Rachel
— ¿Tomar tu vida devuelta? —pregunté en un tono cargado de sarcasmo. — ¿Cuál vida? —ella me lanzó una mirada cargada de ira.
—La que me has robado hace meses atrás. Hiciste tu jugada seduciendo al enfermero, me drogaron ¡Pudiste matar a mi hijo!, luego desperté ahí, amarrada…—su voz se quebró. —No vas a salirte con la tuya, Raileey.
Miré a mis padres.
— ¿Y le creyeron? —soné sarcástica.
— ¡Es tu hermana! ¿Cómo es que le has hecho tal cosa? ¡Eso es usurpación!
—No sé de qué hablan. —desvié mi mirada hacia la maleta, me acerqué y la tomé. Necesitaba ver la manera de largarme cuanto antes de aquí.
—Detente. —advirtió mi padre en un ton
LiamNo podía creer de todo lo que me había enterado, mi madre, finalmente estaba de mi lado, por ella era que me había enterado de la farsa en la que estaba viviendo, la Rachel con la que había contraído matrimonio, no era quien decía ser, había manipulado tan bien todo, que nadie se había dado cuenta ni sospechado, pero mi madre sí, al ver que sonaba constantemente el teléfono de Rachel y esta se negaba a contestar, hurgó más, había pedido un estado de llamadas del último mes, para su sorpresa, había muchas llamadas a Texas, a números que luego fueron investigados, era de los padres de Rachel y Raileey, mensajes de texto, en los cuales pedían con urgencia que regresara, no decía más y el motivo por el cuál le pedían eso. Mi madre y, su intuición le gritaba algo, pero no sabía qué
Regina—Terminaste todo. —dijo mi madre sorprendida al ver mi plato vacío.—Tenía hambre, después de vaciar en la mañana mi estómago, ya me hacía hambre—le sonreí, mi padrino soltó un largo suspiro, se retiró la servilleta de su cuello.—Dios mío, he quedado lleno y, se supone que estoy a dieta—mi madre soltó una risa.—A ver si Amelie no te estaba esperando con la cena…—comentó mi madre, mi padrino torció sus labios, luego soltó otro suspiro.—Amelie hace mucho que no ha hecho algo para mí, comadre. Desde que…—me miró brevemente—…Rachel entró en nuestras vidas, toda la atención se ha quedado en ella, en la pérdida del bebé, en que ella esté cómoda…—Me imagino&
Liam— ¿Regina? —la llamada se había cortado, volví a insistir, pero ya me mandaba a buzón directamente, llamé más alertado a mi padre, un tono, luego el segundo y contestó.—Dime, ya voy en camino al departamento de tu madrina—dijo mi padre.—Regina—dije alertado—Ella, E-Ella salió, iba algo de caminar, iba a Central Park, escuché a alguien más, ella no estaba sola—comencé a balbucear.— ¡Liam! Tranquilo, llevo a mi equipo de seguridad, el auto que le di tiene un rastreador, con eso sabremos dónde está, respira…—sé qué lo decía para tranquilizarme, pero estaba empeorando mi preocupación.— ¡Había alguien más y no sé quién era! ¡No me voy a perdonar si algo le pasa, yo me volver&eacut
ReginaDesperté con el dolor de cabeza, parecía que me iba a estallar, intenté abrir mis ojos poco a poco, pero me fue imposible, los sentí demasiado pesados, me sentía extraña.—Es demasiado arriesgado, es mejor que no te vea para que no te involucren.Intenté abrir mis ojos, pero no pude.—Lo sé…—me tensé, esa voz… ¿Adolfo? —Cubre sus ojos antes de que despierte. —pidió.—Todavía no es hora de que pase el efecto.— ¿Qué es lo que le hiciste? —preguntó Adolfo. —Llego de Dubái y haces esto sin mi aprobación, ¿Qué quieres que den con nosotros?Adolfo pareció molesto.—Adolfo, su textilería llevó a la ruina los negocios de mis padres, tuviste que darme empleo por culpa de los
Liam“—No te sientas culpable—dijo mi madre cerca de mí, giré mi rostro.—Estoy preocupado porque no han encontrado a Regina—hice una breve pausa regresando la mirada a mis manos. —Lo único que me importa en este momento son ellos.—Entonces ve a buscarlos, que yo me encargo de ver este asunto.”— ¿En qué momento el destino de ambos cambió drásticamente? —me hice esa pregunta, al no tener la respuesta, miré por la ventanilla del avión privado, podía ver las luces de la ciudad a lo lejos.—Joven Foster, en diez minutos aterrizaremos, por favor, ponga su cinturón de seguridad—dijo la azafata, hice un movimiento de barbilla, ajusté el cinturón y recargué la cabeza en el respaldo del sillón, ce
Liam —Así que él fue parte de todo esto del desfalco—dijo sorprendida mi madre, asentí lentamente. — ¿Adolfo hizo todo eso? —Es lo que contó Regina ante la policía…—tomé un sorbo a mi café. —Es sorprendente que haya regresado lo que robaron, eso le restará años a su sentencia. Es el remordimiento o la —Eso fue el acuerdo. —dijo mi padre. — ¿Y cómo sigue Rachel? —pregunté. —Lo último, el bebé está bien. Reposo absoluto, confesó ante mi amenaza que el bebé no era tuyo, así que pude regresar cuanto antes. Supe qué Raileey sigue internada bajo un fuerte tratamiento cuando intentó escapar y decir que se vengaría, amenazó a todo personal del psiquiátrico, sus padres dijeron que fue nuestra culpa su situación, que me perdone Dios, pero esa familia, está mal. —Ambiciosos. —susurró mi padre a mi lado. —Lo son…—confirmó mi madre esas palabras, —Los Arquette quedaron mal al perder todo su dinero, lo
Regina se miró en el espejo que colgaba frente a ella, el vestido blanco veraniego caía debajo de las rodillas, dos tirantes delgados, escote cruzado hasta la cintura, dejando una desnudez exquisita a la vista, estaba descalza, se acomodó la diminuta corona de flores blancas, le daba un toque espectacular y angelical, sus mejillas tenían ese sonrojo, su vientre de cinco meses ya se notaba, su cabello rebelde estaba suelto, había regresado a su color natural, su castaño.—Tu padre está festejando con nosotros este día—dijo su madre al entrar a la habitación. —En el cielo, dando todas las bendiciones para ustedes—se limpió las lágrimas de la emoción. Regina se llevó una mano a su vientre e intentó poner a raya esas lágrimas.—Lo sé, debe de estar emocionado porqué su empresa está trabajando de nuevo, que su úni
Regina La radio sonó a todo volumen dentro de mi auto recién comprado, el tráfico de la ciudad de México era horrible, embotellamientos, gente desesperada golpeando su claxon. La canción de Pablo Alborán-Tu refugio la canté a todo pulmón cuándo comencé a esquivar los autos, no me importó lo enfurecidos que estaban, yo necesitaba llegar a tiempo a la empresa o mi padre tendría que reñirme otra vez por no ser puntual. Después de veinte minutos, casi a punto de chocar uno que otro auto, estaba entrando al parqueadero del edificio, el guardia inmediatamente con amabilidad me abrió la puerta y me sonrió. —Buenos días, señorita Montenegro, su padre ha llamado dos veces preguntando si usted había llegado.