Días después, Trevor comenzaba a sentirse recuperado de las heridas retomando su trabajo desde la oficina.Había pasado ese tiempo en cama, ocupándose de sus tareas mientras era vigilado de forma estricta por Brianna y Virginia, quienes no permitían que abusara y restara momentos de descanso para dedicárselo a alguna responsabilidad.Brianna esos días volvió a asumir su rol de secretaria, aunque además, se desempeñaba como enfermera, amiga y amante. No lo dejó solo ni un segundo.No solo veló por la salud de su esposo y lo ayudó con sus tareas pendientes, sino que aprovecharon ese tiempo de reclusión para conversar todo lo que no habían podido hablar desde que se casaron, conociéndose a fondo.Ella llevaba a George a la habitación de él para que pasaran tiempo juntos, como una familia. Veían televisión recostados en la cama, jugaban al escondite debajo de las sábanas y dormían largas siestas abrazados.Trevor no solo recibía allí las visitas del niño y de su esposa, sino las de su abu
Cuando Trevor llegó al hospital, Brianna corrió y se lanzó a sus brazos.—¡Se lo llevó! ¡Es mujer se llevó a mi hijo! —exclamó entre llantos.Connor ya estaba allí y miraba enfurecido la escena. Su hotel estaba ubicado en las cercanías de aquel centro de salud.—Tranquila. Lo encontraré —aseguró, y le acarició la espalda y los cabellos antes de besar su cabeza.Al separarla un poco para mirarla a los ojos, se enfadó al descubrir su rostro hinchado y afligido. No quería verla así nunca más.—El tal Benjamín Adonis es una mentira —reveló ella—. Yo no lo conozco y la policía habló con Diermissen y él jamás ha escuchado ese nombre.—Es obvio que haya mentido —respondió y lanzó una rápida mirada cargada de ira hacia Connor—. Debía justificar su cercanía para distraer a Gloria.—¿Qué vamos a hacer, Trevor? ¿Cómo vamos a encontrar a George? Esa mujer es peligrosa. George le tenía miedo, debe estar muy asustado —exclamó con nerviosismo.—Calma. Ahora te necesito serena —pidió acariciándole el
Trevor y Connor acompañaron al comisario Cotton a Lakewood, donde Thamara y su esposo tenían una casa de veraneo cerca del puerto deportivo.Llegaron con varias patrullas y rodearon la vivienda en segundos. En un costado se hallaba estacionada la vans blanca.Comanche ya le había avisado a Trevor que el tal Benjamín Adonis era un sicario contratado por Naomi, un delincuente peligroso y muy violento que poseía un largo prontuario delictivo. Por eso, los oficiales habían ido preparados con equipo de seguridad y asalto.Los policías se acercaron gritando instrucciones por un megáfono. Pedían a quienes estuviesen adentro que salieran.Trevor bajó del auto sintiéndose ansioso, podía escuchar el llanto de George en la lejanía.—¿Cuánto tiempo esperarán si no obedecen? —preguntó al comisario.—Si no atacan, no podemos actuar. Solo mediar.—Maldición —se quejó.—¿Y si intentas hablar con ella? —aconsejó Connor. Trevor lo traspasó con su odio—. Ella está haciendo esto por ti, para llamar tu at
Trevor estaba sentado en la sala de espera de un hospital junto a Joey.Su amigo suspiró con cansancio antes de hablar.—¿No sientes una especie de déjà vu?—¿De qué carajos hablas? —preguntó Trevor, sin dejar de revisar su teléfono móvil. Respondía mensajes.—Tú y yo sentados en la sala de espera de un hospital mientras atienden a Connor. ¿Cuántas veces hemos hecho eso en nuestras vidas?Ambos se observaron con incomodidad. Era cierto que aquello lo habían hecho muchas veces, porque Connor siempre fue un joven indetenible y temerario que solía meterse en problemas muy seguido.Cuando eso pasaba, él no se comunicaba con sus padres para que lo socorrieran, sino con sus amigos. De esa manera se aseguraba que lo atendieran sin recibir reprimendas, luego las soportaba con resignación.—De mi parte, espero que esta sea la última vez —dijo Trevor, aún molesto por la terrible situación que había vivido por culpa de Connor y de sus absurdas imprudencias.En esa ocasión, no pudieron complacerl
Connor se pasó dos semanas en el hospital. Aquel tiempo le sirvió para pensar y reflexionar sobre su situación.Había logrado mantener activas en Nueva York las negociaciones de los contratos que gestionaba con la NFL, pero ahora requerían de su presencia para cerrar esas negociaciones y darles curso.Al salir del hospital se quedaría un par de días con sus padres, para terminar de recuperarse y ponerse al día con la relación con ellos, y luego prepararía su viaje.A pesar de que sus padres aún no le perdonaban todos los conflictos que él había ocasionado hacía año y medio atrás, decidieron retomar la relación con él. Su delicado paso por el hospital y la existencia de George les ablandó el corazón.En varias ocasiones ellos pudieron compartir con el niño siendo recibidos en la mansión de los Harmon. Brianna estuvo muy tensa en cada uno de esos encuentros, pero logró superarlos gracias a la compañía constante de Trevor.Él nunca se apartó de su lado. No iba a permitir que le hicieran
La mañana del lunes, Trevor tenía la reunión más importante de su carrera como abogado corporativo y como presidente de Harmon y Asociados.Se había preparado por años para ese momento y había asumido los riesgos más absurdos de su vida solo para lograr que se desarrollara aquel encuentro, pero sus intenciones cambiaron.Decidió ser honesto consigo mismo y con la gente que lo rodeaba. Si algo había aprendido en ese tiempo, era que las mentiras y los secretos al final, dolían más que enfrentarlos cara a cara desde el inicio.Mantener por mucho tiempo una farsa lo único que deparaban eran tragedias, y él ya no admitiría más tragedias en su vida. Se había jurado a sí mismo, y a la gente que amaba, que evitaría por todos los medios cometer más errores.Estaba sentado en la sala de reuniones de la firma, junto a Todd y a tres de los socios de mayor rango. Llevaban un poco más de veinte minutos en aquel lugar, esperando.Él se distraía haciendo girar en su dedo su anillo de bodas. Descubrió
Eligieron el restaurante de Joey como lugar para celebrar la asociación con Nakamura. Habían sido invitados todos los empleados de Harmon y Asociados, a quienes pronto les aumentarían el sueldo al doble, también, mucho de los empleados de la compañía japonesa, quienes al fin obtendrían estabilidad laboral y posibilidad de crecimiento en ese país.El ambiente estaba cargado de felicidad y satisfacción.Albert, Kendra y Nakamura estuvieron al inicio de la celebración, pero luego del brindis se marcharon dejando a los jóvenes, y a los más enérgicos, el placer de disfrutar de la fiesta.Brianna había asistido con George, pero lo envió a casa con su madre y con Virginia, quienes viajaron resguardadas por miembros de un equipo de vigilancia privada contratada por Trevor.A pesar de que el peligro había pasado, porque Naomi ahora estaba internada en un hospital psiquiátrico lejos de Seattle, él seguía manteniendo esa seguridad cuando no estaba en casa y no podía cuidar en persona del chico.
Brianna se puso de pie cuando vio a su apuesto jefe pasar como un rayo frente a su escritorio. Dejó que sus pupilas se degustaran con su atractiva presencia, hasta que él desapareció dentro de su oficina.Trevor Harmon era un hombre alto y muy elegante, de cuerpo atlético y cabellos negros espesos, que siempre llevaba muy bien peinados. Aunque su mayor cualidad era su mirada, que resultaba tan intensa que parecía hecha de fuego.En medio de un suspiro ella tomó su agenda y un bolígrafo y lo siguió. Él ni siquiera la había notado al entrar por estar discutiendo a través de su teléfono móvil con algún cliente terco.La oficina del presidente de la firma de abogados Harmon y Asociados era el lugar más hermoso de aquel edificio. Se trataba de un salón amplio, con una decoración sobria y moderna y unas hermosas vistas al downtown de Seattle y a la bahía.Trevor se había sentado en su butaca y le daba la espalda a Brianna mientras continuaba con su discusión telefónica. Su mirada se perdía