—¡Pasa..! —comentaron del otro lado y ella accedió.
—Ya terminé señor ¿puedo retirarme?—Sí, vete —comentó con voz desinteresada.Ella asintió, y simplemente se dio la vuelta para poder marcharse. Sus pasos, fueron más rápidos que su corazón.Entre medio del pasillo, se sintió feliz de poder regresar a su casa.El único problema, era la distancia que tenía que recorrer. Ya había anochecido, la neblina poco a poco estaba cayendo. Estiró la mano, sintiendo que en cualquier momento desaparecería.Se abrigó, primero se cambió los tacones, al llegar al banco que quedaba enfrente de la empresa. Ya lista con sus zapatillas deportivas, agujereadas comenzó su caminata. La farola, la acompañaban. Haciéndola sentir menos sola. No pasaron ni 15 minutos cuando se sintió levemente observada. Pero, desestimó ese sentimiento.A lo lejos, había un vehículo de color azul, largo, al estilo limusina.—¿Por qué caminarás sola..? — se preguntó Eduardo mientras había ordenado a su chofer, seguirla a la distancia.Ella era muy distraída, para no darse cuenta.—Señor ¿quiere que nos vayamos a su casa..?—No, ve despacio, me parece una tontería que camine a esta hora sola ¿Acaso quiere que le ocurra algo? —preguntó.—No lo sé señor, pero yo creo que ese no es su problema.—Si tanto apuros quieres.. por irte a tu casa, hazlo y yo me busco otro chofer —comentó con voz fría.—L-lo siento señor.Mientras el auto se deslizaba suavemente por la calle, Eduardo contempló como la joven se abrazaba a sí misma, sus pasos cada vez se aceleraba más.Después de 40 minutos de caminata, finalmente ingresó a un edificio tan deteriorado, lo sorprendió.—¿Y este lugar feo?Sabía que era rica. Entonces ¿por qué ingresaba ese lugar?"Tal vez tien el amante —pensó —Y yo aquí esperando por ella, ni siquiera se que demonios hago aquí".—Avanza, ahora sí vamos a mi casa.—Enseguida señor.Al día siguiente, para Briana ingresar a la oficina era una tortura. Aún le costaba bastante trabajo tener que enfrentar a su ex esposo, fingir que nada le ocurría con su cercanía.—Hola señor. Le traje su café —comentó.—Gracias, ahí tienes otras carpetas. Necesito que vayas al depósito al depósito a buscar más archivos.—Enseguida señor —comentó ella acelerando el paso, y alejándose.Para él, tenerla cerca significaba que ella pudiera descubrir el secreto, pero en cuanto entró a la empresa sabiendo que ella trabajaba ahí, no pudo resistirse a llamarla como su asistente.Tal vez era un error, pero de igual forma, no sabía por qué lo hacía. Como siempre, su asistente cerró con seguro, era el único pedido que él había dicho desde el primer día. Al verse seguro dentro de su oficina, Eduardo movió su silla con rueditas; hasta finalmente abrir una puerta a un costado.Flexionó sus brazos hasta quedarse apoyado en la silla de ruedas.Se sentía frustrado, no quería que ella lo viera en esas condiciones. Movió las ruedas para poder desplazarse, y se acercó al gran ventanal. Se había caído un par de veces en la silla giratoria. Por ese motivo necesitaba la silla de ruedas. Aunque le gustaba estar en esa alta silla, sintiéndose poderoso, y aún con sus piernas funcionando.Aunque sea en su mente.No era así, solamente quedaba parte en la ilusión. Miró hacia el exterior, le gustaban los días nublados, seguramente estaba a punto de llover. Le gustaba antes caminar bajo la lluvia; ahora podía recordar eso. Se mordió los labios, y le dió un fuerte golpe a la silla de ruedas.—¡Maldició..! —protestó. Por otro lado Briana estaba entre medio de tantas hojas, que se perdió. No podía llegar a comprender, quién podría guardar tantos archivos en un solo lugar tan pequeño.Estornudó, le daba alergia la tierra, y ese lugar ni siquiera disponía de una ventana.Salió envuelta en tantas carpetas, su rostro desapareció detrás de las mismas.Al llegar a su pequeño cubículo, dejó todo ahí.—¿Te asignaron un poco de trabajo..? —preguntó sarcástica Melisa.—¡Cállate..! —le ordenó.—¿No quieres que te ayude..? —dijo divertida.—Me encantaría pero el jefe, me ordenó que solamente yo puedo ver estas cosas.—Entonces te deseo suerte, te traeré un café.Meli se puso de pie, desapareciendo por el pasillo. Briana puso los ojos en blanco y abrió la primera carpeta. Una gran polvadera, salió dispersa de la misma; al igual que humedad.—Voy a morir ahogada —protestó. Cuando ya iba por la décima carpeta, se puso de pie, quería preguntarle acerca de algunos números que no podía llegar a comprender. Eran demasiado extraños.Al parecer, habían sacado dinero de la empresa, sin siquiera justificación. Dió un leve golpeteo a la puerta, pero como no tuvo respuesta, la abrió.—Señor, aquí tengo esta carpeta y no puedo llegar a comprender los números y... —se quedó en silencio, nunca en su vida hubiera esperado ver a su ex esposo en una silla de ruedas.Sus ojos salieron como platos, y el mismo se encontraba mirando por la ventana. Se veía calmado, incluso a pesar de estar en esa posición, se había se veía poderoso y muy atractivo. Su cabello, algo largo lo hacía ver aún más varonil. —¡Te dije que golpees la puerta, y que esperes! —gritó de pronto su esposo.—L-lo siento, pero como no respondió yo...—No puedes hacer nada bien Briana, solamente te pedí una cosa, que cada vez que vengas golpees la puerta y que no abras por nada del mundo y ingresas igual ¿Acaso quieres que te despida? ¡pues lo haré! ¡Estás despedida! Brianna abrió los ojos sorprendida, sin haber esperado nada de eso. Solamente quería adverti
Él la miró con sorpresa.—Sube al auto.—Gracias —comentó y simplemente desapareció de la calle para subirse a ese vehículo. Su corazón latía con prisa, en parte, no esperaba que él pudiera llegar a escucharlo y menos comprenderla.En ese instante, lo único que quería era básicamente saber si su hija iba a estar bien. Sus ojos estaban llorosos, y podía ver que su bebé lloraba desesperada.—Tranquila amor —comentó mientras la abrazaba, y sacaba su pecho para dárselos. Eduardo desvió la vista en ese momento, tragó saliva en seco. >Pudo comprender, esa pequeña bebé podría ser su hija. Si ella hubiera estado embarazada en el momento que él ha hecho, tal vez hubiera estado de cuánto dos meses, tres meses. Si hubiera tenido ese bebé, el mismo tendría un año y tantos meses. —Tranquila, ya llegamos. Este no es el hospital —comentó al ver una gran clínica. La cual no podría pagar en mil años.—Esto es mejor que un hospital además, no vas a tener q
Eduardo, disfrutaba de las caricias de aquella rubia. Ya estaba encima del, sentado en su silla giratoria. Cuando trabajaba, eran pocas las ocasiones, sentado en su silla de ruedas.En aquella silla majestuosa y giratoria.Se sentía poderoso, y a veces se olvidaba de su condición. Más sintiendo los pezones erectos, de aquella mujer.Tenía el pecho descubierto. Sus piernas enredadas sobre sus propias caderas. Una cintura pequeña, un trasero grande. Toda esa combinación, hizo que Eduardo, sintiera confusión.De igual forma, sonrío. A pesar de que no la estaba besando, su erección era grande. Sentir, su paquete pegado al enorme trasero de la rubia, lo hacía llenarse de un éxtasis especial.Con su mano derecha, tocaba el botón húmedo y dilatado. —¡Más!Movió sus dedos de un lado al otro. En círculos, llenándose de humedad en su mano. Introdujo tres dedos en la cavidad húmeda y resbaladiza. —Estás... muy húmeda. Te penetrar...—¡Mete tu enorme miembro! —exigió. Cuando ya no lo soport
Briana, al llegar a la oficina, se tocó el corazón. No había sentido algo así antes.—Ahora sí viste un fantasma —dijo divertida Melisa, dándole un codazo amistoso y después añadió:— dime que viste.—A... Eduardo.—¿Eduardo? Pero si lo vez todos los días y...—Teniendo sexo con alguien —comentó en forma monótona Melisa borró su sonrisa y la tomó del codo. Se desplazaron hasta llegar al baño y Briana aún no llegaba a la realidad. —¿Y qué tiene?, De igual forma es tu ex esposo. Tienes que golpear la puerta Briana, en serio te lo digo. Puedes meterte en varios problemas con...—Lo que ocurre es.... encontré más irregularidades de los números. Alguien se está robando el dinero de la empresa. —Oh, eso es grave.—Lo es. Por eso te estoy diciendo. No estoy bromeando. —Bueno... vas a tener que esperar a que termine —dijo divertida Melisa, se miró al espejo y se lavó la cara.—Ahora ni siquiera quiero ir —comentó apoyando la mitad de su cuerpo en el lavado.—¿Y eso por qué? —preguntó Melis
Aceleró el paso. Solamente quería estar con su hija, se preguntaba cómo la encontraría.La había anotado en esa misma mañana en un maternal. No había querido, pero pensaba que era lo mejor punta debería adaptarse tal cual ella lo hacía, a esa nueva vida. Eran buenos con la bebé, eso es lo que había sentido desde el primer momento.Era tan solo tres cuadras, llegó rápido. Con nerviosismo, estaba frente a la puerta junto con otros padres. Algunos hablaban entre sí, otros simplemente estaban de pie esperando a su hijo.Al Abrir la puerta... Ella ingresó con un poco de duda. Había muchos niños esperando, algunos llorando y otros jugando felices. Pudo ver en un rincón además, en los brazos de una maestra y otros sobre una bonita alfombra de peluche.—Hola, aquí está mi bebé.—Ella se ha portado muy bien. Es una niña muy buena, nosotros la cuidamos bien. —Gracias, es la primera vez que la traigo a un maternal. —Está bien, muchos padres lo hacen incluso desde los 45 días de vida.—Está
Frente a una gran casa, el portón ya se desplegaba. Mientras él manejaba hasta el interior.En cuanto estacionaron, él levantó la palanca de freno. Briana, salió por la puerta, y mientras desabrochaba a Emma, él tomaba la silla de ruedas que se encontraba en la parte de atrás, y con bastante agilidad sosteniéndose solamente de sus brazos, bajaba.Brianna lo miró sorprendida. No podía creer la agilidad con la que se manejaba ese hombre. Si no lo creería, parecía que alguien lo hubiera ayudado a bajar y ponerse la silla de ruedas. En realidad sus pensamientos estuvieron rondando sobre eso durante todo el viaje. Preguntándose si acaso ella tendría que ayudarlos, si podría con el peso de aquel hombre tan musculoso. No obstante, se había equivocado y él como si fuera un peso pluma, se había manejado con agilidad. Briana, al llegar a la casa, vio a su madre y solamente la abrazó.Ambas llegaron al interior de la habitación, hablando sin parar de lo que habían hecho durante el día. Al día s
—Me dijo que por un accidente. Para cuando yo lo conocí... era un hombre viril. Le encantaba hacer deporte, y nos gustaba caminar. Nos conocimos haciendo ejercicio al aire libre, en ese instante, nos volvimos inseparables. Estuvimos por más de 5 años juntos y antes éramos amigos. —Lo siento mucho. —Está bien, nos conocíamos desde que éramos pequeños y después nos volvimos a encontrar cuando éramos... un poco más grandes. Pero al parecer eso no fue suficiente para esto, se aburrió de mí y se enamoró... De Alguien más.—¿Y Emma es de él?"Si..."—Creo que tengo que irme —comento Briana poniéndose de pie y desapareciendo de la cafetería. Era una pregunta personal, ella nunca contestaría a eso. Sin embargo, la palabra "Sí", rondó una y otra vez en su cabeza. Eduardo era el padre de su hija y después pensó: "no le pregunté el nombre al médico". Si se lo había mencionado con anterioridad como a ella se lo había o
Brianna se detuvo.—No... la descubrirá Melissa, él ¡No! debe enterarse de eso.Continúo la caminata.—Pero si en un rincón único caso, se entera y...—¡No lo sé!, no se me había planteado eso la verdad. Ni siquiera pensé volver a verlo...—¡Ay Bri! Sigió caminando a la par de su amiga. Las cuadras se hicieron bastante largas para ellas, sin embargo no se quejó.Al estar frente a su casa, saludó a Melissa. Ellatenía que seguir el recorrido.Busco a Emma, quién como siempre estaba muy feliz después de haber salido de la guardería y caminó con sus zapatillas cómodas hasta llegar a la casa. Sin embargo, cuando estaba a punto de llegar, un vehículo le tocó bocina. Al girarse un poco enojada, lo vió. Al mismo médico. —Qué casualidad.. ¿tú también vives por aquí?—En realidad no, nos vemos otro día —comentó Briana mientras tomaba la perilla de la puerta. —¿Quieres ir a cenar? te