Valentino sigue hablando, señalando unas pares de gráficas que muestran el rendimiento que pide trimestral. Ha pasado unas cuantas horas desde que su esposa se marchó, así que está relajado en el asiento, escuchando con atención. Fattoria Verde ha tenido una pequeña confrontación en el mercado debido a los precios altos de producción.Ginette está aquí, concentrada también. Pese a lo sucedido en estos 3 meses, Aurora no volvió a Florida. Lo que escucho de Ginette, quien viaja constantemente a Florencia, es que está llevando la sucursal de Fattoria Verde en aquella ciudad. Tampoco ha cruzado una palabra con ella. No desea hacerlo. Conoce la personalidad de su hermana como para entender qué de cierta manera, Renata no es la única que ve a su esposa como alguien menos importante.Despidió a gerentes y supervisores qué tenían años en ese lugar sin importar nada. Se atrevieron a insultar a su persona haciéndolo con su esposa. Aurora no tenía ya nada qué hacer aquí.Pregunta a los superviso
—Los resultados lanzan una prueba negativa. No está embarazada, señora Mancini. Lo lamento.Elena enmudece. Lentamente, su sonrisa va cayendo y cayendo, hasta que su rostro sólo es una sorpresa herida. Su corazón sigue latiendo a mil por hora. Esto cae como un balde de agua fría, y no puede escapar de la incertidumbre.¿Qué es ese dolor en su pecho? ¿De qué se trata todo esto? ¿Por qué le resulta tan extraño mirar el papel con esas palabras restregándole en la cara qué no todo puede ser como ella desea?Sus dedos tiemblan al tomar la carta. Se le forma un nudo en la garganta. Elena no puede decir algo ya que temblará de pies a cabeza. No puede decir otra cosa que no le haga temblar. No puede hacerlo.—Oh —finalmente expresa—, eh, claro —Elena se pone de pie. Quiere salir de aquí cuanto antes. Se imaginaba un mundo completamente distinto al entrar aquí, con su vida cambiando. Teniendo la dicha de saber que sería madre. Elena se aferra a lo único que tiene en mano, su cartera—. ¿Por qué
Es tanta la impresión de Elena que vuelve a dar un paso atrás.Las palabras de Gianluca se vuelven afiladas, y cortan las ilusiones. Nunca creyó que esto se tornaría de ésta manera.—¿Traicionarte…? —su voz aparece como un hilo de voz. No comprende, no puede hablar sin perder las fuerzas—, ¿Traicionarte? ¿De qué estás hablando…?—¡Tengo mil razones para creer que lo que has hecho a mis espaldas son mentiras!Elena abre los ojos. Jamás había visto tan enojado a Gianluca. Sus ojos se han tornado más oscuros, tomando un tono que no tiene nada que ver con el claro de sus ojos. Sus palabras golpean con fuerza el más recóndito lugar de su mente.—No, eso no es verdad. ¡Puedo probarte que lo de Ítalo Moretti no fue una mentira! Orlando. Llama a Orlando. Llámalo a él y pregúntale. ¡Él debe comprobar mis palabras! ¡No te estoy mintiendo! —Elena expresa contundente, pero en el fondo tiembla. Tanto, que no sabe cómo detener la tristeza que la carcome y la herida de ahora.Gianluca no parece conv
CAPITULO 79 DCEOATYa ni siquiera es dolor.Es incredulidad. Es conmoción. Es la misma daga qué la atravesó hace apenas un par de minutos, que la golpea brutal en el rostro. Es una cachetada de realidad, y apenas puede moverse Elena de su sitio.La tensión en ésta oficina incrementa, y ahora es peor cuando a solas con Gianluca. Esto le cobra un jadeo incrédulo. Un par de lágrimas descienden por sus mejillas, y cada momento que pasa puede sentir la dureza en la mirada de Gianluca.Elena abre los ojos.—¿Orlando? ¿Qué estás haciendo? ¿Qué…? —Elena trata de dar un paso hacia adelante. Sus manos abrazan su vientre, porque también siente una punzada en el lugar. El llanto silencioso y doloroso vuelve a oírse—, ¿Qué estás diciendo? Di la verdad. Di todo lo que me dijiste a mí, ¡Dilo! —exige Elena.El abogado Orlando parece resignado a seguir con las palabras qué están frívolas, que salieron sin ningún remordimiento y que para estos momentos nubla cualquier esperanza que Elena tenía. Era él
Gianluca vuelve a decirse a sí mismo que necesita apartarla cuánto antes. No puede verla como lo hace, no puede desear estar otro minuto junto a ella, tiene que vivir sin ella.Pero cuando Elena le dice éstas clases de palabras, es su mundo quien se parte en dos. Intentó controlar la rabia, y la impotencia. Su mente se llenó de posibilidades, en su mayoría malas y soberbias, y no puede ver otra cosa sino a ésta mujer quebrándole el corazón en mil pedazos. Ella repite algo que no quiere escuchar porque no está pensando con claridad.Se aparta de ella.—No quiero oír nada que venga de ti —espeta.En sus ojos puede ver más el dolor de Elena.—Tuviste el tiempo para decirme, para hablarme con la verdad. Lo tuviste —Gianluca sabe que debe dar un paso atrás, por más que esté muriéndose por dentro y no pueda mirar a otra parte, porque ella siempre estará allí—, pudiste hacerlo. No te importó pensar en eso.—Porque confíe en Orlando, y sí, me equivoqué en confiar en él. Perdóname, jamás pensé
—Llévala a la casa —Gianluca ordena todavía sin tranquilizarse de nada. No tiene ninguna intención de dejar ésta mujer en libertad ahora que se ha enterado de lo que ha hecho.Pero cuando Tito también mencionó lo que lo ha tenido también vela, gruñó de forma imperiosa. No era el momento, justo en ese momento.Sólo ha pasado un par de minutos desde que ordenó a un chófer y a Billy lo que debían hacer. Enojado, colérico, apretando los puños se encuentra Gianluca hacia el camino del hospital. No puede ver otra cosa, casi no puede mirar algo más. Está cara a cara con la oscuridad. Algo que jamás ha sentido en el pecho se apodera hasta de lo más mínimo en su cuerpo. No le queda nada más que respirar con dificultad, atento a la mínima cosa que pasa por su mente.¿Por qué lo ha hecho? ¿Cómo se atrevió?¿Por qué cayó de esa manera hasta el punto de no pensar con claridad en las demás cosas?Su vida vuelve a pagarle la factura cuando se da cuenta que parte de la familia de Renata está en la cl
El cuerpo tenso de Gianluca pierde un tanto el equilibrio al oír las palabras de Billy. Acrecienta el enervar que se apodera de cada rincón, y que no hay como apaciguarlo.Ahora se consume por completo, y de pies a cabeza, en su mente, no se salva de ver algo que lo está consumiendo peor que antes.—¿Dónde —comienza Gianluca, perdiendo la cordura—, está mi esposa?—La señora Elena se marchó con una de sus amigas-Gianluca no lo deja termina porque no quiere ni mirar la carpeta que Billy está mostrando. Su desesperación lo lleva directo a una sola salida, donde no tiene escapatoria, donde no puede ver con una buena percepción ya que no existe lo suyo, lo de ellos. Para Gianluca la simple idea de escuchar “Se fue” está arrastrándolo al abismo. Esto es una completa locura.Enojado, eufórico. ¿Dónde está y ha dónde ha ido? Es irónico que tan sólo ésta mañana la tuvo entre sus brazos, y para ésta madrugada, donde sus cuerpos no se juntan ni para darse calor el uno al otro, abrazados
—¿Elena?Bañada en lágrimas, enrojecida por la falsedad de las palabras y sintiendo cómo su corazón se retuerce en mil pedazos, Elena está frente a frente a la puerta de Cristina en su hogar, al otro lado de la ciudad.No aceptó que Tito o Billy la llevaran a ninguna parte. tan sólo exigió por llamada a Orlando que le mandara a ese hombre documentos del divorcio y no lo dejó ni responder.Colgó, furiosa. Y desapareció de la casa, jurando nunca más volver. Manejó por si sola mientras apretaba los volantes, fija en la carretera mientras todos los recuerdos que habían hecho los dos se rompían como un papel.La mirada que había recibido de Gianluca estropeó lo que habían armado juntos, los sueños que habían querido formar. La familia que querían tener.Ahora se encuentra hecha un mar de lágrimas frente a Cristina, una vez más vulnerable, rígida, sin saber a dónde ir. Pérdida, lo mismo que ocurrió cuando salió de prisión.—¿Amiga? —Cristina la jala para abrazarla, asustada—, ¿Qué sucedió,