Regina
Eran pasadas las cuatro de la madrugada cuando aún estaba dando vueltas en mi cama, pensando en las palabras de Liam Foster.
—Foster. —susurré con irritación ese apellido, me prometí a no seguir pensando en él, en su prometida, la cual parece ser una...me niego a seguir pensando en ellos. —Tienes que...—entonces la imagen del rostro de Adolfo Villanueva aparece, suelto una pequeña risa al ver el rostro que puso al verme con él, — ¡Pues, Regina! Saca a ese hombre de tu cabeza, de tu vida. — Me vuelvo a mover, no en sé en qué momento me pierdo entre los brazos de Morfeo.
Por la mañana enciendo el televisor que se encuentra frente a mi cama, entro al baño, me doy una ducha, me pongo algo cómodo, empieza el fin de semana y mis planes es descansar lo más que pudiese.
—"...Hemos visto cada detalle del gran evento de Textilería Montenegro"...—me detengo cuando tengo toda la intención de ir a buscar algo que desayunar en cama. Me giro lentamente hacia el televisor y mis ojos se abren un poco más al verme bajar de la camioneta, mi corazón se agita con emoción, me siento en la orilla de la cama y estoy como una tonta con la boca casi cayendo en el suelo al ver videos e imágenes del evento, alcanzo a ver a Liam del brazo de Rachel, la chica sí que es una hija de...—..."Quien se iba a imaginar que el atractivo empresario extranjero, Liam Foster, ya estuviese comprometido con esta hermosa mujer, —interrumpe una conductora a la otra—"Me gustaba para que tuviera a su lado a Regina, hacen tan hermosa pareja, por cierto, ¿Has notado el parecido entre las dos mujeres?"—apago el televisor, mi humor se ha vuelto rabioso, tengo que comer algo. Bajo las escaleras y me encuentro con una visita.
—Aquí tienes el cereal, pero deberías de comer algo más nutritivo...—la señora que viene a limpiar y a cocinar en la semana, se llama Elena, sus dos hijos viven en Estados Unidos, ella tiene este tipo de trabajo, limpia casas y es cocinera, está acostumbrada a trabajar, cuando sus hijos encontraron un buen trabajo, le pidieron que dejara de trabajar y descansara, muy buenos hijos, pero Elena insiste en que tiene salud y se siente aun fuerte y puede seguir trabajando. Me siento en el banquillo de la barra y miro el plato de cereal. La miro y ella arquea la ceja. — ¿No tienes ganas de cereal? —niego.
—Unos huevos estrellados con tocino y fruta picada, ¿Eso es nutritivo? —ella suelta una carcajada que me contagia.
—Ay, chamaca, bueno, pensaba hacerte unas tortillas doradas con la salsa que me queda de rechupete, ¿Quieres? ¿Con queso fresco? ¿Lechuga picada y crema?
El estómago toma su decisión al gruñir.
—Me parece perfecto, pero siempre y cuando me acompañes a desayunar, así que has para tres.
— ¿Tanta hambre traes? —asiento con una sonrisa.
Elena comienza a hacer el desayuno, pongo música y me regreso por mi celular que tengo cargando en la mesa de noche de mi habitación. Lo tengo apagado, así que lo enciendo, en lo que empieza a arrancar su sistema, bajo los escalones, escucho la música de Lana del Rey, regreso al banquillo de la isla de granito, veo como Elena cocina concentrada, las notificaciones de mi celular comienzan a sonar, puedo imaginar quienes han mandado mensaje, cuando deja de sonar, veo muchos correos, mensajes, W******p, llamadas pérdidas y mensajes de buzón. La chicharra del intercomunicador suena, Elena me mira extrañada, yo igual.
— ¿Tienes visitas? —niego, me levanto de mi banquillo pensando quien será a esta hora de un sábado tan temprano. Presiono el botón.
— ¿Sí? —se escucha por un momento un silencio. — ¿Quién es?
—Soy yo—suelto el botón como si me quemara. De nuevo la chicharra, suena de nuevo, dudo en presionarlo, pero al final lo hago.
— ¿Qué quieres? —no dice nada, presiono el botón. — ¿Qué es lo que quieres, Foster?
— ¿Podemos hablar? —pregunta en voz baja.
— ¿De qué? —cuando presiona el botón para hablar, no dice nada, pero escucho el ruido de los autos, el claxon, lo suelta. —Sube. —digo finalmente, para no poder hablar, debe de ser importante, conocí demasiado bien a Liam, cuando algo le preocupaba, se volvía muy serio, regreso al banquillo esperando a que llegue, se escucha el timbre, grito de que pase, la puerta se abre y se asoma.
— ¿Regina? —llama Liam.
—Pasa, estoy en la cocina. —pongo mis ojos en blanco cuando Elena sonríe pícaramente. —No es nada de lo que te he contado, —detengo mis palabras cuando me vuelvo hacia a él en el mismo banquillo. — ¿Qué pasa? Debe de ser importante para que estés un sábado tan temprano.
—Tenemos que hablar. —arqueo una ceja.
—Hablar. ¿De qué? —él se tensa.
— ¿Has escuchado las noticias de esta mañana? —asiento.
Tuerzo mis labios.
—Bueno, una parte, creo que apagué el televisor cuando dijeron que teníamos similitudes tu prometida y yo...—se tensa más, pone sus manos en su cintura y toma aire, lo suelta lentamente. Mira hacia detrás de mí.
— ¿Podríamos hablar en privado? —me vuelvo hacia Elena, le hago señas y ella se retira. —Quisiera saber si podemos hacer un tipo de aclaración, no quiero que piensen que...
Lo interrumpo.
— ¿Lo dices por las noticias de esta mañana? —él se queda serio. — ¿Es en serio? ¡Son chismes! ¡El chisme es lo que ellos venden!
—Pero Rachel piensa que tú y yo...—me bajo del banquillo o levanto las palmas para que se detenga.
—Wow, Wow, Wow...espera. —Intento aclararle, pero primero tomo aire y lo suelto—una cosa es que tengamos un pasado, pero no quiere decir absolutamente nada, espero le hayas aclarado que tú y yo, nada que ver, ni sé por qué están en la ciudad de México, para empezar. ¿Están de vacaciones?
Liam arruga su ceño.
— ¿No lo sabes? —me tenso, ¿Ahora de que me he perdido?
— ¿Qué cosa? —cierra sus ojos y se aprieta el puente de su nariz, cuando deja de hacerlo, me mira.
—Me voy a casar aquí, en México.
Regina Sentí un hueco en el centro de mi estómago al escucharlo decir eso. ¿Entonces están aquí en México para casarse? ¿Por qué soy la última en enterarse? ¿Por qué quiero arrancarle la cabeza? Dios mío, tranquila, Regina, tranquila, sus ojos me miraron fijamente, revisando a detalle mi reacción, me crucé de brazos y ladeé mi rostro con una sonrisa en mis labios. —No me importa.—él abrió sus ojos un poco más por la sorpresa de mi respuesta.—No me importa si te casas aquí en la ciudad de México o en medio de un desierto, si tanto te preocupa lo que piense tu prometida, arréglalo tú, yo no tengo tiempo para ir a convencerla de que no tenemos nada. —Regina, por favor. Ha estad
ReginaLlegué a presidencia y me encontré con Liam.—Buenos días —dice en un tono serio, terminé de cerrar la puerta a mi espalda, mi padre estaba sentado en su silla habitual.—Buenos días—respondí por cortesía, —Padre. —él levantó su mirada hacia a mí, se ajustó sus lentes y sonrió.—Buenos días, hija, haz llegado a tiempo, en diez minutos empieza la junta.—Está bien. Iré a mi oficina a recoger unas cosas... —un pretexto para irme de ahí, no quería ver a Liam.—Regina, ¿Podemos hablar? —mi padre nos miró.—En otro momento. —Mi padre negó.—Anda, hablen de una vez, puede que Liam necesite algo. —dijo mi padre—Bien, —miré a Liam, quien pillé son
Regina Estuve a punto de reír en su cara, ¿Cómo se atreve a pedirme algo así? ¡A mí! Por Dios, está loca la tipa. No sabía por dónde comenzar, solté un suspiro dramático para que entendiera sutilmente que es una estupidez lo que me estaba pidiendo, claramente ella sabía mi pasado con Liam, ¿Y aun así me pide que sea su dama de honor? pareciera que estuviese en la dimensión desconocida.—No.—dije sin más, ella arqueó una ceja. —Y vuelvo a decir no, gracias. No necesariamente tienes que tener damas de honor…Ella no mostró ningún gesto.— ¿Y si te lo pide Liam? — ¿En serio?—Doble NO. —ella se levantó de la silla y levantó su barbilla.—Bien. —esquiv&
ReginaAl día siguiente, llegué a la empresa, mis tacones golpearon con fuerza el mármol, no había dormido lo suficiente, pensaba una y otra vez lo que mi madrina me había pedido, y qué, por primera vez quería con todas mis fuerzas negarme, pero sería escuchar a mis padres, se haría un complot en mi contra… ¿Qué es lo que haría? ¿Solo acompañar a la prometida? Llegué a mi oficina, colgué mi bolso y me acerqué a mi escritorio, la puerta se abrió y me encuentro con un Liam… ¿Irritado?—Toca la puerta antes de
Liam Las puertas del elevador se cerraron frente a mí, presioné el botón del estacionamiento del subterráneo. Mi corazón apenas empezó a tranquilizarse, había dicho lo que había callado tantos años, a pesar de la distancia y el tiempo, nunca pude arrancarme de la piel a Regina. Mi celular vibró, al buscarlo en el interior de mi americana, veo la pantalla, es mi madre, deslicé el botón para tomar su llamada, estaba a unos cuantos pisos más para llegar a mi auto.—Dime madre.—Uy, ¿Qué es esa contestación, Liam? —hice una mueca.—Lo siento, —presioné el puente de mi nariz—, buenos días, madre. ¿Siguen en el hotel? —escuché ruido del otro lado de la línea.—Sí aun, acaba de llegar Rachel, vamos a retoma
ReginaCerré los ojos por un breve momento, presioné con fuerza la orilla de la hoja que estaba revisando, gráficas, reportes de venta y entre otras cosas más, mi mañana estaba totalmente cargada de trabajo, mi puesto iba a cederse a un nuevo ejecutivo que viene trabajando en el mismo ramo, recomendación de mi padrino y de mi padre, yo asumiría mi puesto de presidencia finalmente.— ¿Interrumpo tu siesta de la tarde? —abrí mis ojos y lentamente levanté la mirada, era mi madre, sonreía y le regresé el mismo gesto.—No, no, pasa madre, no escuché la puerta —ella elegantemente se acercó, me levanté para saludarle, le invité a que se sentara en la pequeña sala que estaba dentro de mi oficina, se sentó, caminé hasta el frigobar en forma de librero y tomé dos botellas de agua,
ReginaLlegué a la oficina por la mañana, llevé en mi mano mi café bien cargado para empezar mi día en la empresa, mi asistente se acercó a mí y me entregó un sobre manila.— ¿Qué es? —Micaela movió sus hombros en señal de que no tenía idea.—El mensajero solo lo trajo, tiene su nombre. —miré de nuevo.—Gracias—empujé la puerta para entrar y el olor a rosas inundó el lugar. Una sonrisa escapó de mis labios, me acerqué al escritorio a dejar el sobre manila, dejé mi café para colgar mi bolso y abrigo, me ajusté las mangas de mi blusa, acomodé mi cinturón grueso que adornaba mi falda. Encendí mi computadora y me senté, di un sorbo a mi café, cerré los ojos y lo disfruté, había dormido finalmen
ReginaSentada en un sillón de terciopelo negro, con una copa de champagne en mi mano y viendo las modelos en traje de novia, me tenía repitiéndome a mí misma que dejara de pensar en querer levantarme y dejarlas a las dos ahí, intenté no pensar en cosas que, a estas alturas, no debería estar pensando. Miro a las modelos con cuerpos perfectos modelando los vestidos de novia, y lo último que me faltaba.Noté cuando Rachel se levantó, con una sonrisa se acercó a mí se sentó del otro lado que tenía libre, mi madrina estaba en el otro sillón de terciopelo, solo cabían dos traseros.—Regina—dijo mi nombre con alegría fingida, lo podía notar en su gesto.—Dime—y le sonreí a medias, di un sorbo a mi copa y la terminé.—Quiero que hagamos las paces. —arr