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Un chico en la sala

Meses antes

Ana se encontraba en el colegio, faltaba tan poco para entrar en la universidad, deseaba ser doctora y así poder ayudar a quién lo necesitará, su hermana se burlaba de ella, Alondra era modelo.

—Tienes tan poca ambición hermana, así no llegarás a ningún lado.

Ana pasaba de ella, para no discutir, siempre la estaba evitando, su padre siempre le decía que su madre la había abandonado, algo sí tenía claro, su padre engañaba a su madre, Alondra era mayor que ella por dos años, se suponía que se casó con Victoria después que su madre murió, aunque ella era pequeña, recordaba que siempre vivió con su madre, así que era imposible que la hubiera abandonado.

Leon el novio de Ana, la amaba, pensaban terminar una carrera, después se casarían, era un chico bien parecido, un atleta, practicaba varios deportes, era algunos años mayor que ella, él ya estaba en la universidad, Alondra gustaba de él, pero él la ignoraba, cuando visitaba a Ana en su casa, se paseaba con ropa provocativa, se le insinuaba cada vez que su hermana no se daba cuenta.

El día que empezó su pesadilla, su padre llegó agitado a casa, su nariz sangraba, se acercó a ella, lloraba mientras la abrazaba.

—Lo siento hija, perdóname, no puedo perder la empresa, eso sería mi ruina.

—No entiendo qué es lo que tengo que perdonarte papá —lo miró extrañada —¿Qué es lo que te ha pasado?

La puerta que daba a la calle se abrió intempestivamente en ese momento, dos hombres de aspecto elegante entraron, su padre se les quedó viendo, enseguida la señaló a ella, los hombres se acercaron para tomarla por los brazos.

—Papá, ¿Qué es esto? —preguntó alarmada.

Empezó a gritar desesperada pidiendo la ayudarán mientras los hombres se la llevaban, en la planta alta de la casa, Alondra y Victoria disfrutaban el espectáculo, por lo que veían Ana ya no les estorbaría, tenían que hacer una gran fiesta para celebrar su partida.

Tres años después

En el aeropuerto de Madrid una bella mujer se dirigía a tomar un taxi a la salida del aeropuerto, lucía un hermoso vestido color rojo que resaltaba la blancura de su piel, el largo de la falda permitía observar parte de sus bien torneadas piernas, todo aquel que la veía intentaba llamar su atención, acababa de llegar del extranjero, tres años fuera de su país habían sido suficientes, Italia la había recibido con los brazos abiertos, pero no podía quedarse allá, tenía asuntos importantes que arreglar en su país.

Su teléfono sonó con insistencia, lo sacó de su bolso para contestar la llamada, un elegante y apuesto hombre que por ahí pasaba chocó con ella, el café que él llevaba se derramó sobre su traje, uno de sus guardaespaldas la empujó para que se hiciera a un lado.

—Hey, tenga cuidado. —Dijo mientras la veía de mala manera.

El apuesto hombre intentaba quitar la mancha de café de su ropa tallando con un pañuelo.

—Eso no va a funcionar, se lo digo por experiencia propia, si sigue haciéndolo la mancha penetrará más profundo en el tejido.

El hombre que ya estaba de mal humor iba a contestar groseramente, al alzar la vista se encontró con unos profundos ojos negros que lo observaban atentamente, la belleza de la mujer llamó su atención inmediatamente, tenía unas facciones muy finas que le recordaban a alguien, pero no sabía a quién, se guardó el mal comentario que estaba por hacerle, sin desviar la mirada camino para perderse al interior del aeropuerto.

—Lo que hay que ver, el tipo más guapo no puede estar, pero es un estirado.

Cuando iba a abordar un taxi, el claxón insistente de un auto llamó su atención, al voltear vio el auto parado a media calle, quien quiera que lo traía, tenía prisa por bajarse, hizo caso omiso, volteo de nuevo para abordar el taxi, de pronto sintió que la jalaban fuertemente por el brazo, la mujer volteó y le pegó tremendo golpe en la mandíbula al hombre que la estaba sujetando, instintivamente la soltó para tallarse donde lo había golpeado.

—Pero mujer, casi me has volteado la mandíbula hacia el otro lado.

—Jajajá, perdón, que no sabía que has sido tú Javi.

—Ana de mi vida, que bueno que has regresado, que no te lo he dicho porque quería que fuera una sorpresa, imagino que te quedarás en casa.

—Si es que me das un lado. —Dijo sonriendo.

—Mujer que no te doy tan solo un lado, la casa entera es tuya.

Se empezó a escuchar un ruido terrible de cláxones, los autos hacían fila esperando, con toda la tranquilidad del mundo Javi abrió la puerta para que subiera Ana al auto, después abrió el maletero y subió el equipaje.

—Qué no pueden esperar cinco minutos porque comienza el escándalo.

—Ja, ja, ja, no cambias.

—Te conseguí varias citas como me lo has pedido, pero no te aseguro que consigas el trabajo ojalá y sí.

—Sabes que no pude estudiar lo que en realidad quería, el presupuesto que tenía era bajo, pero administrador de empresas me parece bien, espero encontrar pronto trabajo, necesito buscar a mi hijo, ya no pude seguir pagando al investigador privado, entre eso y mi carrera el dinero se me ha acabado, buscaré de nuevo a mi padre, espero está vez se compadezca y decida decirme quién era ese hombre.

Javi se quedó callado, no sabía que tanto le afectaría lo que estaba sucediendo en su familia.

—¿Pasa algo?

—Ana, sabes que te amo, por eso es mejor que te diga lo que está sucediendo,  no soy cercano a tu familia, pero he visto los diarios, Alondra está por casarse.

—Qué bien que mi hermana encontró a alguien que la soporte.

—El detalle no es que se va a casar si no con quién lo hace.

—¿Quién es?

—Leon Ferreira.

—Ana se entristeció, no pensó que eso pasaría, Leon alguna vez había jurado que la amaba, pudo buscarse a cualquiera, pero no entendía por qué con su hermana.

La casa de Javi estaba en uno de los mejores barrios de la ciudad, era el Distrito de Retiro, uno de los mejores lugares para vivir en Madrid, una zona donde el metro cuadrado estaba por las nubes, pero que estaba rodeado de parques y lugares emblemáticos, la casa de Javi tenía un increíble diseño, era una enorme casa con cuatro suites y siete baños, una gran piscina y un enorme gimnasio, en cuanto entraron en la casa, Ana sintió nostalgia, recordó lo pasado años atrás.

— Me encanta tu casa, amigo, pero me deprime, me hace recordar.

—Vamos dejaré la mejor suite para ti, así se te pasará un poco la tristeza.

—Gracias Javi, no sé qué haría sin tu apoyo.

A la mañana siguiente, muy temprano, Ana se levantó a arreglarse, tenía varias citas de trabajo, esperaba que la pudieran contratar, se arregló para verse muy profesional, con un traje sastre de falda en color claro, recogió su cabello y se maquilló solo un poco, después de desayunar Javi se ofreció a llevarla.

—De camino al hospital te paso a dejar.

—Gracias, amigo.

Al llegar a la entrevista, esperó por largas horas, después de que pasara el último aspirante hombre, una señorita salió a disculparse y a darle las gracias, el puesto ya había sido asignado.

En el siguiente día decidió cambiar de táctica, se vistió muy sexi, pero sin llegar a ser vulgar, obtuvo el mismo resultado, al décimo día se sentía cansada, Javi había dejado el diario sobre la mesa por si quería buscar.

Lo tomó con desenfado, lo revisó y cuando estaba por dejarlo, un anuncio clasificado llamó su atención.

Se solicita asistente, con disponibilidad para quedarse.

Cuando vio la cantidad que ofrecían mensualmente se quedó perpleja, pero se desilusionó cuando vió que el puesto estaba disponible solo para un hombre, aventó el diario, después de un rato lo volvió a tomar.

—Así que quieren un hombre, pues un hombre tendrán. —Se dijo así misma mientras sonreía, con ese sueldo podría seguir pagando el sueldo del investigador privado para que buscara a su hijo.

Tomó su teléfono para marcar a un chico que había conocido en Italia, era un hacker magnífico, él aceptó arreglar sus documentos, el problema era que lo más rápido que se los podría enviar sería en dos días.

—No te preocupes amigo, espero que aún esté disponible el empleo si no ya me servirá para otro.

Después de cortar la llamada, salió para comprar lo necesario, era poco el dinero que le quedaba, así que tenía que poner especial atención en lo que iba a hacer para que quedara bien hecho, compró algunas vendas, una peluca y algunas otras cosas, entre ellas ropa y zapatos de hombre.

Al regresar a la casa se apresuró a caracterizarse, la prueba de fuego sería cuando regresara Javi, una hora después estaba frente al espejo, moría de la risa, poco después se escuchó el auto del médico, se puso seria, tomó un puro y se sentó en el sillón mientras fingía fumarlo, Javi se sentía cansado, había sido un día muy pesado.

—Anaaa, Ana, ¿dónde estás mujer? —Le sorprendió encontrar a un hombre sentado en su sala — hola, ¿eres amigo de Ana?

Aquel chico solo se le quedó viendo sin contestarle, esto puso nervioso al chico.

—¿Dónde está Ana? Contesta que estoy a un pelo de partirte la cara.

—Ja, ja, ja. 

—¿Qué demonios te pasa? Por última vez, ¿Dónde carajos está Ana?

Ana ya no pudo más, se paró y empezó a desternillarse de risa.

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