—Que bueno que estás aquí, así me harás compañía, yo tampoco puedo dormir.—Yo ya me iba.—Momento muñequito, tú te quedas aquí conmigo.Le quitó el vaso con leche que tenía en la mano, después se paró justo enfrente de él, abrió por completo la ligera bata que llevaba, dejando ver que debajo tenía puesta lencería de encaje.Abrió las piernas para sentarse encima de él, le comenzó a hablar con voz melosa mientras intentaba quitarle la camisa.Aldo la detuvo, pero la mujer era insistente y terca como una mula.—No seas tímido corazón, nos divertimos mucho.Aldo caminó hacia atrás intentando escapar de aquella loca, de pronto se escuchó que la puerta de una habitación se abría, Aldo aprovechó la distracción de Eva para salir corriendo, al subir las escaleras tropezó con Antón que bajaba.Los dos cayeron al piso, Aldo quedó sobre él, Eva había aprovechado para ponerse la bata, subió hasta donde estaban ellos fingiendo estar molesta.—¿Qué haces con este chico?Antón empujó a Aldo para po
Antón se le quedó viendo, aunque lo intentaba, no la soportaba.—Ve a tu casa, por ahora solo quiero estar con mis hijos.La mujer salió furiosa de ahí, ya vería pronto a donde enviaría a esos niños, no pensaba soportarlos, lo primero era lograr casarse con Antón, después lo convencerá de deshacerse de ellos.Lilian, por su parte, regresaba a Madrid, ya tenía pistas sobre Ana, le habían enviado fotografías donde aparecía junto a un reconocido médico.Javi salía de su trabajo, una mujer lo abordó cuando estaba por subir a su auto.—Disculpe, ¿es usted el médico Javier Álvarez?—Sí diga.—Necesito hablar con usted sobre Ana Moreno.—Perdón, ¿usted es?—Lilian Baker, madrina de Ana.Ana en alguna ocasión le había contado sobre su madrina, así que el médico aceptó enseguida.—Sí, gusta, podríamos hablar en la cafetería.—Claro.—Dígame ¿Qué pasa con Ana?—Llevo tiempo buscándola, es necesario que hable con ella.—Le daré su número, así podrá comunicarse.—Tengo entendido que usted es su a
Ana acudió al día siguiente a la mansión Mondragón, afortunadamente Antón aún no se iba a su oficina.—Buenos días, señor Mondragón.—Llega tarde a su trabajo, debió de regresar anoche.—Disculpe, señor, pero solo he venido a presentar mi renuncia, me gustaría que de vez en cuando me permitiera visitar a los niños.El semblante de Antón se puso furioso, desde que estaban con Aldo los gemelos habían cambiado su carácter, se estaban portando mucho mejor, al parecer ya estaban controlando ese carácter rebelde.—¿Usted qué se está creyendo? Ha firmado un contrato de trabajo por un año, aún faltan unos meses para que venza, ¿acaso mis hijos han sido un juego para usted? Porque para ellos no, desde que usted llegó han modificado su conducta, su renuncia los afectaría enormemente, sería un retroceso terrible para ellos.Antón tenía los puños crispados, quien se estaba creyendo Aldo que era.—Siento mucho lo que dice señor, pero no puedo continuar trabajando por asuntos personales.—Es mejor
Poco después Ana regresó a su mesa, se sentía nerviosa, imaginaba todas las miradas sobre ella, la tacharían de lo peor si se dieran cuenta de que se besó con el novio en plena fiesta de compromiso, Javi la noto rara.—¿Te pasa algo?—No, solo estoy un poco aburrida.—Eso se soluciona rápido. —Se levantó y le ofreció su mano para bailar de nuevo.A la chica no le quedó de otra más que aceptar, Antón los miraba fijamente, por un momento sus ojos se encontraron, Ana pudo ver que estaba furioso.Más tarde, Ana conversaba alegremente con Lilian y Sandra, Javi se levantó para ir al baño, se encontró con Antón que fumaba un cigarrillo recargado sobre la pared del pasillo.—Aléjate de ella. —Le dijo cuando el chico pasó junto a él.—¿Perdón? —El chico hizo como que no había entendido.—De Ana, aléjate de ella, no quiero que vuelvas a tocarla de la manera que lo haces.—Ja, ja, ja, en primer lugar no la tocaba, la sostenía al bailar, además Ana y yo somos amigos desde hace años, hemos vivido
Los gemelos cada vez tenían mayores problemas con su comportamiento, Ana llegó de imprevisto a verlos, iba acompañada como siempre por Lilian, Antón aún no llegaba de su oficina, la idea de Ana era ir desapareciendo de una vez por todas a Aldo.—Hola pequeños.—Eres la amiga de papá, te recuerdo. —Exclamó Andrea.—¡Qué bien! Me han recordado.—¿Has venido a jugar con nosotros?—Así es, he traído varias sorpresas para eso.Lilian se había puesto de acuerdo con Sandra para verse ahí, así no parecería raro que estuvieran toda la tarde con los gemelos, era sábado y los niños tenían la tarde libre.Más tarde Ana era una princesa en apuros, Andrés el noble caballero que intentaría salvarla de las terribles garras de Andrea que era la bruja.Antón se extrañó cuando llegó al no ver la casa tirada como siempre, vio en la terraza a su abuela tomando el té con su amiga, se acercó a saludar, después preguntó por los gemelos.—Abuela, ¿Dónde están mis hijos? Este silencio es tétrico. —Dijo sonrien
Después de desayunar, Antón llevó a Ana a su casa, fue muy difícil para los dos tener que despedirse, aunque no lo dijeron, los dos deseaban dejar todo para poder estar juntos.Cada uno pensaba que no debía decir nada sobre eso para no verse tan intenso.—¿Podré verte después?—Llámame para ponernos de acuerdo.Se despidieron con un beso, cuando Antón se marchó, ella sintió que le faltaba algo, quizá era que una parte de su corazón y su alma se habían ido con él.Al llegar a su casa, Antón lo primero que vio fue a Eva, estaba parada a un lado de la puerta, con los brazos cruzados en señal de molestia.—Buenos días, Eva. —Le dijo al pasar por su lado sin detenerse.—¿Con quién has pasado la noche?—Me he quedado en la oficina, ¿Algún problema? —Se dio la vuelta para enfrentarla.—Ya sabré yo lo que has hecho y ese día me vas a conocer.—Lo siento Eva, no tengo tiempo para esto, deberías ir a tu casa.—Mi madre está haciendo los arreglos para nuestra boda, quiere que le demos una fecha.
Ana esperaba a Antón para ir por los gemelos, se sentía mal por engañarlo de esa manera, vio que el auto se acercaba y salió hasta la entrada, ella caminó hacia él.—Buena tarde, señor Mondragón.—Ahora soy el señor Mondragón, creo que es para despistar que me has visto desnudo.—Antónnn calla por favor.—Ja, ja, ja, te ves tan adorable cuando te sonrojas.Al llegar al colegio, dos pequeños huracanes salieron corriendo.—Papá acudir al colegio es lo más genial del mundo.—Sí, papi, aquí hay muchas niñas con las que puedo jugar.Antón sonrió al ver tan felices a sus hijos.—Anaaa has venido.Los pequeños se acercaron para abrazarla.—¿Qué les parece si de camino a casa vamos por un helado?—Helado Siiii.—Ja, ja, ja, vamos.Pasaron una tarde muy agradable, Antón se daba cuenta de que cuando estaba Ana, los gemelos se olvidaban de Aldo.Todo iba muy bien hasta que apareció una furiosa Eva, los había visto de casualidad al pasar por ahí.—Esto es más de lo que puedo permitir. —Se fue sob
Eva se acercó, se le quedó viendo fijamente a los ojos, después de esto le soltó tremendo golpe en la cara.—Eso es por burlarte de mí, desde ahora Antón Mondragón soy tu enemiga declarada.Antón no contestó, solo coloco su mano sobre la mejilla que había sido golpeada, mientras la veía alejarse.—Bien, dicen que no hay peor veneno que el de una mujer despechada, así que será mejor que cuide a Ana. —Se quedó ahí pensando, tomó en teléfono para llamar a Ana.—Aló. —Escuchó su dulce voz, hacerlo le encantaba.—Ana, amor. —Ella lo escuchó mientras su corazón latía de prisa, era la primera vez que la llamaba así.—¿Qué pasa? Te escucho emocionado.—Por fin he roto mi compromiso con Eva, ahora nada impedirá que estemos juntos, quiero verte, necesitamos celebrar.—¿Podrías pasar por mí a la oficina?—Por supuesto.—Pero sería en dos horas, ahora tendré una reunión muy importante.—En dos horas estaré ahí, sin falta.Eva llegó a su casa, Gabriel la noto extraña, tenía mal aspecto, se notaba