Regina
Sentí un hueco en el centro de mi estómago al escucharlo decir eso. ¿Entonces están aquí en México para casarse? ¿Por qué soy la última en enterarse? ¿Por qué quiero arrancarle la cabeza? Dios mío, tranquila, Regina, tranquila, sus ojos me miraron fijamente, revisando a detalle mi reacción, me crucé de brazos y ladeé mi rostro con una sonrisa en mis labios.
—No me importa. —él abrió sus ojos un poco más por la sorpresa de mi respuesta. —No me importa si te casas aquí en la ciudad de México o en medio de un desierto, si tanto te preocupa lo que piense tu prometida, arréglalo tú, yo no tengo tiempo para ir a convencerla de que no tenemos nada.
—Regina, por favor. Ha estado a punto de romper nuestro compromiso por esa nota.
Me bajé de la silla de la barra.
— ¿Qué quieres que haga? Es tu problema, no el mío. —él se tensó más de lo que ya estaba.
— ¿Dónde quedó la Regina amable y cálida? —solté una risa sarcástica, me giré hacia la barra y luego me giré hacia a él.
— ¿Hablas en serio? —él puso sus manos en su cadera. — ¿Dónde ha quedado? —repitió su pregunta. —Creo que, en diez años de no vernos, tenemos derecho a cambiar ciertas partes de nosotros mismos, creo que las vivencias que uno va pasando, lo van haciendo más maduro a uno, ¿No crees? Por ejemplo, tú.
— ¿Yo? —arrugó su ceño, confundido.
—Sí, hace diez años atrás eras un mujeriego, te acostabas con casi todo mundo, pero ahora...—remarqué las dos últimas palabras. —Te vas a casar. —sonreí y fingí sorpresa extrema. —Sorprendente, ¿No?
—Tengo un motivo para hacerlo. —moví mis hombros de arriba a abajo.
—Y es algo que no me importa saber. Así que, si es todo, que tengas buen día.
Se giró conteniéndose. Se detuvo, luego se giró hacia a mí.
— ¿Sabes algo? No eres ni un poco de la Regina de quien me enamoré.
Aplaudí sarcástica.
— ¿A poco te enamoraste de mí? ¿Te creeré?, dudo mucho, más cuando vi a una mujer desnuda en tu habitación cuando fui a hablar contigo, tan rápido tuviste la necesidad de olvidarme, tanto amor que tenías por mí... pobrecito. —él se molestó más, en lugar de irse, se acercó a mí a un paso rápido, retrocedí sorprendida, su cuerpo estaba a unos cuantos centímetros del mío para rozar, mi mirada se elevó para mirarlo.
—No sabes cómo estuvieron las cosas en ese momento, sé qué parecía que yo y ella...—detuvo sus palabras. —Yo realmente me enamoré de ti, realmente lo hice.
—No pareció, demostraste lo contrario, así que dudo mucho que eso haya sucedido.
—Eres una egoísta que solo mira para sí misma, no sabes cuan fuerte fueron mis sentimientos por ti, estabas tan ciega que preferiste escuchar lo que los demás te dijeron que lo que yo te decía, te aferras a lo que dices, que no te importa...—tragué saliva. —...pero tu cuerpo aún me recuerda. Lo siento y lo veo. —aseguró cuando bajó la mirada a mi pecho, las protuberancias debajo de mi blusa, lo dijeron, me crucé de brazos.
—Creo que es hora de que te marches.
— ¿Tienes algún sentimiento por mi aun? ¿No te dan celos de que la mujer que está a mi lado no eres tú? —arqueé una ceja y sonreí.
— ¿Tan inflado tienes tu ego? —lo esquivé, pero me alcanzó a tomar del brazo para girarme hacia a él.
— ¿Tan aferrada te hiciste? ¿Ocultar tus sentimientos ante todos por mí ha valido la pena? —tiré de su agarre.
— ¿Sentimientos? —saboreé esa pregunta. —No tuve necesidad de ocultar nada ya que ese mismo día, los arranqué de mí. Dime egoísta, pero ¿quién iba a seguir amando a alguien que, a la primera pelea, corre a buscar a quien meter a su cama para consolarse? Dices conocerme, pero lamentablemente nunca fue así. Así que creo que, si quieres salvar tu compromiso y casarte, más vale que vayas y arregles eso, pero una cosa te voy a pedir, a mi déjame fuera de esto. Diez años, es mucho tiempo, Liam. Y no todos vivimos aun en el pasado. —me volví y caminé hasta la salida del departamento, abrí la puerta y le hice seña de que se marche. —Sé feliz, cásate sea cual sea tu motivo por el que lo quieres hacer. Adiós. —Liam estaba rojo, rojo por la ira. Caminó hacia la salida, pero cuando llegó a mi lado antes de salir se detuvo.
—Cuando nos peleamos esa noche, no pude dormir, estaba viendo la manera de solucionar nuestros problemas porque realmente no quería perderte, Leonard estaba con su novia en mi habitación, habían dormido ahí, entré a bañarme, pero cuando tú llegaste, viste a la novia de Leonard casi desnuda. Era la novia de él...no era ese "a quien meter a su cama para consolarse", si solo hubieses esperado, te hubieras dado cuenta que todo lo que te imaginaste en tu cabeza, nunca fue y no hubieras huido... Buen día. —se salió dejándome con la puerta abierta, mirando en algún punto fijo de la pared.
Tomé aire y lo solté lentamente.
—Lamentablemente...él hubiera no existe. —me asomé al pasillo y observé como caminó hacia el elevador, le seguí, presionó el botón del elevador y esperó. — ¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿Por qué no me dijiste que era la novia de Leonard? —pedí una respuesta, su rostro se giró lentamente hacia a mí, presionó su mandíbula.
— ¿Y me ibas a escuchar? Cuando algo se te mete en tu cabeza—se presionó la sien con su dedo índice—…no hay nadie que te haga desistir.
—Debiste de insistir…—le respondí.
—Cuando lo iba a hacer, ya estabas arriba de un maldito avión viniendo hacia a acá.
—Debiste de insistir…debiste de…—detuve mis palabras, luego negué, me di la vuelta para regresar a mi departamento, escuché la campanilla del elevador, me detuve a medio camino, no me giré, pero escuché cuando las puertas se cerraron, me mordí el labio, pensé que era un maldito juego del destino, cerré los ojos y solté el aire que no sabía que retenía, estoy a punto de seguir mi camino cuando sentí los brazos de Liam rodearme por detrás, me tensé, dejó su barbilla en mi hombro, mi cuerpo lo reconoció, lo acepté, nunca he podido olvidarlo, había sido el primer hombre en mi vida, había sido, el primer hombre del que me había enamorado hasta los huesos, aun no conseguía olvidarlo a pesar de no verlo durante diez años.
—Debí insistir, debí de hacerlo, pero cuando tu padre me dijo que estabas decidida a empezar a trabajar en la empresa, sabía en algún lugar de mí, que era tu forma de desquitar lo que tenías consumiéndote por dentro, quizás trabajando podrías olvidarme.
—Y lo hice…—susurré esa mentira.
—Mentirosa. —sonreí sin que se diera cuenta. —Sé que sonríes. —puse los ojos en blanco. —Pero como tú misma lo has dicho, estos diez años que estuvimos alejados, cambiamos. Ambos. —me solté de su agarre, me volví a él lentamente.
— ¿Por qué te casas? —pregunté sin miedo a su respuesta. Él acarició mi mejilla con su pulgar, luego suspiró.
—Tengo motivos muy personales. —retrocedió, dejando su pulgar en el aire.
—Bien, ve y soluciona tus asuntos y que seas muy feliz, Liam Foster.
ReginaLlegué a presidencia y me encontré con Liam.—Buenos días —dice en un tono serio, terminé de cerrar la puerta a mi espalda, mi padre estaba sentado en su silla habitual.—Buenos días—respondí por cortesía, —Padre. —él levantó su mirada hacia a mí, se ajustó sus lentes y sonrió.—Buenos días, hija, haz llegado a tiempo, en diez minutos empieza la junta.—Está bien. Iré a mi oficina a recoger unas cosas... —un pretexto para irme de ahí, no quería ver a Liam.—Regina, ¿Podemos hablar? —mi padre nos miró.—En otro momento. —Mi padre negó.—Anda, hablen de una vez, puede que Liam necesite algo. —dijo mi padre—Bien, —miré a Liam, quien pillé son
Regina Estuve a punto de reír en su cara, ¿Cómo se atreve a pedirme algo así? ¡A mí! Por Dios, está loca la tipa. No sabía por dónde comenzar, solté un suspiro dramático para que entendiera sutilmente que es una estupidez lo que me estaba pidiendo, claramente ella sabía mi pasado con Liam, ¿Y aun así me pide que sea su dama de honor? pareciera que estuviese en la dimensión desconocida.—No.—dije sin más, ella arqueó una ceja. —Y vuelvo a decir no, gracias. No necesariamente tienes que tener damas de honor…Ella no mostró ningún gesto.— ¿Y si te lo pide Liam? — ¿En serio?—Doble NO. —ella se levantó de la silla y levantó su barbilla.—Bien. —esquiv&
ReginaAl día siguiente, llegué a la empresa, mis tacones golpearon con fuerza el mármol, no había dormido lo suficiente, pensaba una y otra vez lo que mi madrina me había pedido, y qué, por primera vez quería con todas mis fuerzas negarme, pero sería escuchar a mis padres, se haría un complot en mi contra… ¿Qué es lo que haría? ¿Solo acompañar a la prometida? Llegué a mi oficina, colgué mi bolso y me acerqué a mi escritorio, la puerta se abrió y me encuentro con un Liam… ¿Irritado?—Toca la puerta antes de
Liam Las puertas del elevador se cerraron frente a mí, presioné el botón del estacionamiento del subterráneo. Mi corazón apenas empezó a tranquilizarse, había dicho lo que había callado tantos años, a pesar de la distancia y el tiempo, nunca pude arrancarme de la piel a Regina. Mi celular vibró, al buscarlo en el interior de mi americana, veo la pantalla, es mi madre, deslicé el botón para tomar su llamada, estaba a unos cuantos pisos más para llegar a mi auto.—Dime madre.—Uy, ¿Qué es esa contestación, Liam? —hice una mueca.—Lo siento, —presioné el puente de mi nariz—, buenos días, madre. ¿Siguen en el hotel? —escuché ruido del otro lado de la línea.—Sí aun, acaba de llegar Rachel, vamos a retoma
ReginaCerré los ojos por un breve momento, presioné con fuerza la orilla de la hoja que estaba revisando, gráficas, reportes de venta y entre otras cosas más, mi mañana estaba totalmente cargada de trabajo, mi puesto iba a cederse a un nuevo ejecutivo que viene trabajando en el mismo ramo, recomendación de mi padrino y de mi padre, yo asumiría mi puesto de presidencia finalmente.— ¿Interrumpo tu siesta de la tarde? —abrí mis ojos y lentamente levanté la mirada, era mi madre, sonreía y le regresé el mismo gesto.—No, no, pasa madre, no escuché la puerta —ella elegantemente se acercó, me levanté para saludarle, le invité a que se sentara en la pequeña sala que estaba dentro de mi oficina, se sentó, caminé hasta el frigobar en forma de librero y tomé dos botellas de agua,
ReginaLlegué a la oficina por la mañana, llevé en mi mano mi café bien cargado para empezar mi día en la empresa, mi asistente se acercó a mí y me entregó un sobre manila.— ¿Qué es? —Micaela movió sus hombros en señal de que no tenía idea.—El mensajero solo lo trajo, tiene su nombre. —miré de nuevo.—Gracias—empujé la puerta para entrar y el olor a rosas inundó el lugar. Una sonrisa escapó de mis labios, me acerqué al escritorio a dejar el sobre manila, dejé mi café para colgar mi bolso y abrigo, me ajusté las mangas de mi blusa, acomodé mi cinturón grueso que adornaba mi falda. Encendí mi computadora y me senté, di un sorbo a mi café, cerré los ojos y lo disfruté, había dormido finalmen
ReginaSentada en un sillón de terciopelo negro, con una copa de champagne en mi mano y viendo las modelos en traje de novia, me tenía repitiéndome a mí misma que dejara de pensar en querer levantarme y dejarlas a las dos ahí, intenté no pensar en cosas que, a estas alturas, no debería estar pensando. Miro a las modelos con cuerpos perfectos modelando los vestidos de novia, y lo último que me faltaba.Noté cuando Rachel se levantó, con una sonrisa se acercó a mí se sentó del otro lado que tenía libre, mi madrina estaba en el otro sillón de terciopelo, solo cabían dos traseros.—Regina—dijo mi nombre con alegría fingida, lo podía notar en su gesto.—Dime—y le sonreí a medias, di un sorbo a mi copa y la terminé.—Quiero que hagamos las paces. —arr
LiamMiré a mi padre quien estaba en total silencio, en su mano tenía su vaso de cristal, dio un pequeño trago a su bourbon y luego negó lentamente.—No te entiendo, Liam—levantó su mirada hacia a mí.—Ni yo. —me sinceré antes de seguir ahogándome con todo lo que cargaba en mi interior.Dejó su vaso en la mesa, volvió a negar en silencio.—Debiste de hablar conmigo antes de que hicieras todo esto, ya pagué una gran suma por todo, he comprado una casa en New York para ustedes…—mi padre soltó un largo suspiro. —Bueno, el dinero es lo de menos, lo sabes, —me miró—Ya no sé qué decir, más que, haz lo correcto y…—fuimos interrumpidos por la presencia de mi madre y de Rachel, ambas reían divertidas, algo extraño de