Debes castigarlo
—¿Pasa algo? —Preguntó divertido.

—No es nada, señor, solo que me siento muy agotado, preferiría retirarme.

—Está bien muchacho, hasta mañana.

—Hasta mañana, señor, que se divierta. —Dijo al observar que tenía abrazada a las dos chicas, una con cada brazo.

Vio que Cristina iba en su dirección, volvió a salir corriendo, esta vez en dirección de los elevadores, Antón moría de la risa, ver a ese chico correr le pareció de lo más divertido.

Aldo subió al elevador, afortunadamente hasta ahí la chica no lo había seguido, ¿qué era lo que pasaba con algunas chicas para que actuaran de ese modo?

Esa noche Ana durmió como tronco, se sentía realmente cansada, en la soledad de su cama volvía a sentir que era ella, si no tuviera tanta necesidad de ese sueldo, se iría de ahí, en ese mismo momento, se durmió pensando que al otro día tenía que volver a convertirse en Aldo.

Antón por su parte estaba pensando en buscar la manera de que ese chico cambiara y ya no se viera tan delicado, quizá lo qu
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