Trevor estaba sentado en la sala de espera de un hospital junto a Joey.Su amigo suspiró con cansancio antes de hablar.—¿No sientes una especie de déjà vu?—¿De qué carajos hablas? —preguntó Trevor, sin dejar de revisar su teléfono móvil. Respondía mensajes.—Tú y yo sentados en la sala de espera de un hospital mientras atienden a Connor. ¿Cuántas veces hemos hecho eso en nuestras vidas?Ambos se observaron con incomodidad. Era cierto que aquello lo habían hecho muchas veces, porque Connor siempre fue un joven indetenible y temerario que solía meterse en problemas muy seguido.Cuando eso pasaba, él no se comunicaba con sus padres para que lo socorrieran, sino con sus amigos. De esa manera se aseguraba que lo atendieran sin recibir reprimendas, luego las soportaba con resignación.—De mi parte, espero que esta sea la última vez —dijo Trevor, aún molesto por la terrible situación que había vivido por culpa de Connor y de sus absurdas imprudencias.En esa ocasión, no pudieron complacerl
Connor se pasó dos semanas en el hospital. Aquel tiempo le sirvió para pensar y reflexionar sobre su situación.Había logrado mantener activas en Nueva York las negociaciones de los contratos que gestionaba con la NFL, pero ahora requerían de su presencia para cerrar esas negociaciones y darles curso.Al salir del hospital se quedaría un par de días con sus padres, para terminar de recuperarse y ponerse al día con la relación con ellos, y luego prepararía su viaje.A pesar de que sus padres aún no le perdonaban todos los conflictos que él había ocasionado hacía año y medio atrás, decidieron retomar la relación con él. Su delicado paso por el hospital y la existencia de George les ablandó el corazón.En varias ocasiones ellos pudieron compartir con el niño siendo recibidos en la mansión de los Harmon. Brianna estuvo muy tensa en cada uno de esos encuentros, pero logró superarlos gracias a la compañía constante de Trevor.Él nunca se apartó de su lado. No iba a permitir que le hicieran
La mañana del lunes, Trevor tenía la reunión más importante de su carrera como abogado corporativo y como presidente de Harmon y Asociados.Se había preparado por años para ese momento y había asumido los riesgos más absurdos de su vida solo para lograr que se desarrollara aquel encuentro, pero sus intenciones cambiaron.Decidió ser honesto consigo mismo y con la gente que lo rodeaba. Si algo había aprendido en ese tiempo, era que las mentiras y los secretos al final, dolían más que enfrentarlos cara a cara desde el inicio.Mantener por mucho tiempo una farsa lo único que deparaban eran tragedias, y él ya no admitiría más tragedias en su vida. Se había jurado a sí mismo, y a la gente que amaba, que evitaría por todos los medios cometer más errores.Estaba sentado en la sala de reuniones de la firma, junto a Todd y a tres de los socios de mayor rango. Llevaban un poco más de veinte minutos en aquel lugar, esperando.Él se distraía haciendo girar en su dedo su anillo de bodas. Descubrió
Eligieron el restaurante de Joey como lugar para celebrar la asociación con Nakamura. Habían sido invitados todos los empleados de Harmon y Asociados, a quienes pronto les aumentarían el sueldo al doble, también, mucho de los empleados de la compañía japonesa, quienes al fin obtendrían estabilidad laboral y posibilidad de crecimiento en ese país.El ambiente estaba cargado de felicidad y satisfacción.Albert, Kendra y Nakamura estuvieron al inicio de la celebración, pero luego del brindis se marcharon dejando a los jóvenes, y a los más enérgicos, el placer de disfrutar de la fiesta.Brianna había asistido con George, pero lo envió a casa con su madre y con Virginia, quienes viajaron resguardadas por miembros de un equipo de vigilancia privada contratada por Trevor.A pesar de que el peligro había pasado, porque Naomi ahora estaba internada en un hospital psiquiátrico lejos de Seattle, él seguía manteniendo esa seguridad cuando no estaba en casa y no podía cuidar en persona del chico.
Brianna se puso de pie cuando vio a su apuesto jefe pasar como un rayo frente a su escritorio. Dejó que sus pupilas se degustaran con su atractiva presencia, hasta que él desapareció dentro de su oficina.Trevor Harmon era un hombre alto y muy elegante, de cuerpo atlético y cabellos negros espesos, que siempre llevaba muy bien peinados. Aunque su mayor cualidad era su mirada, que resultaba tan intensa que parecía hecha de fuego.En medio de un suspiro ella tomó su agenda y un bolígrafo y lo siguió. Él ni siquiera la había notado al entrar por estar discutiendo a través de su teléfono móvil con algún cliente terco.La oficina del presidente de la firma de abogados Harmon y Asociados era el lugar más hermoso de aquel edificio. Se trataba de un salón amplio, con una decoración sobria y moderna y unas hermosas vistas al downtown de Seattle y a la bahía.Trevor se había sentado en su butaca y le daba la espalda a Brianna mientras continuaba con su discusión telefónica. Su mirada se perdía
—La verdad es que… No, señor. Por ahora no pienso en eso —respondió Brianna.La mirada intensa y calculadora de Trevor se clavó en sus pupilas, inquietándola.—¿Y si le ofrezco matrimonio a cambio de dinero? —Los ojos de Brianna se abrieron en su máxima expresión y hasta dejó de respirar por un instante—. Verás… —dijo él y bajó la vista un instante, como si le pesaran sus próximas palabras—. En realidad, mi abuelo está a punto de morir, su médico habló conmigo esta mañana para contarme la realidad de su condición y quiero darle una tranquilidad antes de que parta de este mundo.Alzó la cabeza para encararla, encendiendo el pecho de la chica con el ardor que escapaba de sus ojos negros y voraces.—Esta firma es sólida gracias a la imagen familiar que siempre hemos reflejado. Los clientes confían en nosotros, en parte, por ese motivo. Como el señor Nakamura, quien luego de año y medio de gestiones al fin decidió establecer una sociedad con nosotros. Por eso mi abuelo me exige que me cas
Se reunieron durante la tarde en un restaurante alejado del edificio de la firma. Trevor no quería que algún conocido los molestara, necesitaba concentrarse en esa conversación.—¿Cómo está tu madre? —preguntó para romper el hielo.Brianna llegó a la cita tan tensa como las cuerdas de una guitarra, aunque preciosa. No llevaba puesto los trajes sobrios y discretos que debía utilizar en la oficina, sino un vestido floreado de tela vaporosa que remarcaba sus generosas curvas y se dejó suelta su larga cabellera castaña.Él amaba las cabelleras largas de suaves risos, como la que ella poseía. Tenía un fetiche con ellas. Soñaba con que le cubrieran el pecho y el rostro cuando estuvieran desnudos en la cama.Se aclaró la garganta y llamó enseguida al mesero para evitar seguir pensando en su secretaria de manera provocativa.No podía verla como una mujer dispuesta para sus juegos sexuales, ya que ese día pensaba establecer con ella un acuerdo de matrimonio por conveniencia.Las cláusulas debí
Se casaron tan solo dos semanas después. Trevor invirtió el dinero necesario para que la celebración se llevara a cabo en el menor tiempo posible y en la mayor intimidad.El abuelo de Trevor aceptó participar en la boda porque al conocer a Brianna le pareció una chica dulce y simpática, muy diferente a la anterior prometida de su nieto.Ya antes lo había obligado a que se casara con Naomi Morgan, una antigua novia de Trevor que resultó estar mal de la cabeza. Por sus exigencias, casi lo lleva a la muerte, ya que por culpa de esa mujer estuvo a punto de perder la vida.Por eso el hombre había decidido no volver a insistir en el asunto. No estaba muy a gusto con este segundo intento de Trevor, pero igual lo dejó encargarse de todo.De parte de Brianna tan solo estuvo presente su madre y la niñera de su hijo, para darle una mano con el cuidado de George.Y por parte de Trevor estuvo presente su abuelo, quien estuvo en sillas de ruedas y acompañado por un enfermero, ya que su condición er