—Y por qué les tendrían que pedir disculpas si solamente dieron su opinión.
No lo sé, es un misterio. Después, una de las mujeres parecía estar muy desesperada por la atención del hombre —comentó divertido Eduardo.
—Claro, lo peor de todo es que aquel chico es gay —dijo divertida, y ambos se rieron.
— ¿Y qué más ocurrió? —preguntó.
—Le dijo "perra" a una de mis amigas. Y justo en ese momento yo estaba ocupada en la cocina, ya que vivo con mis padres.
— ¿En serio?
—Sí. Bueno, en realidad también tengo mi propia casa, pero muchas veces prefiero estar con mis padres. Son muy cariñosos y tengo una gran relación con ellos.
— Comprendo, eso es algo bonito y eres joven.
—¿Tan feliz en la mañana? —preguntó ella levantando una ceja.— Hola, Briana —comentó con una sonrisa, pasando por su lado. No me cuesta un poco utilizar las piernas y caminar sin apoyo, pero lo hago de igual forma.—Es raro verte con una sonrisa. Eso es algo desconocido para ti —comentó Briana, escupiendo sus palabras con odio.— Y pues, estoy contento —comentó mientras se acercaba a preparar dos tazas de café.—No quiero que me sirvas café, gracias —dijo Briana, abriendo la heladera y tomando un poco de jugo.— ¿Por qué no? ¿No quieres mi café?—Porque tomaré jugo —comentó sin mirarlo mientras volvía a dejar la botella en su lugar.— Está bien —comentó Eduardo encogiéndose de hombros.—En fin —coment&o
—No todos mostramos lo que realmente estamos pasando. — dijo Samanta con una sonrisa triste.— Supongo que tienes razón.—Pero en realidad, estoy bien. Aunque también me afectó mucho no poder tener hijos.— Lo siento mucho.—Está bien, realmente estoy bien. Pero aceptar esa realidad fue difícil. Adoptar un niño es un proceso complicado y costoso, y requiere tener recursos económicos.—Lo lamento.—No te preocupes, no es tu culpa ni la mía. Supongo que no todos tenemos la posibilidad de ser padres, y yo lo acepto.— Entonces te casaste muy joven, ¿verdad? ¿Qué edad tienes? — preguntó Eduardo.—Tengo 23 años — respondió con una sonrisa.
—¿La quieres? —preguntó mientras se quitaba las lágrimas.—La estoy empezando a querer —respondió con sinceridad, y Briana lo miró con sorpresa.—Pensé que estabas enamorado de mí.—Briana...—Quería hablarte de esto. Yo quiero volver contigo —suplicó Briana.—Briana, lo nuestro no tiene pies ni cabeza, no funciona y lo sabes.—Pero podemos volver a intentarlo. Yo intentaré cambiar, hacer las cosas bien y no discutiré por tonterías.—Briana, Samanta es buena y no quiero lastimarla. Dejarla sería hacerle precisamente eso, y no puedo.—Por favor —volvió a suplicar, pero él negó con la cabeza. No caería de nuevo en el juego de Briana, a pesar de verla llorar.Eduardo se marchó y decidió que la mudanza s
Caminando despacio, aunque intentando no caerse. Las manos hundidas en los bolsillos de su chaquetita de punto blanco; pasos torpes. Penetró en un portal limpio y elegante y subió despacito las escalinatas de mármol, hasta llegar a una puerta caobada. Introdujo la llave en la cerradura y la puerta cedió lentamente. —Mi amor, ya tengo lista la cena —comentó la mujer mientras ingresaba, dando saltos, hasta su amado esposo; miró en torno con complacencia. Después añadió seguidamente: — preparé algo que te gustará.Él mismo, a diferencia de veces anteriores, no se inmutó con su presencia. En más, se quedó observando la computadora, sin prestarle un ápice de atención. Ella, levantó una ceja confundida; esperando una reacción de parte de su esposo. La cual no hubo. —¿Me estás escuchando amor..? —volvió a insistir. Su pulso se aceleró, pudo contemplar su sombra inquieta por el rabillo del ojo. Pocas eran las ocasiones, donde ella, se encontraba con taler nervios.Esta vez, el hombre levant
Capitulo 2Dos años después, Briana se encontraba trabajando. De pronto, entra en su pequeño cubículo, sugerente. —¿Terminaste con lo que te pedí? Eres muy lenta Briana. Tengo todas las ganas de echarte, pero ahí estás —dijo y puso los ojos en blanco, apoyando su cuerpo en la pared de durlock —así que por favor, ve rápido a la oficina, el nuevo jefe está ahí. —¿Nuevo jefe..? —preguntó con la voz queda.—Menos preguntas y muévete. No lo quieres hacer esperar; llevas aquí apenas un mes.—Claro jefe.Ella asintió, y comenzó a caminar con sus tacones altos, los únicos que tenía. No le alcanzaban los pasos, para poder llegar a la oficina. En cuanto atravesó la gran puerta de madera, silencio sepulcral invadió todo. Había un hombre de espaldas, sentado en una silla giratoria.Briana alisó con sus manos su falda, y se mordió los labios. —Hola... —murmuró con vos inquieta, respiró con nerviosismo. —Hola... Así que aquí estás —dijo una voz conocida.Hace dos años que no lo había vuelto a e
En cuanto abrió la lista, se estremeció. Muchos nombres de mujeres, eso encontró. Habían varias que eran súper modelos, eso no hizo más que hacerla poner triste. No quería sentirse de esa manera. Al terminar, se puso de pie para poder preguntarle al señor si necesitaba algo más. Había pasado tres horas trabajando, pasando todo en su computadora y teléfono. En cuanto ingresó a los gran oficina, pudo ver que en la parte de afuera, había un escritorio. —Yo acomodé el escritorio para que puedas trabajar aquí, ¿terminaste con lo que te ordené? —le preguntó sin verla.—Sí señor, aquí tiene la libreta de nuevo.—Está bien, quiero que me organices un encuentro con alguno de las modelos, lo necesito para esta noche.—Claro señor —comentó."Seguro que con algunas de esas... modelos de cintura perfecta —pensó con dolor —de igual forma no me interesa ¡Yo sólo siento desprecio por él!".—Puedes retirarte, no te necesito para nada más. —¿D-de verdad, me da el resto de la tarde libre? —preguntó c
Al día siguiente, ya se encontraba de pie frente a su jefe. El mismo, como siempre ni siquiera la miró al rostro, simplemente le ordenó que hacer.—Buen día Señor —dijo ella.—Buen día, aquí tienes estas planillas, quiero que las llenes, y me digas cómo están los números de la empresa. —Claro señor. Pero yo soy simplemente una secretaria.—Eres un administradora de empresas, me sorprende que estés... olvídalo. —Enseguida señor.Dio la vuelta y comenzó a caminar.—Espera... —dijo de repente la voz gruesa de su marido.Al girarse lo contempló con curiosidad.—¿Qué ocurre? —¿Cómo has estado? —preguntó de repente, y el corazón de Briana dio un salto. "¿Estará preocupado por mí? —pensó —¡Eso jamás!".—Muy bien ¿y usted?—Maravilloso. Ambos se quedaron observando. Briana tenía el cuerpo de costado, sintiendo que su corazón se saldría de su pecho. Mientras que él, simplemente estaba inexpresivo, con las dos manos apoyadas en el escritorio. —Eres muy lenta ¡Ve a trabajar! —la regañó.—E
—¡Pasa..! —comentaron del otro lado y ella accedió. —Ya terminé señor ¿puedo retirarme?—Sí, vete —comentó con voz desinteresada.Ella asintió, y simplemente se dio la vuelta para poder marcharse. Sus pasos, fueron más rápidos que su corazón. Entre medio del pasillo, se sintió feliz de poder regresar a su casa.El único problema, era la distancia que tenía que recorrer. Ya había anochecido, la neblina poco a poco estaba cayendo. Estiró la mano, sintiendo que en cualquier momento desaparecería. Se abrigó, primero se cambió los tacones, al llegar al banco que quedaba enfrente de la empresa. Ya lista con sus zapatillas deportivas, agujereadas comenzó su caminata. La farola, la acompañaban. Haciéndola sentir menos sola. No pasaron ni 15 minutos cuando se sintió levemente observada. Pero, desestimó ese sentimiento.A lo lejos, había un vehículo de color azul, largo, al estilo limusina. —¿Por qué caminarás sola..? — se preguntó Eduardo mientras había ordenado a su chofer, seguirla a la