Capitulo 2
Dos años después, Briana se encontraba trabajando. De pronto, entra en su pequeño cubículo, sugerente.—¿Terminaste con lo que te pedí? Eres muy lenta Briana. Tengo todas las ganas de echarte, pero ahí estás —dijo y puso los ojos en blanco, apoyando su cuerpo en la pared de durlock —así que por favor, ve rápido a la oficina, el nuevo jefe está ahí.—¿Nuevo jefe..? —preguntó con la voz queda.—Menos preguntas y muévete. No lo quieres hacer esperar; llevas aquí apenas un mes.—Claro jefe.Ella asintió, y comenzó a caminar con sus tacones altos, los únicos que tenía. No le alcanzaban los pasos, para poder llegar a la oficina. En cuanto atravesó la gran puerta de madera, silencio sepulcral invadió todo. Había un hombre de espaldas, sentado en una silla giratoria.Briana alisó con sus manos su falda, y se mordió los labios.—Hola... —murmuró con vos inquieta, respiró con nerviosismo.—Hola... Así que aquí estás —dijo una voz conocida.Hace dos años que no lo había vuelto a escuchar, y su cuerpo entero se estremeció.Cruzó sus brazos, intentando protegerse a sí misma.—Hola —comentó ella intentando no llorar.Lo odiaba con todo su corazón, él había arruinado su vida entera.—Tú eres mi nueva asistente, aquí tengo todos los números que tienes que agendar, además, me tienes que ayudar con el papeleo y también con los registros. Aquí al parecer se realizaba cualquier cosa menos llevar adelante la empresa —dijo en forma rápida, y después añadió:— Sólo tengo un requisito.—¿Un requisito..? —quiso saber dudosa.—Cada vez que sales pones el seguro en la puerta, además siempre debes tocar antes de ingresar. Bueno ahora vete es, tengo que seguir trabajando.—Uhm, con permiso —dijo y se alejó.Al hacerlo, se apoyó en la puerta; su corazón latió con prisa. No esperaba verlos, y menos después de dos años.En cuanto llegó al cubículo, su amiga Melisa la miró con gracia.—Parece que viste un fantasma ¿Qué te ha ocurrido..?—Lo vi... —murmuró con los ojos perdidos.Su amiga, no entendió y movió en forma acelerado su brazo en frente de ella.—¿Un fantasma? ¿Qué..?—¡No..! ¡Era Eduardo!—¡Ah Eduardo! —exclamó, aunque enseguida arrugó las cejas —¿qué Eduardo?—Mi ex esposo —dijo.—Estás bromeando ¿verdad?—No, te dije que él era muy rico pero no puedo creer que haya comprado... esta empresa.—¿Y si acaso lo hizo a propósito..? —preguntó.—Lo dudo, él me dejó porque dijo que le había aburrido. Ya no me quería más.— Ya luego ¿De verdad es tán hijo de..?—¡Melissa!, si te llegan a escuchar nos van a echar a las dos.—Sí, tienes razón. Bueno, ¿y qué harás ahora?—Pues tengo que seguir trabajando, no tengo otra opción —murmuró y se dió la vuelta para seguir con sus tareas.En cuanto abrió la lista, se estremeció. Muchos nombres de mujeres, eso encontró. Habían varias que eran súper modelos, eso no hizo más que hacerla poner triste. No quería sentirse de esa manera. Al terminar, se puso de pie para poder preguntarle al señor si necesitaba algo más. Había pasado tres horas trabajando, pasando todo en su computadora y teléfono. En cuanto ingresó a los gran oficina, pudo ver que en la parte de afuera, había un escritorio. —Yo acomodé el escritorio para que puedas trabajar aquí, ¿terminaste con lo que te ordené? —le preguntó sin verla.—Sí señor, aquí tiene la libreta de nuevo.—Está bien, quiero que me organices un encuentro con alguno de las modelos, lo necesito para esta noche.—Claro señor —comentó."Seguro que con algunas de esas... modelos de cintura perfecta —pensó con dolor —de igual forma no me interesa ¡Yo sólo siento desprecio por él!".—Puedes retirarte, no te necesito para nada más. —¿D-de verdad, me da el resto de la tarde libre? —preguntó c
Al día siguiente, ya se encontraba de pie frente a su jefe. El mismo, como siempre ni siquiera la miró al rostro, simplemente le ordenó que hacer.—Buen día Señor —dijo ella.—Buen día, aquí tienes estas planillas, quiero que las llenes, y me digas cómo están los números de la empresa. —Claro señor. Pero yo soy simplemente una secretaria.—Eres un administradora de empresas, me sorprende que estés... olvídalo. —Enseguida señor.Dio la vuelta y comenzó a caminar.—Espera... —dijo de repente la voz gruesa de su marido.Al girarse lo contempló con curiosidad.—¿Qué ocurre? —¿Cómo has estado? —preguntó de repente, y el corazón de Briana dio un salto. "¿Estará preocupado por mí? —pensó —¡Eso jamás!".—Muy bien ¿y usted?—Maravilloso. Ambos se quedaron observando. Briana tenía el cuerpo de costado, sintiendo que su corazón se saldría de su pecho. Mientras que él, simplemente estaba inexpresivo, con las dos manos apoyadas en el escritorio. —Eres muy lenta ¡Ve a trabajar! —la regañó.—E
—¡Pasa..! —comentaron del otro lado y ella accedió. —Ya terminé señor ¿puedo retirarme?—Sí, vete —comentó con voz desinteresada.Ella asintió, y simplemente se dio la vuelta para poder marcharse. Sus pasos, fueron más rápidos que su corazón. Entre medio del pasillo, se sintió feliz de poder regresar a su casa.El único problema, era la distancia que tenía que recorrer. Ya había anochecido, la neblina poco a poco estaba cayendo. Estiró la mano, sintiendo que en cualquier momento desaparecería. Se abrigó, primero se cambió los tacones, al llegar al banco que quedaba enfrente de la empresa. Ya lista con sus zapatillas deportivas, agujereadas comenzó su caminata. La farola, la acompañaban. Haciéndola sentir menos sola. No pasaron ni 15 minutos cuando se sintió levemente observada. Pero, desestimó ese sentimiento.A lo lejos, había un vehículo de color azul, largo, al estilo limusina. —¿Por qué caminarás sola..? — se preguntó Eduardo mientras había ordenado a su chofer, seguirla a la
Al parecer, habían sacado dinero de la empresa, sin siquiera justificación. Dió un leve golpeteo a la puerta, pero como no tuvo respuesta, la abrió.—Señor, aquí tengo esta carpeta y no puedo llegar a comprender los números y... —se quedó en silencio, nunca en su vida hubiera esperado ver a su ex esposo en una silla de ruedas.Sus ojos salieron como platos, y el mismo se encontraba mirando por la ventana. Se veía calmado, incluso a pesar de estar en esa posición, se había se veía poderoso y muy atractivo. Su cabello, algo largo lo hacía ver aún más varonil. —¡Te dije que golpees la puerta, y que esperes! —gritó de pronto su esposo.—L-lo siento, pero como no respondió yo...—No puedes hacer nada bien Briana, solamente te pedí una cosa, que cada vez que vengas golpees la puerta y que no abras por nada del mundo y ingresas igual ¿Acaso quieres que te despida? ¡pues lo haré! ¡Estás despedida! Brianna abrió los ojos sorprendida, sin haber esperado nada de eso. Solamente quería adverti
Él la miró con sorpresa.—Sube al auto.—Gracias —comentó y simplemente desapareció de la calle para subirse a ese vehículo. Su corazón latía con prisa, en parte, no esperaba que él pudiera llegar a escucharlo y menos comprenderla.En ese instante, lo único que quería era básicamente saber si su hija iba a estar bien. Sus ojos estaban llorosos, y podía ver que su bebé lloraba desesperada.—Tranquila amor —comentó mientras la abrazaba, y sacaba su pecho para dárselos. Eduardo desvió la vista en ese momento, tragó saliva en seco. >Pudo comprender, esa pequeña bebé podría ser su hija. Si ella hubiera estado embarazada en el momento que él ha hecho, tal vez hubiera estado de cuánto dos meses, tres meses. Si hubiera tenido ese bebé, el mismo tendría un año y tantos meses. —Tranquila, ya llegamos. Este no es el hospital —comentó al ver una gran clínica. La cual no podría pagar en mil años.—Esto es mejor que un hospital además, no vas a tener q
Eduardo, disfrutaba de las caricias de aquella rubia. Ya estaba encima del, sentado en su silla giratoria. Cuando trabajaba, eran pocas las ocasiones, sentado en su silla de ruedas.En aquella silla majestuosa y giratoria.Se sentía poderoso, y a veces se olvidaba de su condición. Más sintiendo los pezones erectos, de aquella mujer.Tenía el pecho descubierto. Sus piernas enredadas sobre sus propias caderas. Una cintura pequeña, un trasero grande. Toda esa combinación, hizo que Eduardo, sintiera confusión.De igual forma, sonrío. A pesar de que no la estaba besando, su erección era grande. Sentir, su paquete pegado al enorme trasero de la rubia, lo hacía llenarse de un éxtasis especial.Con su mano derecha, tocaba el botón húmedo y dilatado. —¡Más!Movió sus dedos de un lado al otro. En círculos, llenándose de humedad en su mano. Introdujo tres dedos en la cavidad húmeda y resbaladiza. —Estás... muy húmeda. Te penetrar...—¡Mete tu enorme miembro! —exigió. Cuando ya no lo soport
Briana, al llegar a la oficina, se tocó el corazón. No había sentido algo así antes.—Ahora sí viste un fantasma —dijo divertida Melisa, dándole un codazo amistoso y después añadió:— dime que viste.—A... Eduardo.—¿Eduardo? Pero si lo vez todos los días y...—Teniendo sexo con alguien —comentó en forma monótona Melisa borró su sonrisa y la tomó del codo. Se desplazaron hasta llegar al baño y Briana aún no llegaba a la realidad. —¿Y qué tiene?, De igual forma es tu ex esposo. Tienes que golpear la puerta Briana, en serio te lo digo. Puedes meterte en varios problemas con...—Lo que ocurre es.... encontré más irregularidades de los números. Alguien se está robando el dinero de la empresa. —Oh, eso es grave.—Lo es. Por eso te estoy diciendo. No estoy bromeando. —Bueno... vas a tener que esperar a que termine —dijo divertida Melisa, se miró al espejo y se lavó la cara.—Ahora ni siquiera quiero ir —comentó apoyando la mitad de su cuerpo en el lavado.—¿Y eso por qué? —preguntó Melis
Aceleró el paso. Solamente quería estar con su hija, se preguntaba cómo la encontraría.La había anotado en esa misma mañana en un maternal. No había querido, pero pensaba que era lo mejor punta debería adaptarse tal cual ella lo hacía, a esa nueva vida. Eran buenos con la bebé, eso es lo que había sentido desde el primer momento.Era tan solo tres cuadras, llegó rápido. Con nerviosismo, estaba frente a la puerta junto con otros padres. Algunos hablaban entre sí, otros simplemente estaban de pie esperando a su hijo.Al Abrir la puerta... Ella ingresó con un poco de duda. Había muchos niños esperando, algunos llorando y otros jugando felices. Pudo ver en un rincón además, en los brazos de una maestra y otros sobre una bonita alfombra de peluche.—Hola, aquí está mi bebé.—Ella se ha portado muy bien. Es una niña muy buena, nosotros la cuidamos bien. —Gracias, es la primera vez que la traigo a un maternal. —Está bien, muchos padres lo hacen incluso desde los 45 días de vida.—Está