Regina se miró en el espejo que colgaba frente a ella, el vestido blanco veraniego caía debajo de las rodillas, dos tirantes delgados, escote cruzado hasta la cintura, dejando una desnudez exquisita a la vista, estaba descalza, se acomodó la diminuta corona de flores blancas, le daba un toque espectacular y angelical, sus mejillas tenían ese sonrojo, su vientre de cinco meses ya se notaba, su cabello rebelde estaba suelto, había regresado a su color natural, su castaño.
—Tu padre está festejando con nosotros este día—dijo su madre al entrar a la habitación. —En el cielo, dando todas las bendiciones para ustedes—se limpió las lágrimas de la emoción. Regina se llevó una mano a su vientre e intentó poner a raya esas lágrimas.
—Lo sé, debe de estar emocionado porqué su empresa está trabajando de nuevo, que su úni
Regina La radio sonó a todo volumen dentro de mi auto recién comprado, el tráfico de la ciudad de México era horrible, embotellamientos, gente desesperada golpeando su claxon. La canción de Pablo Alborán-Tu refugio la canté a todo pulmón cuándo comencé a esquivar los autos, no me importó lo enfurecidos que estaban, yo necesitaba llegar a tiempo a la empresa o mi padre tendría que reñirme otra vez por no ser puntual. Después de veinte minutos, casi a punto de chocar uno que otro auto, estaba entrando al parqueadero del edificio, el guardia inmediatamente con amabilidad me abrió la puerta y me sonrió. —Buenos días, señorita Montenegro, su padre ha llamado dos veces preguntando si usted había llegado.
Regina Me observé delante del espejo de cuerpo completo que adornaba una esquina de mi armario, el vestido rosa claro con pedrería discreta, se adhiere hasta mis caderas, un poco más debajo de ellas, tenía una caída bastante sexy hasta la duela oscura. El escote en V hasta la mitad de mi abdomen es lo más alucinante que he podido usar. Nunca fui de mostrar tanto, pero ahora era mi noche, mi cabello corto y rubio luce perfecto, mi cuello se ve más largo y el maquillaje le dio luz a mi rostro, el color de mis ojos verdes, resaltaron demasiado. El chófer me esperaba en la camioneta blindada, me había puesto un chal que me cubría la parte de arriba y no podía esperar a quitármelo en cuanto entrara a la fiesta. Nos perdimos dentro del tráfico de la ciudad de México. &mdas
Regina Eran pasadas las cuatro de la madrugada cuando aún estaba dando vueltas en mi cama, pensando en las palabras de Liam Foster.—Foster.—susurré con irritación ese apellido, me prometí a no seguir pensando en él, en su prometida, la cual parece ser una...me niego a seguir pensando en ellos.—Tienes que...—entonces la imagen del rostro de Adolfo Villanueva aparece, suelto una pequeña risa al ver el rostro que puso al verme con él, — ¡Pues, Regina! Saca a ese hombre de tu cabeza, de tu vida.— Me vuelvo a mover, no en sé en qué momento me pierdo entre los brazos de Morfeo.Por la mañana enciendo el televisor que se encuentra frente a mi cama, entro al baño, me doy una ducha, me pongo algo cómodo, empieza el fin de semana y mis planes es descansa
Regina Sentí un hueco en el centro de mi estómago al escucharlo decir eso. ¿Entonces están aquí en México para casarse? ¿Por qué soy la última en enterarse? ¿Por qué quiero arrancarle la cabeza? Dios mío, tranquila, Regina, tranquila, sus ojos me miraron fijamente, revisando a detalle mi reacción, me crucé de brazos y ladeé mi rostro con una sonrisa en mis labios. —No me importa.—él abrió sus ojos un poco más por la sorpresa de mi respuesta.—No me importa si te casas aquí en la ciudad de México o en medio de un desierto, si tanto te preocupa lo que piense tu prometida, arréglalo tú, yo no tengo tiempo para ir a convencerla de que no tenemos nada. —Regina, por favor. Ha estad
ReginaLlegué a presidencia y me encontré con Liam.—Buenos días —dice en un tono serio, terminé de cerrar la puerta a mi espalda, mi padre estaba sentado en su silla habitual.—Buenos días—respondí por cortesía, —Padre. —él levantó su mirada hacia a mí, se ajustó sus lentes y sonrió.—Buenos días, hija, haz llegado a tiempo, en diez minutos empieza la junta.—Está bien. Iré a mi oficina a recoger unas cosas... —un pretexto para irme de ahí, no quería ver a Liam.—Regina, ¿Podemos hablar? —mi padre nos miró.—En otro momento. —Mi padre negó.—Anda, hablen de una vez, puede que Liam necesite algo. —dijo mi padre—Bien, —miré a Liam, quien pillé son
Regina Estuve a punto de reír en su cara, ¿Cómo se atreve a pedirme algo así? ¡A mí! Por Dios, está loca la tipa. No sabía por dónde comenzar, solté un suspiro dramático para que entendiera sutilmente que es una estupidez lo que me estaba pidiendo, claramente ella sabía mi pasado con Liam, ¿Y aun así me pide que sea su dama de honor? pareciera que estuviese en la dimensión desconocida.—No.—dije sin más, ella arqueó una ceja. —Y vuelvo a decir no, gracias. No necesariamente tienes que tener damas de honor…Ella no mostró ningún gesto.— ¿Y si te lo pide Liam? — ¿En serio?—Doble NO. —ella se levantó de la silla y levantó su barbilla.—Bien. —esquiv&
ReginaAl día siguiente, llegué a la empresa, mis tacones golpearon con fuerza el mármol, no había dormido lo suficiente, pensaba una y otra vez lo que mi madrina me había pedido, y qué, por primera vez quería con todas mis fuerzas negarme, pero sería escuchar a mis padres, se haría un complot en mi contra… ¿Qué es lo que haría? ¿Solo acompañar a la prometida? Llegué a mi oficina, colgué mi bolso y me acerqué a mi escritorio, la puerta se abrió y me encuentro con un Liam… ¿Irritado?—Toca la puerta antes de
Liam Las puertas del elevador se cerraron frente a mí, presioné el botón del estacionamiento del subterráneo. Mi corazón apenas empezó a tranquilizarse, había dicho lo que había callado tantos años, a pesar de la distancia y el tiempo, nunca pude arrancarme de la piel a Regina. Mi celular vibró, al buscarlo en el interior de mi americana, veo la pantalla, es mi madre, deslicé el botón para tomar su llamada, estaba a unos cuantos pisos más para llegar a mi auto.—Dime madre.—Uy, ¿Qué es esa contestación, Liam? —hice una mueca.—Lo siento, —presioné el puente de mi nariz—, buenos días, madre. ¿Siguen en el hotel? —escuché ruido del otro lado de la línea.—Sí aun, acaba de llegar Rachel, vamos a retoma