruajes se hizo
—¡Suéltame! —exclamó llena de deseo desatado Catherine.—¿Por qué? Es tiempo de que regreses a mi lado.—¡No, no somos nada, somos!Alessandro la bajó cuando se vio a las afueras del pueblo, un caballo estaba listo y ensillado, el aire se hizo notar y él, con el ceño fruncido le quitó el prendedor que sostenía su cabello rubio que hacía la mezcla perfecta con el verde de sus ojos.—Marido y mujer, sé que cometí errores Catherine y mi peor defecto fue no haberte hablado de mi pasado pero…—¡Calla, no quiero saber nada!—Pues lo sabrás, porque Lady Ofelia y yo no somos nada, más que dos personas que hubo un tiempo que coincidieron, eso es todo.Los ojos de Catherine comenzaron a llenarse de agua, el dolor en su pecho que le produce el tenerlo tan cercal hace que en su rostro se dibuje una mueca en su rostro y que muerda sin ser consciente de lo que desata en Alessa
Ha pasado un año desde que la vida de Catherine y Alessandro cambió, de haber llegado a ser el capitán del ejército rebelde, a un esposo amoroso, tierno y dedicado, y ella, la chica que había sido humillada, martirizada, maltratada y acusada de las peores injurias, en la dama con título que siempre fue. La herencia la recibió, dejando a la duquesa y a Andrew en completa ruina, algunos dicen que zarparon a Singapur y otros más que el barco en el que viajaron se hundió cruzando el océano.Nadie sabe de su paradero, pero de lo que sí están seguros, es que no los volverán a ver. Por otra parte, Kit, lleno de galantería se ha comprometido con lady Arya, hija del Vizconde Gusem, una mujer tímida que logró arrebatarle el corazón y que a petición de Catherine, ambos se llevaron consigo a una abadía, a su hermana menor.Sus vidas giraban, daban enormes pasos y no se detenían, y ahora, mientras los rayos cálidos del sol se mostraban ante todo su esplendor, Catherine ob
Un escalofrío de inquietud bajó por la espalda de la Duquesa Sterlingh, quien dejó de clavar su gélida mirada sobre la pequeña rubia de seis años que corría detrás de su adorable hijo por la orilla de la playa. Se giró de mala gana y le echó una breve ojeada a la señora Griftonn, con todos los sentidos alerta aguzó el oído para poner la atención necesaria a la locura que su esposo, el gran Duque Sterlingh estaba por hacer.—Me temo que no es buena idea Jonh —habla el señor Griftonn con manos temblorosas mientras sostenía su sombrero de gala.La mirada fría y penetrante de la duquesa se volvió nuevamente en dirección a los pequeños y a la muchacha que cuidaba de su hijo. El pequeño
★★★ 16 AÑOS DESPUÉS... ★★★Un búho ululó y su pulso comenzó a galopar, Catherine llevaba cerca de tres semanas realizando esas secretas salidas nocturnas y estaba acostumbrada a los sonidos extraños provenientes del bosque en sombras. Al escuchar el crujir de una rama, con calma, se inclinó hacia su pierna y debajo de su vestido liso y viejo rodeó con los dedos la fría empuñadura metálica del cuchillo que su padre le había regalado cuando cumplió quince años. Ahora con 22 años de edad se había forjado a pulso la fama de la mayor solterona de toda la historia. Muchos rumores corrían sobre varios caballeros que la querían cortejar para convertirla en su amante. Ella rechazaba amablemente toda insinuación siempre que la ocasión se prest
Como en tantas otras ocasiones de su vida, Alessandro dejó de lado sus propios deseos y se concentró en no girarse para ver como aquella muchacha se vestía. Y mientras permanecían ambos en silencio no dejaba de pensar en que tenía que tomar decisiones que cambiarían el rumbo de su vida y, a pesar de que no tenía ningún interés en hacerlo, no podía retrasarlo más. Tendría que abandonar su búsqueda en dos días, debido que pasaría a visitar a uno de sus viejos amigos por su cumpleaños. Lo que le hizo pensar en las dos semanas que faltaban para lo que su madre estaba preparando, así que, aunque no le gustaba ser de anfitrión, abandonar su búsqueda para ir a su hogar era obligación y su prioridad.Mientras tanto, Catherine estaba impresionada por tanta de
Cuando por fin llegaron a casa, Catherine se percató de que el rostro de su madre se descompuso, puesto que su realidad no le gustaba, ellos vivían al lado del molino, en una vieja cabaña alejada del resto, contaban con una pequeña granja y un establo enorme en donde cinco caballos eran de su propiedad. Su padre estaba enfermo pero aun así se obligaba a él mismo a empeñar bien su trabajo para traer el sustento a su familia.—¡Oh, madre, Catherine! —salió su hermana Adela corriendo a su encuentro, abrazando a su madre y dándole besos por todo el rostro, mientras que a ella solo le regaló una simple y falsa sonrisa—. Os he esperado con impaciencia, odio esto, Catherine debió haberse quedado para hacer el labor de la casa, ve mis manos madre, se han puesto como las de ella; resecas y me he l
Catherine parecía ansiosa ante la noticia que anunciaba la llegada de Andrew Sterlingh, mientras su madre y su hermana escuchaban atentamente como su mejor amigo Kit hablaba con el capitán Alessandro acerca de unas jugosas inversiones para el proyecto de su buen amigo. Catherine moría de ganas por marcharse a casa pero ante la insistencia de Kit por quedarse a tomar un poco de té y las malas miradas que le aventaron su madre y hermana, no tuvo más opción que aceptar tal propuesta. Y ahora se encontraba sentada en uno de los lujosos sillones dentro de la estancia capitular que los Revensly habían mandado a adornar con un estilo cómodo pero gótico para el gusto de ella. Toda aquella situación le pareció poco juiciosa debido a que su madre casi se atraganta cuando escuchó que Kit pensaba hacer otra cuantiosa inversión y parecía interesado en vol