—Sentémonos, y repasemos lo qué todos aquí hemos hablado. Te recuerdo, Elena, qué todo lo qué está pasando es hecho bajo supervisión de los asesores y es votación unánime. Ahora —Aurora señala hacia adelante. La mayoría de involucrados comienzan a murmurar entre ellos conforme se incrementa la tensión en éste lugar—, comencemos.—Te diré una cosa —Valentino rodea el escritorio hasta llegar frente a Aurora—, sin la firma presidencial qué es la de Elena no se puede hacer esto.—Tengo participación del 30 por ciento en ésta compañía, así qué si puedo ordenar las conferencias qué Fattoria Verde necesita. Antes repasemos y te sugiero qué escuches —Aurora deja de ver a Valentino. Sus ojos están fijos delante, justo en el lugar donde Elena, aún bañada en incredulidad, se encuentra.—¿Cómo puedes tomar una decisión así cuando él no te ha dado el permiso? —Elena finalmente estalla contra Aurora—, si yo estoy aquí es porque así lo indica la ley. Soy su esposa, y comenzarás a tratarme como tal —
Florencia tiene una de las mejores vistas para el encanto natural de Italia. En especial ésta parte exclusiva de la ciudad, donde luego de haber almorzado con socios importantes y cerrar tratos millonarios, Enrico De Santis admira la vista desde uno de los puntos más altos y en donde se encuentras las oficinas principales de Della Famiglia.Ya para este momento está satisfecho con lo qué ha hecho y lo qué sabe. Se cumplirá un año exacto desde qué Della Famiglia está bajo su nombre. Ha vivido la vida qué siempre ha querido. Ha hundido al tipo qué más odia. Y más ahora, qué ya es un muerto en vida.Para estos momentos, y observa su reloj, el tipo debe estar muerto. No muerto en vida. Completamente muerto. La satisfacción lo carcome de pies a cabeza. Sólo falta Fattoria Verde. Y completar el plan qué lo ha traído a ésta misma gracia.Su asistente abre la puerta de la oficina. Deja de ver el panorama para darse la vuelta.—Creí qué estabas en Florida —no esperaba ver a éste hombre. Mucho m
El mundo ya ha parado en éste salón. Inclusive, Elena deja de respirar y por más que intente parpadear y tratar de inhalar aire, todos sus sistemas colapsan. Flaquean sus piernas, y su vida lleva la tormenta y la desesperación. Valentino tampoco se queda atrás, totalmente impresionado por lo qué ve. El señor Orlando no es un hombre de muchas expresiones, pero al igual qué los demás, se ha quedado mudo y pálido. —He dicho —el escalofrío de Elena incrementa cuando lo vuelve a oír—, qué te alejes de mi esposa. Aurora tartamudea, consciente de que ve a la única persona capaz de deshacerse y ordenar a su antojo. Los asesores, los gerentes e inclusive Norelie están de pie. Lo miran encaminarse hacia Aurora con paso lento. Usa un bastón para apoyarse. Elena no ha sentido tanta falta de aire cómo ahora, pero lo que ve en él está alejado de la calma. Su oscuridad es peor que la de Aurora. Gianluca Mancini es una bestia entre todas estas personas.—Hermano —finalmente pronuncia A
De pronto, Gianluca logra qué cada uno de sus sentidos se detengan, porque sus palabras tienen efecto. Todo su rostro se sonroja. No sabe cómo continuar para no delatar su sonrojo y lo qué produce estar sentada en sus piernas, con su mano acariciando su cintura, con su cuerpo dispuesto a quitar el frío de todo éste tiempo, con sus labios arrebatándole el aire.“Úsame.”Elena mueve la cabeza, y con una pequeña sonrisa mira hacia abajo.—Hay mucha gente qué esperaba verte —Elena responde, todavía con las manos en su rostro—, mucha gente se preocupa por ti.—Sólo me interesas tú.Elena encuentra su mirada. No. Es indescriptible lo qué éste hombre le produce. ¿Cómo es capaz de decirle esto? Se remueve entre sus brazos.—¿Estás bien? —Gianluca pregunta. Está acariciando su cuerpo, sus mejillas, sus brazos, sus piernas, enviando electricidad al cuerpo de Elena, y encogiéndola más de lo qué creyó, como s necesitara saber qué la tiene a su lado.—Yo estoy bien. Me desperté una semana después
—Es todo por hoy —Gianluca entrega los dos portafolios—, asegúrense de que los productos cumplan con los estándares de calidad. No quiero desperdicios, así qué mantengan los niveles óptimos del inventario.—Señor Mancini —expresa la única gerente qué no estaba en el circo qué encontró hace un par de horas—, qué feliz estamos por verlo de regreso.Gianluca no responde. Sólo asiente en su aura serena, porque pese a no alarmar a su esposa, el malestar está presente.—Haremos lo qué pidió. Para mañana estará listo —dice la gerente luego de mantener la sonrisa iluminada hacia él. Su nombre es Madison Parker. Estuvo un par de veces con ella, pero nada serio. Le resta importancia a su presencia—, ¿Quiere otra cosa?—No. Retírense —Gianluca se apoya en su bastón para levantarse. Quien entra ya al salón es el abogado Orlando cuando las personas qué mandó a llamar se retiran—, seguiré hablando en mi casa. Mónica sólo dio un par de horas —empieza a caminar hacia la salida.—Debe recuperarse al 1
—Dime qué estás feliz —Renata continúa. Todavía tiene la mano en su vientre—, aún es muy pequeño para dar patadas, pero en unos meses no nos dejará en paz —también se echa a reír. Luego le toma el rostro—, Gianluca, mi amor. Estoy tan feliz de que hayas despertado —y lo abraza por el cuello. Gianluca se queda unos momentos en el limbo. Ver el vientre de Renata lo aturdió unos momentos. —Sientáte junto a mí —Renata señala el sofá—, quiero saber cómo te sientes. —Yo estoy bien —Gianluca evita tocarla lo más qué puede. Su único interés es su embarazo—, ¿Cómo lo has llevado? ¿Qué necesitas?—Pues —Renata no deja de sonreír—, por los momentos mi familia está al pendiente de los dos —vuelve a tomar su mano—, y no esperaba la hora para decirte qué el próximo mes podemos saber qué será el bebé. Si es niño o niña. Gianluca la observa. —Tienes qué acompañarme —pide Renata.Gianluca observa la mano de Renata en la suya. Simplemente asiente. —Quiero qué las cosas estén claras aho
No es normal. Esto no es normal. No es normal ésta clase de rabia al imaginarse a Renata otra vez sonriendo frente a Gianluca.Elena sigue en el cuarto, acomodando todo lo que él necesita una vez regrese a descansar. Está concentrada, pero debido a la molestia, apenas escucha lo qué dicen las enfermeras. Todo esto ha cambiado. Qué haya despertado ha cambiado por completo hasta su propia vida. Y ahora que no puede dejar de pensar en sus dedos y en él luego de lo qué ocurrió en ese salón, se está volviendo loca por dentro.No puede seguir aquí.—¿Está todo listo? —pregunta a las enfermeras.—Quería saber si todo se moverá a la habitación de usted, señora Mancini —la enfermera se acerca a ella.Ni ella ni Gianluca han dormido juntos en la misma habitación desde qué llegó a ésta casa. Y eso fue hace dos meses. Carraspea un poco. Debería hablarlo con él.No.—Todo a mi habitación —dice contundente. Luego, siente algo de arrepentimiento. Demonios. ¿Qué ha dicho?Son una pareja de matrimonio.
Es muy consciente qué el rostro de su esposo tiene el poder de lanzarla lo más lejos de la realidad. Pero esto es un golpe seco. Lo qué se enteró acerca de su madre no tiene nada qué ver con quién es en realidad. Una cosa lo sabe Gianluca, la otra no. Y la otra parte de la historia no lo sabe porque ese nombre le produce lo mismo qué mil espinas tomadas en la mano. No le gusta hablar de eso. Y es precisamente lo qué está ocurriendo aquí. Por un instante no sabe cómo reaccionar. Si sorprendida o molestarse. ¿Cómo se enteró de esto? Observa al abogado Orlando, y Elena no es capaz de descifrar lo que trata de decir. ¿Qué sucedió para que Gianluca de enterara de esto? —¿Qué tiene eso de relevante? —Elena se cruza de brazos. No. Definitivamente nada qué tenga que ver con ese nombre saldrá de aquí. —Que tiene eso de relevante —su esposo repite. A altas horas de la mañana no lo imaginaba bebiendo luego de todo lo que sucedió porque está bajo tratamiento. Sus ojos grises están com