Javi se sorprendió enormemente, podría reconocer esa risa en donde fuera.
—¿Ana? —El chico la miraba sorprendido.
—Lo siento Javi, no era mi intención asustarte.
—¿Pero por qué estás así? ¿Qué ha pasado?
Ana tomó el diario para mostrárselo, Javi lo leyó extrañado.
—¿Y? No entiendo.
—Este anuncio de aquí. —Le dijo señalando el clasificado.
—Entonces piensas….
—Así es.
—Debes de tener cuidado, conozco a las personas que lo están solicitando, si te atrapan haciéndote pasar por quién no eres podrían hacerte daño, los Mondragón son muy poderosos, ni idea tengo para asistente de quién será el trabajo, por otro lado, te diré que has logrado engañarme, ya te hacía sepultada en el jardín o en algún otro lado.
—Lo siento de verdad, ja, ja, ja.
—¿Qué te parece si salimos a comer pizza?
—Me parece genial, pero saldré caracterizada, hoy no cenarás con Ana, cenarás con Aldo.
Javi sonrió ante las ocurrencias de su amiga, él era el médico que la ayudó cuando la dejaron tirada fuera del hospital, después de que la dieron de alta, le ofreció donde vivir en lo que se recuperaba, se quedó algunos meses con él, contrató al investigador privado para buscar a su hijo, al no obtener resultados y ante el acoso de su madrastra y su hermana, decidió dejar España y volar a Italia.
Salieron de la casa, el chico no podía voltear a mirarla porque la risa le ganaba, en la pizzería un par de chicas se acercaron a ellos, Ana hacía un gran esfuerzo para que su voz no sonara delgada.
—Hola chicos, ¿Les parece si los acompañamos? —Preguntarón coquetas.
—Claro —contestó Ana —me llamó Aldo y ustedes ¿Cómo se llaman?
Javi escupió el refresco que tomaba, las otras chicas lo miraban.
—¿Te parecemos graciosas? —Preguntó una de ellas levantando un aceja.
—Oh, no, perdón es que me acordé de algo. —Las chicas lo miraron raro.
Aquellas chicas eran muy parlanchinas, en el tiempo que estuvieron ahí les contaron casi toda su vida, cuando se despidieron le pidieron su número de teléfono a Ana, ese día regresó a la casa satisfecha, pensaba que su plan tal vez sí funcionará.
Dos días después por la tarde se presentaba a la entrevista, le extrañó ver que ella era la única que se había presentado para solicitar el trabajo, la paga era más que excelente, ¿no entendía qué pasaba? Una mujer que le pareció de lo más amable salió para entrevistarla.
—Buen día, pase favor.
La oficina era pequeña, no entendía si de ahí es que se trabajaba.
—¿Vio usted el clasificado o alguien le comentó sobre el trabajo?
—El clasificado.
—Ahora entiendo.
—¿Perdón?
—No me haga caso, yo me entiendo, el puesto vacante como podrá ver es para ser asistente, su horario sería de siete de la mañana hasta las diez de la noche, se le daría una hora para desayunar, dos para comer y una para cenar, su único día libre sería el domingo, pero en ocasiones podría intercambiarse al sábado, como puede ver el sueldo es muy sustancioso, cuando sea necesario tendría que trabajar de noche, ese horario se le pagaría extra, y vacaciones serían después de un año en caso de que aún siga usted aquí.
—Por lo que estoy entendiendo me ha dado usted el trabajo.
—Todo depende.
—¿De qué?
En ese momento entró una persona de bata blanca, se colocó junto a ella.
—Se le harán algunas analíticas, esto es para evitar que pueda tener usted alguna enfermedad contagiosa, a lo que veo parece ser un joven muy sano aparte de ser bien parecido con buena presentación, si está usted de acuerdo con eso para continuar.
—No hay problema.
—Nos dejará sus documentos, en cuanto estén verificados y salgan los resultados correctos, se le avisará para que empiece a trabajar enseguida, mientras tanto trate de hacer algo con su voz, no es por molestarlo, pero es demasiado delgada.
Ana no contestó, solo se le quedó mirando, el tipo de la bata blanca tomó la muestra, después de eso la mujer se despidió de ella.
—Si logra obtener el trabajo, le deseo buena suerte, créame que la necesitara.
Salió contenta del lugar, pronto tendría el dinero necesario, tres años buscando sin obtener resultado, tocó su vientre, lo único que le recordaba que su hijo era real estaba en su vientre, era la delgada cicatriz de la cirugía que le hicieron para sacarlo.
Cuando llegó a la casa, Javi la esperaba impaciente.
—¿Cómo te fue? Tienes que contármelo, aunque por tu cara me imagino que bien.
—Quedaron de llamarme, no es como que tengan muchos candidatos, fui la única que se presentó a la entrevista.
—Quizá sería que los citan en diferentes horarios. —Ana no había pensado en eso, se entristeció al escucharlo.
—Quizá eso sea. —Dijo desanimada.
Javi se acercó y pasó su brazo por el hombro de ella.
—¿Sabes qué haremos en este momento?
—Tarde de películas románticas, tus favoritas, sabes que yo no las soporto, pero por ti haré el sacrificio de verlas.
—Qué lindo eres, te adoro. —Se volteó y le dio varios besos alrededor de su cara, Javi solo reía ante esto.
Pasaron la tarde viendo películas, por la noche se retiraron a sus cuartos, por la madrugada, Ana se despertó, a su mente vinieron varios recuerdos sobre lo que había pasado, después de que salió del hospital.
—Papá, tienes que ayudarme. —Le contó lo sucedido, pensó que se compadecería de su desgracia, el hombre la miraba asombrado, pero tenía mucho miedo de ese hombre.
—Lo siento, hija, no puedo ayudarte, nos has deshonrado, así que vete de aquí, si la gente se entera pensará que tu hermana es igual que tú. —A esas alturas él ya la pensaba muerta, ya había cumplido la mayoría de edad, no podía arriesgarse a que se enterara de que todo lo que tenían le pertenecía por ser herencia de su madre.
Ana no podía creer lo que escuchaba, siempre pensó que su padre la amaba, ahora una vez más comprobaba que estaba equivocada.
—Cuando menos dime quién es ese hombre que se llevó a mi hijo, si me lo dices te aseguro que no volveré a molestarte.
—No entiendes lo que te ha dicho tu padre, tienes que irte, está ya no es tu casa.
—Mis padres tienen razón, ya los escuchaste, así que largateeee. —Alondra gritó mientras chasqueaba los dedos.
Su padre se quedó callado mientras esas mujeres la humillaban, salió de ahí desesperada, sabía que el médico le había dicho que podía quedarse en su casa, pero quería desengañarse de lo que en realidad pasaba, se dirigió a casa de Leon su novio, al igual que a su padre, le contó todo lo que había pasado, él le había dicho que la amaba demasiado, si así era aceptaría ayudarla.
—Lo siento Ana, no puedo hacerlo, si mis padres se enteran de que te han deshonrado, tendré problemas con ellos y no puedo arriesgarme a que me deshereden, además si alguien se entera podría ser señalado.
El chico que una vez le había dicho que la amaba más que a nada en el mundo, con el que había planeado cumplir sus más grandes sueños, le dio la espalda fríamente, dejándola ahí parada en medio de un mar de lágrimas.
Se limpió las lágrimas que le había provocado el recordar, se levantó a tomar un té caliente, necesitaba descansar, por la mañana su teléfono sonó insistentemente mientras se bañaba, salió así mojada con tal de contestar.
—Diga.
—El joven Aldo Muñoz.
—A sus órdenes.
—Hablo por el trabajo de asistente, tiene que presentarse mañana a las siete de la mañana, traiga lo necesario para quedarse de una vez.
Al colgar, Ana saltaba de alegría, por fin tendría un trabajo bien pagado.
Por la mañana se despidió de Javi, tomó su equipaje y caracterizada se dirigió hacia aquella mansión, al llegar la hicieron pasar al comedor, su jefe quería conocerlo, por lo que desayunaría con él.
Imaginó que el trabajo era para ser asistente de él directamente, al entrar en el área del comedor, pudo ver a un hombre de buen porte sentado en la mesa, cuando la escuchó llegar Antón levantó la cabeza, Ana se puso nerviosa porque reconoció que era el guapo hombre estirado del aeropuerto, temía que la llegará a reconocer, sobre todo si trabajaría para él directamente.
—Tomé asiento por favor.
Ella obedeció inmediatamente, no le convenía no obedecer, en un trabajo como ese valía la pena hacerlo.
—Espero que mi secretaria ya le haya explicado cuál será su trabajo.
—Me ha dicho que es de asistente, solo eso.
Antón guardó silencio un momento, se quedó observando a aquel chico, estaba seguro de haberlo visto, pero no recordaba a donde.
—Ahora le presentaré a las personas de las cuales será asistente. —Su semblante se suavizó por un momento.
Una algarabía se escuchó por el pasillo, de pronto dos hermosos pequeños entraron corriendo, reían y jugaban sin estar un solo segundo quietos, eran un niño y una niña idénticos, preciosos definitivamente.
—Será su asistente. —Ana se sorprendió, esos niños eran muy pequeños, ¿Para qué necesitaban asistente?
—Perdón señor, ¿Está convencido de solicitar mis servicios? —Pregunto extrañada.
—Así es, el ama de llaves le mostrará su recámara y le dará una lista con sus actividades, pero coma que se le enfriara el desayuno, niños, saluden a su nuevo asistente.
—¿Otro? —Dijo el niño qué para su edad hablaba muy claro y entendible.
—Les pedí que saluden. —Habló su padre enérgicamente.
—Hola. —Saludó alegremente la pequeña, era preciosa, unos hermosos hoyuelos se formaban en su mejilla cuando reía.
—Bueno, me tengo que retirar a la oficina, dejo a mis hijos en sus manos en este momento. —Se levantó, se despidió de sus hijos y salió de ahí rápidamente.
Ana se quedó ahí completamente pasmada, mirando a aquellos niños, en esa casa lo que en realidad necesitaban era un niñero y no un asistente, muy buena manera de hacer que cayera, no le agradaba la idea de cuidarlos, pero tendría que hacerlo, el sueldo era realmente muy bueno.
Ana estaba en shock, no tenía ni idea sobre cómo cuidar a los niños, era increíble la manera en que esa gente la había engañado, enseguida buscó al ama de llaves para que le diera los horarios de actividades, los pequeños caminaban detrás de ella, no la perdían de vista.Caminó por un pasillo y llegó hasta una gran sala, la mansión era enorme, no sabía ni dónde estaba, de pronto escuchó que una mujer gritaba, eran gritos de furia y desesperación.—Andréees, Andreaaa, ¿Dónde están esos pequeños demonios? —Una chica cubierta tan solo por una toalla entró a la sala, tenía el cabello y parte de la cara pintado de color rojo intenso, los gemelos empezaron a reír al verla, Ana no sabía quién era aquella pobre chica, se cubrió la boca con la mano para no reírse, aunque no hacerlo era muy difícil.—Disculpe, ¿Pasa algo, señorita? —Preguntó Ana al ver que los pequeños se escudaban tras de ella.—Estos monstruos han puesto tinte rojo en mi champú, ahora mismo les haré pagar, voy a darles una tu
—¿Se encuentra bien? —Preguntó preocupado.—Sí, gracias, solo fue que me asuste cuando me habló, estaba demasiado concentrado en despertar a sus hijos.Le ayudó a despertar a los pequeños, el pobre Aldo intentaba no mirarlo, estuvo todo el tiempo con la mirada fija sobre los pequeños, no podía creer que sus hormonas femeninas lo traicionaran en ese momento.—Tranquila Ana, recuerda que por ahora eres Aldo y debes comportarte como tal. —Se llamó la atención mentalmente.Durante el día su trabajo consistió en cuidar que los pequeños tomarán correctamente sus clases, hasta ahora se habían portado como angelitos, a Carmen se le hizo raro que no hubieran intentado algo contra Aldo.—Creo que les has caído bien, en verdad los desconozco.—Siento que solo son incomprendidos.Durante la semana todo fue perfecto, el fin de semana siguiente salieron rumbo a Ibiza, en el avión todo fue perfecto, los chicos estuvieron en todo momento con su padre, ella se dedicó a tomar algunos cocteles sin alcoh
—¿Pasa algo? —Preguntó divertido. —No es nada, señor, solo que me siento muy agotado, preferiría retirarme. —Está bien muchacho, hasta mañana. —Hasta mañana, señor, que se divierta. —Dijo al observar que tenía abrazada a las dos chicas, una con cada brazo. Vio que Cristina iba en su dirección, volvió a salir corriendo, esta vez en dirección de los elevadores, Antón moría de la risa, ver a ese chico correr le pareció de lo más divertido. Aldo subió al elevador, afortunadamente hasta ahí la chica no lo había seguido, ¿qué era lo que pasaba con algunas chicas para que actuaran de ese modo? Esa noche Ana durmió como tronco, se sentía realmente cansada, en la soledad de su cama volvía a sentir que era ella, si no tuviera tanta necesidad de ese sueldo, se iría de ahí, en ese mismo momento, se durmió pensando que al otro día tenía que volver a convertirse en Aldo. Antón por su parte estaba pensando en buscar la manera de que ese chico cambiara y ya no se viera tan delicado, quizá lo qu
Por la mañana, después de tomar el desayuno, se dirigió hacia la mansión Moreno, al llegar fue recibida por Victoria, quien al ver a Lilian, enseguida, imaginó el motivo de su visita.—Lilian, qué gusto tan grande el verte.—Sé muy bien que mi presencia aquí no te es agradable, necesito hablar con Ana, ¿podrías hablarle?—Es una lástima que vengas de tan lejos a visitarla y ella no se encuentre, quizá si nos hubieras informado sobre tu visita, ella te habría esperado.—¿Cuándo regresa?—La verdad no lo sé, esa chica es tan impredecible, sé la pasa de viaje en viaje, el mes pasado estuvo en Bali, después viajó hacia Colombia, así que no sabemos en realidad cuando piensa regresar.—No hay problema, pienso estar en la ciudad por un largo tiempo, por mucho que vaya a tardar, su viaje no puede ser eterno, imagino que está a cargo de la empresa que le dejó su madre, un día de estos me daré una vuelta por ahí, para ver que tal van las cosas, así podré ver si la chica tiene la misma visión qu
Antón guardó silencio, esa chica no tenía por qué mentirle, afortunadamente en la foto que le había entregado el chofer no podía verse la cara del amigo de Aldo, sino en buen lío estuvieran metidos. Después de un rato de estar bailando, la acompañó hasta la mesa donde se encontraba Javi. —¿Puedo acompañarlos? —Ana y Javi se voltearon a ver, sería una grosería si no aceptaban. —Adelante. —Contestó el médico. Poco después, la chica rubia que acompañaba a Leon se acercó a ellos. —Necesito hablar contigo. —Dijo dirigiéndose a Ana. —Te escucho. —Contestó fríamente. —Ahora que has regresado, no quiero que te acerques a Leon, es mi prometido y vamos a casarnos. —Felicidades a los dos, aunque realmente es algo que no me interesa. —Eres una mustia. —Basta señorita, está usted incomodando a las personas en esta mesa, le pido que se retire y no vuelva a acercarse. —¿Y usted quién se cree que es para hablarme en ese tono? A de ser algún gato venido a menos, debe serlo dónde está aquí se
—Quizá si me cuentas a mayor detalle, tu problema podría ayudarte. —Antón decidió hablar después de pensarlo un rato, si no hablaba no podría ayudarlo y ya estaba desesperado, el médico era de confianza, lo conocía de muchos años.—Últimamente, he notado que mi cuerpo reacciona de manera diferente cuando estoy cerca de un chico, es el asistente de mis hijos, es un chico medio raro.—¿A qué te refieres cuando dices que tu cuerpo reacciona de manera diferente y de qué manera es raro ese chico? —Preguntó intrigado, no estaba entendiendo nada de lo que Antón decía.—Me refiero a que mi cuerpo reacciona cuando se me acerca, me siento raro.—Por fin, ¿El raro eres tú o el chico?—¡Caramba!, qué me he sorprendido mirándolo.—Antón, no te estoy entendiendo, por favor sé más claro.Antón se paró del lugar en el que estaba, se talló la cara con las dos manos, intentó ser lo más claro posible.—¡Joder!, qué creo que el chaval me está gustando para que me entiendas, así o más claro.—Ya lo entend
—Vamos amiga, paguemos con nuestras tarjetas, que si tienen dinero, qué vergüenza, que vengan a hacer perder el tiempo a las pobres chicas que están trabajando, eso no se hace. —Dijo Alba, mientras reía, las chicas que trabajaban en el local también se rieron al ver a aquellas dos mujeres tan estiradas en esos aprietos.Alondra y su madre se retiraron sin decir una sola palabra, para mujeres como ellas, esa situación equivalía al fin del mundo.Ana y Elba salieron del local un poco después, se dirigieron a la salida del centro comercial, esperaban para abordar un taxi cuando un elegante auto niño se detuvo frente a ellas.—¿Puedo llevarlas señoritas? —Era Antón, regresaba de una reunión en uno de sus resorts, al pasar por ahí vio a Ana.—Se lo agradecemos, señor Mondragón, pero esperaremos el bus. —Su amiga le pegó con el codo en un costado.—No le haga caso a mi amiga, nos encantaría que nos llevara, se lo agradeceríamos infinitamente.Ana se quedó asombrada por el atrevimiento de su
Antón pasó una noche muy agradable al lado de Eva, cenaron entre una charla muy amena, la chica había viajado mucho, así que le sobraba tema.El problema era que aún no podía sacarse de la mente la cara del asistente, había recibido los resultados de las pruebas a las fragancias que mandó a analizar, solo dos eran fragancias para hombre, las otras eran para mujer.Había pensado en despedirlo, pero en realidad el chico no había hecho nada como para hacerlo, además sus hijos al parecer se habían adaptado muy bien a él, cosa que no había sucedido antes con algún otro, se había dado cuenta de que el problema estaba en él y no en Aldo, el pobre chico ni siquiera se daba por enterado de lo que estaba pasando.Después de llevar a Eva a su casa, quedaron de hablar para verse otro día, también había estado pensando en hablar con Ana Moreno, esa chica también le parecía hermosa, pero lo desanimaba que a ella parecía ser que él le era indiferente por completo.Ese día decidió marcarle, estaba en