Alison avanzó junto con Travis hasta el despacho personal que Olivia tenía dentro de su apartamento. Se sentó en el elegante sofá en el espacio, con los dedos entrelazados en su regazo, y la mirada fija en las paredes llenas de diplomas y certificados que adornaban el despacho de la psiquiatra. Travis se mantuvo de pie junto a ella, la tensión en su postura era evidente, aunque su rostro se mantenía impasible. Ophelia, era una mujer de presencia firme y profesional, cerró la puerta con cuidado y se acercó a ellos, tomando asiento frente a Alison con una expresión controlada y un aire de sabiduría.—Alison, Travis me ha explicado algo de la situación —dijo Ophelia con voz suave y templada, refiriéndose al más reciente cambio de personalidad de Zane, clavando en ella una mirada profunda y calculadora—. Antes que nada, debo decirte que Zane está atravesando algo muy delicado.Alison sintió un leve temblor en su pecho, la insertidumbre y la inquietud se arremolinaban en su interior.—¿Pod
Alison llegó a su apartamento, cerrando la puerta detrás de sí con un suspiro pesado. Sus pensamientos se enredaban, y cada vez que intentaba aclararlos, las palabras de Ophelia regresaban para atormentarla. Todo el camino hasta casa había sido un intento fallido de entender por qué sentía que la psiquiatra le había dado un ultimátum. ¿Era verdad que solo le recordaba a Estela? ¿Quien demonios era Estela? ¿Era cierto que, en lugar de ayudarlo, solo le causaba daño? eran preguntas que Alison se hacía.Sin querer pensarlo demasiado, se dirigió a la pequeña estantería donde guardaba una botella de vino que le habían regalado. No era algo que soliera hacer, pero en ese momento sentía que necesitaba el consuelo de una copa, algo que aliviara el nudo en su pecho y el peso de sus emociones.Se sirvió una generosa cantidad, y el suave aroma a frutos rojos llenó el aire mientras se sentaba en el sillón junto a la ventana. Observó las luces de la ciudad desde allí, dándole un sorbo al vino y de
Esa tarde, tras concluir su última consulta del día, Ophelia suspiró al quitarse la bata de médico y las gafas redondas que siempre la acompañaban en el consultorio. Su semblante reflejaba determinación y algo más oscuro, una mezcla de osadía y frustración. Con un último vistazo al consultorio vacío, tomó sus cosas y salió hacia el estacionamiento, donde su auto la esperaba bajo el tenue resplandor del atardecer. Se subió, cerró la puerta con firmeza, y puso en marcha el motor con un propósito claro en mente. Ir a visitar a Zander.El trayecto hacia el casino fue un desfile de pensamientos que la asaltaban. ¿Estaba Zander interesado en Alison al igual que Zane? ¿Por qué sentía esa necesidad tan grande de verlo? Ophelia aceleró hasta llegar al imponente edificio del casino. Sacó un espejo pequeño de su bolso y pintó sus labios de rojo.Ophelia fue recibida por una mujer de cabello corto y negro. Esta la observó a detalle y antes de permitirle el acceso, llamó a Zander. Cuando la mujer o
Cuando Ophelia al fin se largó del casino, Zander tomó el vaso de whiskey que reposaba sobre su escritorio y lo lanzó con fuerza hacia el suelo. Sentía rabia, y no era el hecho de que la psiquiatra hubiera informado que Alison gustaba de Zane, era la idea de que se hubiera atrevido a compararla con Estela. Si bien había ciertas similitudes físicas, ellas no eran iguales. Y el solo hecho de que atreviera a compararlas lo irritaba.Zander tomó la botella de whiskey que se encontraba en una repisa detrás de su escritorio y bebió un trago largo directo de ella. Pasó alrededor de veinte minutos observando a la nada y bebiendo, hasta que vio su celular y consideró la idea de llamarle a Alison, quería verla, exigirle que le explicara cual era el avance del caso, con la única idea de verla. Zander avanzó hasta el área de juego en el casino, tratando de distraerse, pero la necesidad de llamar a Alison se hizo más grande. Sin embargo, Zander no tuvo siquiera oportunidad de buscarla, Alison llegó
El aire parecía haberse espesado entre ellos, cargado de electricidad y algo mucho más oscuro. Zander no se movió, sus ojos seguían fijos en los de Alison, pero algo en su expresión cambió, volviéndose más intenso, más afilado. La sonrisa se borró de sus labios, y en su lugar apareció una seriedad que le sentaba inquietantemente bien. Zander tomó la mano de Alison y la guio hasta su oficina, cerró la puerta tras de ellos y acorralándola en ella preguntó:—¿Quién te dijo eso? —su tono fue más bajo y frío, lleno de una autoridad que casi hacía temblar a Alison. No era una simple pregunta; era una orden disfrazada, una demanda de la verdad. Había un peligro latente en su voz, algo que le decía que no le gustaba que jugaran con sus secretos.—¿Qué sabes tú de ella? —preguntó Zander viendo fijamente a sus ojos.Alison sintió cómo su corazón se aceleraba, golpeando frenéticamente contra su pecho. Tragó con dificultad, luchando contra la marea de emociones que amenazaba con arrastrarla. Una p
Alison se dejó llevar por la intensidad del momento, correspondió de forma ferviente a sus labios, disfrutó del roce excesivo de su cuerpo y gimió cuando Zander comenzó a acariciar sus muslos, a besar con intensidad su cuello.La mente de Alison se nubló, mientras sus ojos se cerraban y sentía sobre su piel un calor que la quemaba, un placer que ya había probado antes, el placer de que ese hombre la tocara, esa posesividad, que, aunque veía de un hombre diferente, se sentía tan familiar. —No sabes como esperé este momento —dijo Zander con voz ronca, al tiempo que sus manos vagaban por sus muslos, los apretaban con fuerza y subían hasta sus nalgas. Alison soltó un gemido al sentir su erección rozarla y supo que, aunque no era tarde para detenerlo, ella no quería hacerlo.Las manos de Zander se aferraron a su culo, y luego una se apartó y subió hasta sus tetas sobre la tela, apretó y masajeó cada parte de su cuerpo, mientras sus labios se hundían urgentes en su cuello.Alison comenzó a
El aire en la oficina se sentía espeso, estaba cargado de una niebla de lujuria abrumadora, pero se sentía algo más que simple calor. Alison estaba sobre el regazo de Zander, sus piernas envolviéndolo con la misma intensidad con la que sus miradas se entrelazaban. Había un juego de fuerzas invisibles, una lucha de voluntades entre el hombre dominante y la mujer que, a pesar de la incertidumbre, no se apartaba.Zander mantenía sus manos firmemente en su cadera, sus dedos rozando entre la tela de su falda, que se había subido un poco con el movimiento de sus potentes embestidas y de la piel desnuda de su torso. La fuerza de su agarre le transmitía una mezcla de posesividad y deseo, pero también un control que parecía a punto de romperse. Sus ojos azules, ahora más oscuros brillaban con una luz peligrosa, y había algo en su sonrisa ladeada que hacía que la sangre de Alison se calentara mucho más y que un escalofrío le recorriera la espalda.—Ahh… —jadeó ella, mientras Zander la elevaba lo
El auto de Zander se desplazó a través de las calles iluminadas de la ciudad con una suavidad que solo aumentaba la tensión dentro del vehículo. Alison se encontraba sentada en el asiento del pasajero, sintiendo cada latido de su corazón resonar en sus sienes. Después de la ardua dosis de placer que experimentaron ambos en la oficina de Zander, este decidió llevarla a su pent-house. Alison no llevaba puestas sus prendas superiores, estas se encontraban en el asiento trasero del auto de Zander. Lo único que cubría la parte superior de Alison, era la chaqueta del hombre que conducía como si lo estuvieran persiguiendo, apresurado por llegar a ese espacio más privado y tomarla en el calor de su habitación.Alison miraba a través de la ventanilla, pero las luces y el bullicio de la ciudad se desdibujaban, mezclándose en un torbellino de pensamientos y emociones. A su lado, Zander conducía con una mano firme en el volante, su perfil esculpido marcado por la sombra de los rascacielos que pasa