Itinerario

Ana estaba en shock, no tenía ni idea sobre cómo cuidar a los niños, era increíble la manera en que esa gente la había engañado, enseguida buscó al ama de llaves para que le diera los horarios de actividades, los pequeños caminaban detrás de ella, no la perdían de vista.

Caminó por un pasillo y llegó hasta una gran sala, la mansión era enorme, no sabía ni dónde estaba, de pronto escuchó que una mujer gritaba, eran gritos de furia y desesperación.

—Andréees, Andreaaa, ¿Dónde están esos pequeños demonios? —Una chica cubierta tan solo por una toalla entró a la sala, tenía el cabello y parte de la cara pintado de color rojo intenso, los gemelos empezaron a reír al verla, Ana no sabía quién era aquella pobre chica, se cubrió la boca con la mano para no reírse, aunque no hacerlo era muy difícil.

—Disculpe, ¿Pasa algo, señorita? —Preguntó Ana al ver que los pequeños se escudaban tras de ella.

—Estos monstruos han puesto tinte rojo en mi champú, ahora mismo les haré pagar, voy a darles una tunda que ya verán.

—De ningún modo, no lo permitiré, será mejor que espere al señor Mondragón para solucionarlo.

—¿Y usted quién diablos es?

—Soy el asistente de los chicos. —Contestó Ana ya molesta por la actitud de la chica.

—El nuevo asistente, ja, ja, ja, quisiera ver durante cuánto tiempo los vas a defender, si a mí me han hecho esto, a ti te harán cosas peores, ya vas a verlo. —La chica se alejó por el pasillo riendo.

El ama de llaves llegó en ese momento, había escuchado a la chica gritar, pero estaba atendiendo a unas personas y no había podido acudir enseguida.

—¿Qué ha sucedido? —Preguntó curiosa, los chicos permanecían en silencio.

—Una chica que ha dicho que los pequeños han vertido tinte en su champú.

—¿Otra vez con esa broma? —Les preguntó a los gemelos mientras ponía sus manos sobre la cintura.

—Es que Almudena se ha quedado a dormir con papá y eso no nos gusta. —Contestó Andrea mientras hacía pucheros.

Ana se dio cuenta de que para estar tan pequeños hablaban perfectamente, además de que al parecer eran muy inteligentes.

—Ya he hablado con ustedes, no pueden estar haciendo ese tipo de bromas a las personas, tendré que hablar con su padre otra vez.

—Lo haremos cada vez que papá esté con una chica. —Contestó Andrés, pensar que su padre llevaría a una chica a vivir con ellos lo puso realmente molesto.

—Disculpe, podría darme las indicaciones y los horarios para atender a los pequeños, por qué la verdad no tengo ni idea sobre qué hacer. —El ama de llaves encendió el televisor para que lo vieran los pequeños.

—El horario de estudios de los chicos es muy extenso, de lunes a viernes deben desayunar a las 6:20, a las 7 horas toman cálculo básico, escritura a las 8:30, lectura a las 10 horas, cultura a las 11:30, sociales a las 13 horas, terminando está clase es su hora de comida, después toman naturales a las 15:30, lengua castellana a las 17 horas, lengua extranjera 18:30, matemáticas a las 20 horas, 21; 30 terminan sus clases del día y deben cenar algo ligero para después bañarse y dormir.

—Perdón, ¿disponen de algún momento para jugar? —Ana ya odiaba ese horario.

—Espere un momento y le informaré sus horas libres, los días sábados a las 9 horas toman religión, a las 10:30 deportes, de 12 a 13 horas deben bañarse, de 13 a 14:30 horas toman convivencia en sociedad, después de esa hora tienen la tarde libre para jugar o ver películas lo que más les apetezca hacer, el día domingo el señor Antón dedica el día a sus hijos, es el día que usted tendrá libre a menos que el señor tenga algún evento o reunión importante, también cuando se encuentre de viaje, podrá retirarse desde el sábado por la noche, como puede ver hoy domingo tuvo que salir, por eso se le avisó que viniera de una vez.

A Ana por poco le llegaba la boca al suelo de la impresión, ¿Qué clase de vida era aquella para unos pequeños que deberían estar jugando, ahora entendía el porqué de su elocuencia al hablar, de seguro desde bebés los pusieron a estudiar?

—¡Wao! Estoy impresionado, ¿siempre ha sido así su horario?

Desde que cumplieron seis meses empezaron con natación, a los diez meses con sistema del habla, al año empezaron sus clases hasta mediodía, ahora que tienen tres, su padre considero que ya deberían de tener un horario normal, tienen un coeficiente intelectual de 162 puntos, ligeramente más elevado que el de Albert Einstein.

—Son muy pequeños para una vida así, pero cada quien lo que considere.

—El señor lo cree necesario, él creció de esa manera y hoy es uno de los mejores empresarios del país.

—De la comida no se tiene que preocupar, tienen un chef asignado, también preparará la comida de usted, su trabajo consiste en mantenerlos vigilados para que cumplan con todas sus clases respetando los horarios, tienen una persona que les ordena la ropa y limpia su habitación, la información que le di se le entregará impresa, el día de hoy quedan a su completo cuidado, ya que todos tenemos el día libre, incluyendo al chef, todos se han ido después del desayuno, regresaran mañana muy temprano, en la cocina puede preparar algo, o si lo prefiere puede pedir comida a domicilio, hoy se les permite comer comida chatarra.

—Creo que pediré algo, no soy muy bueno en la cocina, tengo una duda, ¿Por qué un hombre para cuidar a los pequeños, ¿no sería mejor una chica?

—Así era al principio, pero los gemelos no toleran que una chica esté cerca de su padre, aunque la verdad no se comportan muy diferente con los chicos, bueno, me voy, como te dije durante la entrevista, te deseo suerte, por cierto me llamo Carmen.

El ama de llaves se fue, a Ana (a quién desde ahora llamaremos Aldo) le pareció una persona agradable.

Aldo se sentó junto a los pequeños, estaban muy entretenidos con el televisor que no hicieron caso de ella, ahora que recordaba, el ama de llaves no le mostró su habitación, en una casa tan grande sería prácticamente imposible encontrarla.

Se levantó para dirigirse a la cocina, ya era hora de que los pequeños comieran, abrió la nevera y se sorprendió, el interior era un paraíso comestible, había de todo tipo de alimentos, era enorme, con dos grandes puertas, una de ellas dedicadas a las bebidas y otras a los postres, iba a tomar algunos ingredientes, se sobresaltó al sentir la presencia de alguien, al voltear vio que era Antón que había regresado.

—Perdón, si lo asusté, saldré con mis hijos a comer, ¿gusta acompañarnos?

—Claro, gracias. —Agradeció infinitamente el no tener que cocinar, eso definitivamente no era su fuerte.

De caminó al restaurante, pudo observar que Antón disfrutaba la compañía de sus hijos, cantaron durante todo el camino, aparentaba ser un hombre rudo, pero ante sus hijos cambiaba completamente.

Al llegar les asignaron una mesa inmediatamente, ella y Javi como simples mortales, cuando acudían a ese restaurante tenían que esperar para poder pasar aun cuando reservaban.

Ya en la mesa analizaba a los gemelos, a no ser por lo de la chica del tinte, no consideraba que fueran los monstruos que todos decían.

—¿Qué desean ordenar hijos?

—Pizzaaa. —Dijeron al unísono.

—Pues pizza será, ¿usted? —Preguntó a Aldo.

—La pizza me parece perfecta. —Contestó, trataba de fingir su voz delante de Antón.

Unas chicas que estaban en una mesa al frente, empezaron a coquetear con ellos, Antón se hizo el desentendido poniendo su atención en sus hijos, Aldo volteó hacía otro lado, por lo visto llamaba más la atención como hombre, como Ana no tenía suerte.

—Están por comenzar sus vacaciones hijos, esta vez iremos a la playa, ¿Qué les parece?

—Yeeeiii

—Tendrá que venir usted con nosotros Aldo, viajaré por negocios, deseo llevar a mis hijos conmigo, así podrán divertirse, saldremos la próxima semana.

Aldo solo asintió con la cabeza, evitaría a toda costa tener que mojarse, era su primer día de trabajo y las vendas que utilizaba alrededor de sus pechos ya la estaban torturando.

—¿Podemos dormir contigo hoy papá?

—Claro hijos, así como todos los domingos.

Después de comer, los gemelos quisieron entrar al área de juegos, era exclusiva para n***s, al llevarlos entregaron a Aldo un ticket para poder recogerlos, regresó a la mesa junto a Antón, desde ahí podían observarlos, al poco rato, Aldo sintió la necesidad de ir al baño, intentó aguantar hasta llegar a la mansión, pero fue imposible.

Se paró afuera de los baños, se resistía a entrar al baño de hombres, no tuvo más remedio que hacerlo, podría tener problemas si entraba al de mujeres, afortunadamente al entrar vio que se encontraba vacío, agradeció por ello, había varios mingitorios, entró en uno de los baños con puerta.

Al salir se llevó la sorpresa de su vida, frente a él usando un mingitorio estaba Antón, todo hubiera estado bien si hubiera elegido otro, pero ese estaba colocado a un lado, así que podía ver perfectamente lo que no quería ver.

Se puso muy nervioso, afortunadamente el lavamanos estaba dividido de esa área por una pared, salió disparado hacia allá, Antón pensó que ese chico sí que era raro.

Más tarde regresaban a la mansión, los gemelos se quedaron dormidos en el auto, Antón cargo a uno, él se llevó al otro, los llevaron hasta su habitación, al entrar Aldo pudo ver que era enorme, estaba comunicada con la habitación de los pequeños, colocó al pequeño sobre la cama, iba a salir cuando recordó que no tenía idea de dónde podría dormir.

—Disculpe señor.

—Sí.

—No me han mostrado en qué lugar dormiré.

—Últimamente, Carmen no sabe ni en qué mundo vive, sígame le llevaré a su habitación, como los pequeños temen a las tormentas, deberán quedarse en una habitación cercana, así cuando yo no esté, usted podrá acudir.

Caminaron unos cuantos metros, la habitación que le asignó, estaba tan solo a dos puertas de la suya y a tres de la de los gemelos.

—Hasta mañana, recuerda que por la mañana empieza el itinerario de los gemelos muy temprano.

—Lo recuerdo, hasta mañana.

Antón se quedó un momento observando al chico, tenía un rostro muy atractivo, le parecía un poco afeminado, tenía una extraña voz, su boca era muy pequeña en forma de corazón, su nariz también era pequeña y bien formada.

—¿Pasa algo, señor? —Preguntó Aldo al observar que lo veía fijamente.

—No, hasta mañana. —Se retiró rápidamente.

Por la mañana se levantó muy temprano, hacerlo nunca era de su agrado.

—Creo que me han engañado en algo más, me dijeron que mi trabajo comenzaba a las siete de la mañana y en realidad empezará a las seis.

Salió hacia la habitación de los chicos, en ese momento recordó que se habían quedado con su padre.

—¡Demonios! Tendré que entrar en esa habitación.

Se paró frente a la puerta, después de respirar profundamente, tocó varias veces.

—Pase. —Escucho la voz de su jefe indicando pasar.

Al hacerlo no vio a Antón, seguramente se encontraba en el baño, empezó a hablarle a los gemelos para que se despertaran, pero tal parecía que sería imposible hacerlo.

—Tiene que hablarles con voz fuerte o nunca podrá despertarlos.

Aldo volteó hacia donde escuchó la voz, le dio un acceso de tos repentino, Antón se encontraba envuelto tan solo con una toalla que le cubría la mitad del cuerpo dejando su torso descubierto.

Al ver que no dejaba de toser, se acercó para golpearlo en la espalda, Aldo empezó a sudar la cercanía de tremendo hombre lo ponía nervioso.

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