Las leo
Cuando Zane escuchó las palabras de Ophelia, diciendo que su hermano y Estela habían muerto, se tambaleó hacia atrás, apenas consciente de las manos de Ophelia intentando sostenerlo. El mundo a su alrededor parecía derretirse, dejando solo ese dolor crudo y palpitante que no encontraba forma de expresar. Quería gritar, destruir algo, cualquier cosa para silenciar esa voz en su cabeza que le recordaba que ellos estaban muertos, que él estaba solo, que había deseado con toda su alma que eso ocurriera y que nunca, jamás, volvería a ser el mismo.Sus pensamientos giraban en un torbellino caótico mientras la rabia, el dolor y una desoladora tristeza competían por el control. Recordaba cada instante, cada mirada que le habían dedicado Estela y Zander, la forma en que le habían arrebatado la felicidad, la traición que lo había destrozado. Sin embargo, ahora que ya no estaban, esa rabia empezaba a transformarse en un vacío helado. ¿Cómo era posible que su odio, su furia, se sintieran tan hueco
Alison escuchó en silencio mientras Zane le contaba su historia, cada palabra teñida de dolor y cicatrices invisibles. Había escuchado muchas historias desgarradoras en su vida, pero nada como eso. Zane, el hombre que parecía ser un pilar de fuerza y control, tenía una historia tan marcada por la tragedia y la pérdida que le rompía el corazón. Cada palabra que decía resonaba en ella, haciéndola comprender la profundidad de su sufrimiento y, sobre todo, las heridas con las que vivía día a día.Cuando Zane terminó de hablar, sus ojos estaban fijos en los de ella, llenos de una mezcla de vulnerabilidad y resignación. Por primera vez, Alison sintió que él la estaba dejando entrar completamente, sin barreras, sin pretensiones. Pero Zane, con la voz baja y un tono que traicionaba su miedo, le dijo:—Alison… si después de todo esto decides que no quieres estar conmigo, lo entenderé. No sería fácil estar con alguien como yo, con alguien tan… roto —dijo con la voz queda. Si había algo en ese mo
Mientras Alison buscaba en su computadora a os mejores psiquiatras del país. Jessica estaba en su pequeño estudio, concentrada en revelar las fotografías de su última sesión. Las luces bajas y el suave sonido del agua corriendo en el tanque de revelado la sumergían en una calma casi hipnótica. Cada imagen que aparecía ante sus ojos le recordaba la razón por la que amaba tanto la fotografía. Ella era capaz de mostrar todo un contexto con solo una fotografía y eso le llenaba el pecho de orgullo.Aun así, su concentración no podía evitar que sus pensamientos divagaran hacia Travis, o mejor dicho… John. La relación entre ambos había sido una montaña rusa de emociones y preguntas sin respuestas. Travis desaparecía por largos períodos sin una explicación clara, y aunque ella trataba de darle el beneficio de la duda, no podía evitar pensar que él le ocultaba algo. Quizás estaba casado, o tenía otra vida de la que nunca le había hablado. La idea la había atormentado en silencio, y francamente
Jessica seguía entre los brazos de Travis, ambos aún sin separarse desde aquel beso que había desbordado todas las emociones contenidas entre ellos. Cuando finalmente sus labios se apartaron, el silencio llenó el espacio. Pero no era un silencio incómodo; era denso, cargado de significado, como si no fueran necesarias más palabras para expresar lo que estaban sintiendo.Jessica lo miró a los ojos, con una mezcla de vulnerabilidad y determinación. En su mirada había algo nuevo, algo que parecía haber dejado atrás la confusión y las dudas que la habían atormentado hasta hace apenas unos minutos. Lentamente, llevó sus manos hacia los botones de la camisa de Travis y, sin dejar de mirarlo, comenzó a desabrocharlos uno por uno. Su tacto era suave pero seguro, cada movimiento calculado, como si quisiera saborear cada segundo.—No sabes cuanto desee que no hubiera secretos entre nosotros —declaró Travis con la voz más ronca, mientras sentía las manos de Jessica sobre su pecho. Mientras el cal
El aire en la firma de abogados estaba tenso, cargado de susurros y miradas furtivas. Alison, se mantenía sentada en su oficina, trataba de concentrarse en el documento frente a ella, pero las palabras parecían bailar en la pantalla. Los murmullos al otro lado de la puerta se filtraban como un zumbido incesante, y aunque no podía distinguir exactamente lo que decían, era evidente que ella era el tema de conversación.Desde el momento en que había entrado esa mañana junto a Zane Blackford, el CEO de la firma, las miradas no habían cesado. Algunos empleados se habían detenido en seco al verlos juntos, intercambiando miradas cómplices o susurrando detrás de sus manos. Era algo completamente nuevo para Alison, quien siempre había pasado desapercibida, siendo simplemente una abogada más en la inmensa maquinaria de la firma.De repente, la puerta de su oficina se abrió. Zane apareció en el umbral, su presencia imponente llenando el espacio de inmediato. Llevaba un traje oscuro impecable, y
El departamento de Alison estaba envuelto en un ambiente de emoción y risas. Luego de que ella llamara a Jessica al salir de la firma para comentarle la idea de una salida de cuatro. Jessica revoloteaba por la sala con una blusa de seda azul marino en la mano, tratando de decidir si combinarla con una falda lápiz o un pantalón ajustado. Alison, por su parte, estaba sentada frente a su tocador, terminando de aplicar un toque sutil de rubor en sus mejillas.—Creo que deberías ir por el pantalón. Es más, tu estilo —dijo Alison, mirándola a través del espejo.Jessica, siempre enérgica, alzó una ceja y giró sobre sus talones para mirarse en el espejo de cuerpo entero que colgaba cerca del armario.—¿Estás segura? Pensé que la falda me daba un aire más sofisticado —espetó ella aún sin lograr decidirse.—Sí, pero con el pantalón te ves más cómoda y confiada, y eso siempre gana —replicó Alison con una sonrisa.Jessica asintió, confiando en el buen gusto de su amiga. Se acercó al armario y come
El restaurante tenía una atmósfera cálida, con luces tenues que acentuaban la elegancia del entorno. No obstante, Alison se sentía un poco fuera de lugar, aunque Zane, con su imponente presencia a su lado, parecía convertir el ambiente en algo más acogedor. Estaba sentada junto a él en la mesa redonda de aquel rincón privado, mientras Jessica y Travis se encontraban frente a ellos, inmersos en una conversación ligera y risueña sobre anécdotas pasadas.Sin embargo, Alison no lograba concentrarse. Había una sensación extraña, como si alguien la estuviera observando. Sus ojos recorrían discretamente el restaurante, buscando la fuente de esa incomodidad. Cada tanto, su mirada se cruzaba con la de algún camarero o cliente distraído, pero no encontró nada que confirmara sus sospechas. Aun así, el nudo en su estómago no desaparecía.—¿Estás bien? —preguntó Jessica, interrumpiendo sus pensamientos.—Sí, sí… solo pensaba en algo —respondió Alison con una sonrisa forzada, tratando de desviar la
Sin pensar, sus manos se deslizaron hacia el cuello de su camisa, atrayéndolo más cerca mientras sus labios seguían encontrándose con una intensidad que hacía que el aire se volviera insuficiente. Zane la tomó por la cintura y, en un movimiento ágil, la alzó sobre el lavamanos, Alison jadeó suavemente, sorprendida, pero no protestó, por el contrario, separó sus piernas dejó que Zane se colocara en medio de ellas.Sus manos se enredaron en el cabello de Zane mientras sus labios volvieron a encontrarse con una voracidad que no podía describirse con palabras. La lengua de Zane entró urgente en su boca y un nuevo jadeo fue reprimido, cuando sintió como sus manos grandes comenzaban a bajar los delgados tirantes de su vestido.El mundo exterior dejó de existir. Ni el restaurante lleno de personas, ni el ruido lejano de las conversaciones, ni siquiera la posibilidad de que alguien pudiera entrar cruzaron sus pensamientos. Era como si estuvieran atrapados en un universo propio, donde solo exis