¡Salud!

Anna esa noche tuvo pesadillas y amaneció algo cansada, pero eso no le restó alegría a su día, pues ella llevaba más que presente, que habia pasado un año desde que conoció la libertad y eso era digno de celebrar. Sin hacer ruido se coloca de pié y le prepará el café y los waffles que tanto le gustan a Peter. Todo iba muy bien, hasta que por error ensució su dedo con huevo y le produjo tantas náuseas, que de inmediato corrió al baño y vomitó unas tres veces.

—¡Que rico se ve todo! —él se acerca y besa su frente. —Si continúa de cocinera te asignare un sueldo.

Ella lo mira sería y con el ceño fruncido. —Pareciera que no tenemos ningún compromiso.

—¿Por qué dices eso? —pregunta algo confundido.

—Pues siempre hablas de pagar y me tratas como visita. Si lo olvidaste, soy tu prometida, y hago todo esto con mucho amor.

—Eres mi prometida como bien lo haz dicho, no mi sirvienta.

—Yo nací en donde la mujer hace todo los deberes del hogar y complace a su hombre en todo momento.

—Pues ahora ten
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