DEBBYEl dolor es lo primero que siento al abrir los ojos. Es una punzada aguda en mi vientre que se expande como fuego hasta mi espalda baja. Estoy jadeando; mi pecho sube y baja de forma errática mientras intento situarme en este lugar desconocido. Tardo en procesar lo que está pasando; desciendo la mirada y veo que Rupert está follándome. Joder, duele demasiado cada embestida suya. Estoy desnuda, completamente sin ropa, y él parece demasiado concentrado en mirar cómo su polla entra y sale de mi coño. La perversión de su mirada me hace arquear la espalda. Las paredes son blancas, demasiado blancas, con un brillo estéril que me hace cerrar los ojos de nuevo. El olor químico y frío me golpea. —Detente —pido en un jadeo cuando aumenta el ritmo y los mareos me aturden. Sus manos se aferran a mis caderas y trato de cerrar las piernas. —No —demanda y va más profundo. Recuerdo... Recuerdo caer. Salía de una habitación, mi cabeza giraba y la voz de Rupert me llamaba desde algún lugar di
RUPERTLa luz cálida de las velas sobre la mesa ilumina los rostros de Bryce y América mientras ríen suavemente entre ellos. Su conversación está cargada de chispas de complicidad, tanta que me da náuseas, el tipo de interacción que me resulta insoportable. Estoy sentado frente a ellos, masticando con desgano un trozo de carne que ha perdido todo sabor en mi boca. Mi atención no está en lo que dicen, ni siquiera en su presencia.—Rupert, ¿me escuchaste? —pregunta Bryce, mirándome con ese aire de suficiencia que siempre lleva consigo.—No —respondo distraído, dejando el tenedor sobre el plato con más fuerza de la necesaria.Ellos sueltan una risita, pero yo no tengo tiempo para sus bromas. Mi mirada se desvía hacia la rubia, quien está sentada al otro extremo de la mesa junto a América. La observo, incapaz de evitarlo, porque ella lo llena todo. Su cabello rubio cae como una cascada dorada sobre sus hombros, capturando la luz con un brillo que parece casi celestial. Sus ojos grises, lu
DEBBYEl reflejo en el espejo me devuelve una imagen que apenas reconozco, aunque sé que soy yo. Llevo un vestido de verano, blanco y ligero, que se ajusta a mi figura de un modo que me hace sentir cómoda, libre. El cabello rubio me cae en ondas suaves sobre los hombros, y mi rostro luce descansado, en paz. Me observo un momento más, girando apenas para ver cómo el vestido se mueve con cada pequeño gesto. Hay algo en esta quietud que me da un breve respiro.Han pasado tantas cosas en un año. Mi mente, traicionera como siempre, comienza a llenar los espacios vacíos con imágenes y recuerdos. Ana, la anciana que creí que me protegería siempre, ahora está en la cárcel, pagando por haber sido cómplice de Sebastián. Sebastián… su nombre ya no me provoca miedo, pero su sombra sigue siendo un recordatorio. Está muerto, pero el daño que dejó detrás tardará mucho más en desvanecerse.Pienso en Mateo, mi pequeño sol. Tiene tres años ahora y es inseparable de Rupert. Son como dos gotas de agua, t
DEBBY—¡Esto es genial! Sonrío cuando Alan, el chico con el que llevo saliendo en secreto desde hace más de dos semanas, me arrastra hasta la barra del club nocturno que eligió solo porque estaba demasiado aburrido hoy. Es mi día libre, después de haberme tomado unas horas para respirar, mientras América intenta arreglar su vida con su falso marido, Bryce Henderson. —Tienes que probar este mojito —argumenta, sacándome de mi ensimismamiento. Desliza un trago delante de mí y lo bebo. —¿Qué tal? Reprimo el impulso de salir corriendo, ya que es un idiota ebrio. —Delicioso —miento; la verdad es que no sabe nada bien—. Lo mejor es que nos vayamos. —No, nena —responde, borrando la sonrisa que adornaba su rostro hace cinco segundos—. Vamos a bailar. Tira de mi mano con más fuerza de la debida, una señal de alerta que no pienso dejar pasar por alto. No somos algo serio; eso lo dejamos claro desde el principio. Sin embargo, quise creer que me iba a tomar en serio. Al menos una parte de
DEBBY¡Feliz cumpleaños! Sonrío cada vez que me felicitan de nuevo. Juro que si me recuerdan de nuevo que soy mortal y que cada día estoy más cerca de morir, envenenaré el maldito pastel; el cianuro no sería una mala idea. Bebo una nueva copa de champán, permitiendo que mi cuerpo se relaje poco a poco. La música de fondo es suave y delicada.—¡Ahí estás! —exclama América.—Me encontraste —sonrío.—¿Acaso te estabas escondiendo de mí? —frunce el ceño, con las manos en jarras.—Jamás —niego con la cabeza, ensanchando aún más mi sonrisa. Miento; no es por ella, es por todo. Odio las fiestas de cumpleaños por una razón que jamás pienso revelar. Sin embargo, cuando América investigó y descubrió la fecha de mi cumpleaños real, hizo todo lo posible para organizar esta fiesta. Creo que en el fondo solo buscaba una distracción, utilizando esto como excusa para que Bryce ya no la folle. Por eso, rentó un piso en el hotel más lujoso de San Francisco y aquí estamos.—Vamos, tienes mala cara —co
DEBBYObservo mi reflejo en el espejo del cuarto de baño. Nunca he sido una persona vanidosa; sin embargo, no puedo evitar pensar que esta vez me gusta el resultado que veo. Han pasado dos meses desde mi cumpleaños, dos meses en los que he estado haciendo todo lo posible por evitar al innombrable. Solo de pensar en lo desafortunada que fui esa noche me da escalofríos.—¿Estás lista? —La voz de América, del otro lado de la puerta, me saca de mi ensimismamiento.—¡Claro que sí! —exclamo.Echo un último vistazo y apruebo lo que veo.—Tardas demasiado —refunfuña mi amiga.—No hagas tanto drama; mejor dime, ¿te has encargado de Madeline? Porque si quieres, puedes ir sola en representación de ambas y yo me quedo a cuidar de ella —propongo con un atisbo de esperanza.—Ni lo pienses —frunce el ceño—. ¿Qué ocurre? Últimamente llevas un tiempo buscando excusas para no asistir a los eventos de nuestra empresa de maquillaje.Tenso el cuerpo.—No es cierto —miento, evitando su mirada.América no s
DEBBY—La mesa cinco necesita más café. —Enseguida. Muevo el cuello con estrés. Llevo más café para los comensales, un matrimonio joven con un bebé en brazos. La chica le lanza una mirada de desprecio al chico, que no deja de fijarse en mis tetas. Maldición. —Debby, ¿verdad? —él se inclina hacia adelante, con la falsa intención de mirar y leer mi nombre en la placa que llevo a un costado del pecho. —¿Gustan ordenar otra cosa? —inquiero, mostrando la sonrisa falsa que suelo usar en estos casos. —Sí, la verdad es que sí —responde, lamiéndose los labios. Mis ojos se enfocan en la chica que carga al bebé; ella baja la mirada, tragando grueso. Por un segundo, pensé que le diría algo a su marido; me dio la impresión de que quería arrancarme los ojos, pero ahora parece todo lo contrario. —¿Qué desean ordenar? —insisto. No es mi asunto. He sobrevivido porque trato de no meterme en problemas. —Quisiera tu número —expresa el chico, poniéndose de pie. Me congelo al ver que re
RUPERTEl mal genio no se me quita; de hecho, se me pudre más. Muevo el cuello con estrés; odio estar rodeado de gente en eventos que son una farsa como este. Han pasado seis meses desde que me comprometí y, ahora, hace dos horas que salí del maldito Ayuntamiento con documentos legales que me avalan como esposo de Débora Hill, la prima de Debby. Qué ironía.Cuando me presentaron a todas las posibles candidatas, ella era la última en mi lista; sin embargo, ninguna tenía lo que necesitaba: sangre fría y cabeza estable. Ambos sabemos que esto solo es un acuerdo común; no hay amor entre nosotros, nada. Tardé algunos días en descubrir el secreto que ocultaba Debby: es millonaria. Sin embargo, lo que aún no logro entender es por qué escapa de su familia y se hace pasar por pobre; incluso usó otro apellido por un tiempo.De cualquier manera, no me importa. Todo lo relacionado con ella es cosa del pasado, un simple juego de niños que terminó con mi polla bañada en su sangre en su cumpleaños n