Los demonios de Zane al fin saldrán a la luz y sabremos que fue eso tan tragico que terminó con su estabilidad, en el siguiente capitulo
Perspectiva de Zane Blackford.Observo los ojos de Alison, al tiempo que presiono mi mandíbula ante las palabras que ella ha mencionado. Y no solo se trata de la sensación que me infla el pecho al ver en sus ojos aquella determinación de que sí quiere estar conmigo, a pesar de todo, a pesar de mis demonios, sino también de aquella sensación de asfixia ante ese nombre que acaba de salir de sus labios, ese que desearía borrar de mi mente, que desearía no escuchar jamás “Estela”¿Cómo sabe Alison de ella? ¿Qué tanto averiguó mientras estuve ausente? Son preguntas que rondan en mi mente, pero que no puedo simplemente evadir, y no es porque ella ya lo sabe, es porque creo que esta tormenta que no he dejado que pare dentro de mi cuerpo, tiene que terminar, pero para que eso ocurra, debo ser sincero con ella, porque en este momento, no existe una persona más importante en mi vida que Alison.Suelto el aire contenido en mis pulmones, mientras la veo tensar su mandíbula. Su rostro que siempre
Perspectiva Zane - 2.Cada palabra que decía era como un puñal, clavándose más profundo en mi pecho. Sentía que el aire en la habitación se volvía cada vez más pesado, como si las paredes se cerraran sobre mí. Mi mente, confusa y destrozada, intentaba aferrarse a alguna razón, alguna explicación que hiciera que todo esto tuviera sentido.—¿Por qué me haces esto ahora? —logré decir, mi voz estaba cargada de incredulidad y una angustia que amenazaba con desbordarse en cualquier momento—. Íbamos a casarnos, Estela. Se supone que hoy es nuestro maldito día. ¿Cómo puedes decir que no me amas? ¿Por qué ahora? —pregunté completamente alterado. La m*****a boda se había planeado desde un año atrás, un m*ldito año en el que ella fingió ser la mejor de las mujeres, un m*ldito año en el que se entregó a mí como si fuera su todo. ¿Entonces que pasaba? ¿de qué demonios me perdí?Ella cerró los ojos y negó con la cabeza, como si mis palabras solo añadieran más peso a su dolor. Y cuando los abrió, vi
El aire a mi alrededor se volvió denso, cada respiración pesada y amarga. Frente a mí, estaban ellos dos: Estela, la mujer a la que amaba, y Zander, mi propio hermano. La traición se sentía como una daga, afilada y cruel, clavándose en mi pecho con una precisión despiadada. Jamás, ni en mis peores pesadillas, hubiera imaginado que el “alguien más” fuera mi propio hermano.Dio un paso hacia mí, con una expresión de falsa sorpresa, como si le incomodara que hubiera descubierto su traición de esa forma. Pero en su mirada no había arrepentimiento, ni siquiera remordimiento. Era casi como si lo disfrutara.—Zane —dijo Zander, con una voz controlada y fría—, no esperaba que te enteraras de esta manera.Lo miré, incrédulo. Todo mi cuerpo temblaba de rabia, mis manos se cerraban en puños, y una voz en mi interior me gritaba que le arrancara esa expresión de superioridad. Pero al mismo tiempo, estaba paralizado, atrapado en una tormenta de emociones que me ahogaba, que me rompía.—¿De esta mane
La noche estaba fría y el aire tenía ese peso que anunciaba una tormenta. Observé la calle desierta desde el umbral de ese bar, cuando sin dudarlo pensé en hablar nuevamente con Estela, como si la humillación de la tarde no hubiera sido suficiente.Mientras un sinfín de pensamientos atravesaban mi mente. Había descubierto la verdad por casualidad, algo que nunca habría esperado de ella. Estela estaba embarazada y me lo había ocultado, como si no tuviera derecho a saberlo, como si no fuera asunto mío. La rabia me recorría el cuerpo en oleadas, y no podía detenerme de pensar en todas las posibilidades, en todas las mentiras que había tejido.Ignorando el tono de voz preocupado de Ophelia, quien no tenía menor idea de lo que estaba ocurriendo, le envié un mensaje, directo y claro: “Ven a verme. Quiero hablar contigo, sobre el hijo que estás esperando.” Guardé mi móvil y subí de inmediato a mi auto.—¿A dónde vas? —preguntó Ophelia.—A casa —respondí, en una mentira a medias, por supuesto
Las palabras de Estela seguían repitiéndose en mi mente. Ese hijo era mío.Al principio dude de su palabra. ¿Cómo podría creerle después de todo el engaño? Negué con la cabeza mientras mis ojos la miraban fijamente, buscando un atisbo de duda en sus palabras, algo en sus ojos que me dijera que estaba mintiendo. Sin embargo, no había nada, sus palabras, aunque en un tono bajo, sonaron seguras, y una amargura aún más grande se instaló en mi pecho.—¿Cómo estás segura de que es mío? —pregunté—. Si has estado follando con Zander también, ¿Cómo puedes asegurar que yo soy el padre? —solté con desprecio, porque gracias a ella me estaba portando como un hijo de p*ta, pero ¿Cómo creer ciegamente en sus palabras después de que me estuvo mintiendo?Estela apretó sus labios y respondió:—Mi cicló no ha llegado desde hace tres meses, yo ya me había hecho dos pruebas en casa, pero me negué a creerlo. Hace tres meses, Zander estuvo fuera…Sus palabras se detuvieron. Lo que decía era cierto, Zander se
Pasaron un par de horas desde que ellos se fueron y me encontré en el suelo de mi departamento, en un rincón oscuro y silencioso que, por alguna razón, parecía el único lugar en el mundo donde podía respirar. La botella en mis manos estaba a medio vaciar, y mi visión se tornaba borrosa, pero no podía —o quizá no quería— parar. Bebía como si el alcohol pudiera llevarse el dolor, como si cada trago pudiera borrar las imágenes de Estela y Zander, juntos, riéndose de mí. Era una ilusión, claro. El alcohol no hacía nada más que aumentar la desesperación, pero en ese momento, me daba igual.Llevé la botella a mis labios una vez más, dejando que el licor quemara mi garganta, intensificando la sensación de vacío en mi pecho. Sentía que me ahogaba en ese vacío, que cada gota que bebía me hundía más en un mar oscuro de autodesprecio y rabia. No sabía qué me dolía más: que ella me hubiera traicionado o que él hubiera sido capaz de llevársela, a pesar de todo."Soy una basura", me dije en voz baja
Cuando Zane escuchó las palabras de Ophelia, diciendo que su hermano y Estela habían muerto, se tambaleó hacia atrás, apenas consciente de las manos de Ophelia intentando sostenerlo. El mundo a su alrededor parecía derretirse, dejando solo ese dolor crudo y palpitante que no encontraba forma de expresar. Quería gritar, destruir algo, cualquier cosa para silenciar esa voz en su cabeza que le recordaba que ellos estaban muertos, que él estaba solo, que había deseado con toda su alma que eso ocurriera y que nunca, jamás, volvería a ser el mismo.Sus pensamientos giraban en un torbellino caótico mientras la rabia, el dolor y una desoladora tristeza competían por el control. Recordaba cada instante, cada mirada que le habían dedicado Estela y Zander, la forma en que le habían arrebatado la felicidad, la traición que lo había destrozado. Sin embargo, ahora que ya no estaban, esa rabia empezaba a transformarse en un vacío helado. ¿Cómo era posible que su odio, su furia, se sintieran tan hueco
Alison escuchó en silencio mientras Zane le contaba su historia, cada palabra teñida de dolor y cicatrices invisibles. Había escuchado muchas historias desgarradoras en su vida, pero nada como eso. Zane, el hombre que parecía ser un pilar de fuerza y control, tenía una historia tan marcada por la tragedia y la pérdida que le rompía el corazón. Cada palabra que decía resonaba en ella, haciéndola comprender la profundidad de su sufrimiento y, sobre todo, las heridas con las que vivía día a día.Cuando Zane terminó de hablar, sus ojos estaban fijos en los de ella, llenos de una mezcla de vulnerabilidad y resignación. Por primera vez, Alison sintió que él la estaba dejando entrar completamente, sin barreras, sin pretensiones. Pero Zane, con la voz baja y un tono que traicionaba su miedo, le dijo:—Alison… si después de todo esto decides que no quieres estar conmigo, lo entenderé. No sería fácil estar con alguien como yo, con alguien tan… roto —dijo con la voz queda. Si había algo en ese mo