—Tan sólo observa éste vestido. Me quedará perfecto, aunque es increíble qué me den antojos. Es lo que más odio. Mi cuerpo es perfecto y éste embarazo me arruinará. En uno de los edificios más grandes de Florida que pertenece a la familia Bertolini es donde se encuentra Renata mirándose al espejo. Se prueba un vestido, lanzando quejas ahora qué lleva los meses de embarazo acorde. No está sola. Su hermana Natasha está bebiéndose casi una botella de vino esa sola. —Deberías estar contenta —le sonríe su hermana con falsedad—, ya todo el mundo sabe que estás embarazada. Y de paso de él. Es lo que querías, ¿no? Renata sonríe, triunfal. Se toca su vientre.—Embarazada de él, es lo mejor qué me ha pasado en la vida —Renata se observa su vientre tas el espejo—, a todos los hombres se le ablandan el corazón con un hijo, y él me dará la oportunidad de estar con él.—¿Él? ¿Ya sabes el sexo? Eso no se sabe…¿hasta lo cinco meses? ¿Y si es niña?Renata enarca una ceja llena de incredulidad.—¿N
Un segundo después, cuando las palabras de Norelie le cobran la palidez hasta en sus labios, Elena abre la puerta de la oficina. Al instante, lo qué sus ojos ven es a la misma mujer de siempre. Norelie es una mujer demasiado bella cómo para quitar la mirada, y está sentada en su escritorio, cuyo lado da hacia la ventana panorámica. El azul cielo qué brinda la imagen no hace contraste con lo qué siente. Norelie escucha la puerta, y aún con el teléfono en la oreja se gira. Ambas se observan fijamente un largo segundo. Elena quita la mano de la manija de la puerta y Norelie se pone de pie. Con los ojos desorbitados, Elena da un paso hacia adelante. Pero no se esperaba la sonrisa de Norelie. —Oh, ¡Elena! ¡Me da gusto verte tan recuperada! Buongiorno —Norelie rodea el escritorio. Su silueta de modelo no tarda en acercarse, tal cual no hubiese dicho absolutamente nada. Y para el como recibe un abrazo por parte de ella—, de seguro dejé la puerta abierta y debes estar bastante apu
—Eso no puede ser verdad —Elena da un paso hacia atrás. Aunque la impresión toma forma en su cuerpo queda sometida a la molestia—, ese hombre es fiel devoto a Gianluca. ¡Eso es mentira!—Conozco a Flavio desde qué era una niña al igual que Gianluca. Es imposible lo qué están diciendo —Ginette no tarda en expresar. Hay conmoción y a la vez contrariedad.—Es una trampa —Elena rodea a Gaby—, quédate con mi esposo, Gaby. Si algo ocurre llámame de inmediato. Iré a ver a Flavio —se detiene en la puerta para divisar a Gianluca una última vez. Su tranquilidad la pone intranquila a ella. El único alivio es que está aquí en casa. «Él despertará». Su tristeza la acompaña, pero lo mira una última vez—, te lo ruego, si algo sucede tan sólo llámame.Gaby asiente, y al igual que ella y Ginette, su expresión es de preocupación. Elena rápidamente baja los escalones. La única qué puede dar la cara ahora es ella, y considerando qué no está confiando en nadie, debe saber qué ocurre con Flavio.—¿Có
El mes se completa. Y para cuando se da cuenta qué tan lento ha pasado el tiempo a la espera de una respuesta, ya se han cumplido casi los dos meses desde que todo ocurrió.Elena no ha querido soltar la mano de Gianluca en todo éste tiempo. La rutina se ha convertido en algo monótono. En las mañanas se queda con las enfermeras para arreglar todo lo que sea necesario, Mónica viene a monitorear cada dos días personalmente a Gianluca. Es el mismo estado. Y en las noches Elena no duerme en otro cuarto sino aquí. Duerme en la silla, y no se ha apartado ni un solo segundo. Según ella, en cualquier momento su esposo despertará y el mundo volverá a ser cómo antes, con Gianluca al mando de todo y a su lado. Flavio sigue en prisión, lleva unas tres semanas en prisión. Hasta qué su abogado no reúna las pruebas y se presenten a la fiscalía, no saldrá libre. Valentino y el señor Orlando han sido de vital importancia a la hora de aprender todo de Fattoria Verde. Se ha encargado de aprende
—Sentémonos, y repasemos lo qué todos aquí hemos hablado. Te recuerdo, Elena, qué todo lo qué está pasando es hecho bajo supervisión de los asesores y es votación unánime. Ahora —Aurora señala hacia adelante. La mayoría de involucrados comienzan a murmurar entre ellos conforme se incrementa la tensión en éste lugar—, comencemos.—Te diré una cosa —Valentino rodea el escritorio hasta llegar frente a Aurora—, sin la firma presidencial qué es la de Elena no se puede hacer esto.—Tengo participación del 30 por ciento en ésta compañía, así qué si puedo ordenar las conferencias qué Fattoria Verde necesita. Antes repasemos y te sugiero qué escuches —Aurora deja de ver a Valentino. Sus ojos están fijos delante, justo en el lugar donde Elena, aún bañada en incredulidad, se encuentra.—¿Cómo puedes tomar una decisión así cuando él no te ha dado el permiso? —Elena finalmente estalla contra Aurora—, si yo estoy aquí es porque así lo indica la ley. Soy su esposa, y comenzarás a tratarme como tal —
Florencia tiene una de las mejores vistas para el encanto natural de Italia. En especial ésta parte exclusiva de la ciudad, donde luego de haber almorzado con socios importantes y cerrar tratos millonarios, Enrico De Santis admira la vista desde uno de los puntos más altos y en donde se encuentras las oficinas principales de Della Famiglia.Ya para este momento está satisfecho con lo qué ha hecho y lo qué sabe. Se cumplirá un año exacto desde qué Della Famiglia está bajo su nombre. Ha vivido la vida qué siempre ha querido. Ha hundido al tipo qué más odia. Y más ahora, qué ya es un muerto en vida.Para estos momentos, y observa su reloj, el tipo debe estar muerto. No muerto en vida. Completamente muerto. La satisfacción lo carcome de pies a cabeza. Sólo falta Fattoria Verde. Y completar el plan qué lo ha traído a ésta misma gracia.Su asistente abre la puerta de la oficina. Deja de ver el panorama para darse la vuelta.—Creí qué estabas en Florida —no esperaba ver a éste hombre. Mucho m
El mundo ya ha parado en éste salón. Inclusive, Elena deja de respirar y por más que intente parpadear y tratar de inhalar aire, todos sus sistemas colapsan. Flaquean sus piernas, y su vida lleva la tormenta y la desesperación. Valentino tampoco se queda atrás, totalmente impresionado por lo qué ve. El señor Orlando no es un hombre de muchas expresiones, pero al igual qué los demás, se ha quedado mudo y pálido. —He dicho —el escalofrío de Elena incrementa cuando lo vuelve a oír—, qué te alejes de mi esposa. Aurora tartamudea, consciente de que ve a la única persona capaz de deshacerse y ordenar a su antojo. Los asesores, los gerentes e inclusive Norelie están de pie. Lo miran encaminarse hacia Aurora con paso lento. Usa un bastón para apoyarse. Elena no ha sentido tanta falta de aire cómo ahora, pero lo que ve en él está alejado de la calma. Su oscuridad es peor que la de Aurora. Gianluca Mancini es una bestia entre todas estas personas.—Hermano —finalmente pronuncia A
De pronto, Gianluca logra qué cada uno de sus sentidos se detengan, porque sus palabras tienen efecto. Todo su rostro se sonroja. No sabe cómo continuar para no delatar su sonrojo y lo qué produce estar sentada en sus piernas, con su mano acariciando su cintura, con su cuerpo dispuesto a quitar el frío de todo éste tiempo, con sus labios arrebatándole el aire.“Úsame.”Elena mueve la cabeza, y con una pequeña sonrisa mira hacia abajo.—Hay mucha gente qué esperaba verte —Elena responde, todavía con las manos en su rostro—, mucha gente se preocupa por ti.—Sólo me interesas tú.Elena encuentra su mirada. No. Es indescriptible lo qué éste hombre le produce. ¿Cómo es capaz de decirle esto? Se remueve entre sus brazos.—¿Estás bien? —Gianluca pregunta. Está acariciando su cuerpo, sus mejillas, sus brazos, sus piernas, enviando electricidad al cuerpo de Elena, y encogiéndola más de lo qué creyó, como s necesitara saber qué la tiene a su lado.—Yo estoy bien. Me desperté una semana después