Me marcho

EZEQUIEL

Él estaba sentado en mi cama, crucé a su lado y saqué la maleta que estaba debajo de mi cama.

Quizás no volvería aquí, puede que…ya no regresara. Quería salir corriendo, escapar, no decir nada, no hablar con nadie y correr, correr hasta sentir que desaparecía.

El dolor en mi pecho iba creciendo pero no podía sentarme a hacerle caso y dejar que me consumiera, no podía.

No podía prestarle atención, pese a los aullidos de dolor que soltaba mi lobo al Lois aceptar mi rechazo.

Quería desaparecer a un lugar tranquilo para poder lamer mis heridas y sufrir apartado de los demás.

Aceptó mi rechazo.

Era lo que tenía que hacer, pero…

—¿No dirás nada?—Preguntó Emmanuel.

—Cuídala. Haz que venga a vivir aquí, no la dejes sola, apartada de ti. Recuerda que todo esto para ella es muy nuevo, no solo el lugar. Lo menos que puedes hacer es velar porque esté cerca. Sigue intentándolo, hasta que lo consigas. No le veo sentido a que estén separados.

—Ezequiel, puedes hablar conmigo. Sabes que no e
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