El día pasa rápido y eficaz por parte de las trabajadoras de “La Belle Étoile”.
Sophie ha aprendido a desenvolverse en la cocina de su local sin ningún problema. El espacio no es algo que le moleste, prefiere que los comensales sean los que se sientan cómodos, ella puede trabajar en espacios pequeños y sacar provecho de todo.
Por la mañana, prepara muchos platos de omelette de champiñones y queso gruyere para los turistas de la zona y cuando le llega un pedido de Croissant de mantequilla, sabe que es un habitante del pueblo sin siquiera mirar. Al medio día, la ensalada de rúcula y pero con queso de cabra y nueces caramelizadas es lo más pedido. En el intermedio de la tarde, cuando los tours y actividades de la zona están en su apogeo, Sophie se asegura de preparar unos cuantos sándwiches de pollo a la parrilla con aguacate y tomate en pan ciabatta que se acaban en seguida. Por la noche, el solomillo de ternera con salsa de vino tinto y gratín de patatas se lleva todas sus energías, pero Sophie termina limpiando su cocina con una sonrisa en la boca.
Escucha a Marie despidiendo al último cliente y luego la campanilla suena por última vez.
Sophie se asegura de apagar el horno y lavar los platos con fervor antes de poder salir hacia el mostrador principal. Camille está ahí, en la caja, haciendo cuentas. Parece relajada y Sophie sabe que les ha ido bien. Marie parece estar en el piso de arriba, las mesas con las sillas volteadas y el piso reluciente nuevamente. Sophie toma las flores de los jarrones y la canastilla que le compró a uno de los vendedores ambulantes del pueblo por mañana, antes de abrir. Guarda las flores ahí y siente el olor perfumado cerca de su nariz, han perdido parte de su esencia, pero aún puede hervirlas para un té nocturno o colocarlas en su propia cocina.
—Guardaré el dinero en la caja fuerte —dice Camille dirigiéndose a la parte de atrás.
Sophie asiente y busca un trapo antes de humedecerlo y pasarlo por el mostrador. Escucha a Marie bajar las escaleras con el trapeador a cuestas. Viene cantando con sus audífonos puestos, pero se los quita en cuanto ve a Sophie.
—Todo listo arriba, ya cerré el balcón, también.
—Gracias, petite.
Camille sale de la cocina y las tres comienzan con sus últimos detalles de cierre: Marie guarda los instrumentos de limpieza en el cuarto junto al baño que se encuentra a la izquierda del mostrador, Camille dobla los menús y los acomoda en orden y Sophie revisa por última vez la hielera de la parte de atrás, donde su carne se guarda durante la noche y desconecta el refrigerador, ya no tiene aguas y tendrá que comprar más mañana que el proveedor pase.
Vuelve al frente y Camille y Marie están listas para irse, colocándose sus bolsas y sus abrigos.
—Creo que mañana haremos Profiteroles.
—¡Sí! —Marie salta.
—Se vendieron muy bien la última vez— dice Camille—. A los locales nos gustan, son un clásico, pero a los turistas les llaman mucho más la atención.
—No importan los turistas —suelta Marie, con los ojos grandes—. YO los quiero.
Sophie se ríe, Marie tiene un cierto… gusto peligroso por las cosas dulces, pero a Sophie y Camille les gusta complacerla de vez en cuando.
—Tendré que conseguir cacao fresco, pero creo que el señor Tonse tiene de la última cosecha.
—Bueno, que te sirva de algo tenerlo de vecino. Viejo amargado.
—Marie, no digas esas cosas.
—¡Tú sabes que es verdad, Camille! El otro día me dijo que tenía el short “demasiado corto” y era un pantalón a la rodilla.
Las tres salieron del restaurante y Sophie se aseguró de ponerle seguro. La llave colgando de su nueva canasta.
—Me gustaría agregar algo más al menú de almuerzo, también.
—Bueno, están esas empanadas de queso que hiciste la otra vez— le recuerda Camille.
—Deliciosas —recalca Marie.
—Lo pensaré, quiero algo más… de aquí, ¿se entiende?
Camille asiente, pero Marie la mira con la cabeza inclinada.
—No importa, es hora de irse.
—¿Quieres venir a cenar conmigo, Sophie? Estoy segura de que a Jérémie no le importará— la detiene Camille—. Además, ya has cocinado todo el día. Mi marido no es ni de cerca el chef que tú eres, pero Jérémie estaría encantado de que probaras algo preparado por él.
—No te preocupes, Camille. Todavía tengo que planear el menú de mañana y me gustaría comenzar a planear para la semana de Festival de la Vendimia.
—Eso es hasta otoño, estamos iniciando la primavera.
—Lo sé, petite, pero no quiero quedarme fuera de los primeros tres puestos en el concurso de gastronomía.
—No me gusta que te vayas a tu casa, sola, Sophie.
—Camille, no me pasará nada. Este pueblo es más tranquilo que cualquier otro.
—No es eso. Es… ahí estas sola y a veces eso me preocupa.
Sophie siente la pena de Camille y una pequeña parte de ella se siente triste de inmediato, pero lo sacude y rueda los ojos.
—Estoy bien, Camille. Nos vemos mañana. Adiós, Marie.
Se despide con la mano y se aleja de ellas antes de que puedan decir otra cosa.
La vida nocturna de Saint-Étienne rodea a Sophie mientras se dirige fuera del pueblo. Los bares y cafeterías del centro del pueblo están en su apogeo. Las personas entran a los locales y salen con el paso tambaleante o vasos de café en la mano. La mayoría de esas personas son jóvenes, ya sean lugareños o visitantes. Hay música en los locales y el ambiente no se siente caótico, al final de cuentas, sigue siendo un pueblo pequeño que valora la tranquilidad.
Más alejado del centro, todo es más calmado. Por la noche, también hay paseos nocturnos que se convierten en tours por las calles encantadoras. Varios de los guías la saludan al pasar y ella les sonríe desde lejos. Saint-Étienne tiene arquitecturas históricas que siempre están llenas. Sophie puede entender la emoción de los turistas, incluso viviendo ahí, la magia del lugar no desaparece.
Fuera del pueblo, camino a su casa, los faroles adornan las vallas en las que se cosecha el vino. Es un lugar tranquilo y de vez en cuando se encuentra con alguno de sus vecinos que va de visita al pueblo, pero de resto es silencioso. Las cigarras llenan la noche y el viento se vuelve un poco más fresco, pero sigue siendo soportable.
La casa de Sophie, situada en la orilla de la pintoresca campiña francesa, es un refugio acogedor, lleno de encanto rústico y comodidades modernas. Está rodeada de un exuberante jardín que se mantiene por sí solo y árboles frondosos. Parece la casa de una bruja de cuentos de hadas, pero está muy alejada de la realidad.
La fachada de la casa, construida en piedra y enlucida con enredaderas florecientes, evoca una belleza atemporal. Siempre ha sido así. Sus ventadas, fieles al estilo francés, están adornadas con un par de flores que llenan el ambiente con colores vibrantes y fragancias delicadas que se filtran a la casa de Sophie.
Atraviesa la puerta del jardín y luego la principal a paso lento. Enciende las luces interiores y exteriores.
El vestíbulo de Sophie es amplio, con un techo relativamente alto y un piso de madera pulida. La decoración interior parece una guerra entre los gustos de Sophie: lo moderno y lo antiguo, con muebles de época cuidadosamente restaurados combinados con toques contemporáneos, como la televisión sobre la chimenea de piedra. Los muebles tapizados en todos suaves y las estanterías llenas de libros de cocina hacen que Sophie sienta que ha vivido ahí por mucho más tiempo. Las paredes están decoradas con fotos familiares de generaciones anteriores, que han de ser los antecesores de Sophie, pero que ella realmente no conoce.
Deja su bolsa en el sillón de la sala de estar y se dirige a la cocina, el corazón del hogar. Es de un tamaño decente y está equipada con electrodomésticos modernos y una gran isla central de mármol. Los gabinetes de manera clara y las encimeras de granito crean una sensación de calidez y funcionalidad. Una gran ventana que da al patio trasero permite que la luz de la luna inunde la habitación.
En automático, Sophie se dirige al refrigerador del fondo, que se encuentra junto a la estufa y la campana extractora. Hay algo de pasta del día anterior y se sirve una porción para calentar.
Mientras el fuego arde, rebusca en la canasta y saca las flores para colocarlas en un jarrón sobre la encimera. Cuando termina, se sirve una porción de pasta y agrega algo de su salsa personal a la mezcla. Toma una copa y también se sirve vino en pequeña cantidad, no lo tolera mucho y ha sido un día agitado.
Revisa su teléfono mientras come y sus notificaciones de noticias culinarias salen a montón. Ahí está el anuncio del que Marie habló en la mañana. Se adentra en la publicación del periódico “Gastronome”, por supuesto.
¡ÚLTIMA HORA EN EL MUNDO GASTRONÓMICO!
¡Julien Marchand regresa al ojo público para saltar a la televisión en vivo!
“Chefs : rivaux en cuisine” es el nuevo concurso de cocina patrocinado por la línea de chefs franceses “Fourchette et couteau” del que Julien Marchand es fundador. El programa será un reality show contará con la participación del chef como juez principal, junto a Maximilian von Stein y Matteo Delacroix. El programa contará con 12 episodios transmitidos en vivo por la televisión nacional y las redes sociales del show. Será un concurso de retos que escalarán de dificultad conforme el tiempo avance. Y, simultáneamente, se tendrá la cobertura de la vida de los chefs dentro de la casa asignada para la serie.
Sin embargo, los quince concursantes serán anunciados el día jueves, pasado mañana, en la noche en televisión nacional. Esos elegidos se darán gracias a la listas de los jueces, que seleccionarán a cinco chef a lo largo del país que consideran pueden convertirse en alguien famoso dentro del mundo culinario.
Las inscripciones NO son abiertas. Los chefs invitados serán avisados por medio de una carta enviada con anticipación. Si usted, en casa, es chef: ESTE ALERTA.
El ganador o ganadora se llevará CIEN MIL EUROS en efectivo y una recomendación figurada por Julien Marchand en nombre de línea de chef franceses “Fourchette et couteau” para su propio restaurante. Es un premio que a todo chef profesional o principiante le gustaría llevarse a casa.
Para más información, de clic al siguiente link: ¿dónde ha estado Julien Marchand todo este tiempo? Respuestas AQUÍ.
Sophie suspira, cien mil dólares serían más que suficiente para ampliar su restaurante y darse a conocer a nivel mundial. Sin embargo, con lo de la invitación privada, parece un sueño imposible. Su pequeña estrella apenas ha comenzado a traspasar la fama local como para que alguno de los jueces se interese en ella, especialmente Julien Marchand.
Recoge los restos de su cena y lava todo antes de dirigirse a la parte de atrás de su casa, donde su cuarto la espera. Se alista para acostarse con el menú de mañana en su cabeza.
No tarda en dormirse, sueña con los cien mil euros y Julien Marchand estrechándole la mano.
El miércoles amanece con un sol brillante y el ambiente más caluroso de lo usual para ser primavera, pero Sophie no se queja en ningún momento. El clima en Saint-Étienne tiene vida propia, pero ciertamente es mucho mejor que en la ciudad. En Saint-Étienne el sol es un regalo para las cosechas y, al estar rodeados de naturaleza, la brisa siempre está ahí para refrescar.Sophie se levanta con un cosquilleo en la nuca, una corazonada de aquellas a las que había aprendido hacer caso en los cursos de cocina. Por lo general, significaba que algo estaba a punto de quemarse en su cocina o que su flan no estaba lo suficientemente inflado todavía, así que rápidamente se dio cuenta de que podía confiar en esas pequeñas punzadas. Sin embargo, esto es diferente.En su cocina no hay nada, su pequeña casa está tranquila y sola, como siempre. Lo atribuye a ese sentimiento de abandono interior que persiste en molestarla a diario. Así que sigue su rutina mañanera sin esperar nada nuevo.Como siempre, c
Esa noche, Camille y Marie no aceptan una negativa y siguen a Sophie todo su camino a casa.Mientras atraviesan el pequeño pueblo, Sophie recibe felicitaciones a diestra y siniestra. No le sorprende realmente la rapidez con la que las noticias han volado. Es un lugar pequeño y muy pocas cosas pueden permanecer en secreto por un par de horas, como máximo.Sophie no sabe los nombres de todos, pero las caras sí son conocidas y se asegura de agradecer el apoyo con una sonrisa sincera. Sabe que a la gente le gusta su comida porque es buena en ello y se esfuerza mucho más que cualquier otro chef en el lugar. Sin embargo, no puede evitar sentir un grato agradecimiento por las palabras de ánimo y la emoción general que todos tienen hacia ella. Lleva relativamente poco tiempo en el pueblo, pero todos la han acogido como si fuera una más.—¡Juilen Marchand! —Marie no deja de exclamar el nombre y saltar de forma repentina, provocando que la mochila que lleva en su espalda se eleve con ella —¡Jul
Sophie piensa que lo más sensato es revisar las reglas primero y abre el primer archivo. —Cumplimiento de horarios: Los participantes deben cumplir con los horarios establecidos para las pruebas culinarias, las evaluaciones y las grabaciones. La puntualidad es clave para el buen desarrollo del programa. —Respeto y compañerismo: Se espera que los participantes se traten entre sí con respeto y compañerismo en todo momento, tanto dentro como fuera de las pruebas culinarias. NO se tolerarán comportamientos agresivos o despectivos hacia los demás concursantes dentro de la casa de chefs. —Uso de ingredientes y equipos: Los participantes deberán utilizar SOLO los ingredientes proporcionados por la producción y los equipos de cocina disponibles en el set. No se permite el uso de ingredientes o equipos no autorizados. Sophie hace una mueca ante la regla de ingredientes. Para un chef, los ingredientes y el equipo son como los pinceles y la pintura de un pintor. Cada chef tiene especial det
Sophie siente como la emoción y los nervios la embargan mientras observa la manera en la que los paisajes familiares de su ciudad se desvanecen por la ventanilla del vehículo. El conductor, un hombre amable y sonriente, la saluda cordialmente antes de emprender el camino hacia su destino. Sophie no lo conoce, es del otro pueblo y solo sabe que él y otro señor son los conductores destinados para los turistas, haciendo una pequeña fortuna. El carro (Sophie no puede llamarlo taxi) se desliza por fuera del pueblo y pronto Sophie distingue su casa y la de sus vecinos, solo por un breve momento, mientras el auto sigue en movimiento. El sol de la mañana baña todo el paisaje en una luz suave y cálida, creando un ambiente al que Sophie realmente ha llegado a acostumbrarse y sabe que, por más que este en una ciudad grande, no va a poder evitar extrañarlo. El conductor, tal vez percibiendo la ansiedad de Sophie, inicia una conversación amigable para calmarla. Le pregunta sobre su día y Sophie
Sophie no piensa mucho en ello cuando una limosina negra se estaciona justo frente a ella, está en París y ella sabe perfectamente que es una ciudad lujosa, con gente poderosa. Por lo que se sorprende mucho cuando la ventana se baja y una mujer rubia asoma la cabeza gritando su nombre.—¡Sophie Rousseau!—Pardon, ¿la conozco? —pregunta Sophie con duda, volteando a los lados por si, de casualidad, hay alguna chica que pueda parecerse a ella y con quien la estén confundiendo.Sin embargo, la mujer se ríe suavemente y sale de la limosina, caminando en su dirección sin vacilar. Es un poco más baja que ella, tal vez de la altura de Marie, y tiene una complexión muy delgada. No es mayor, de hecho, parece más joven que la propia Sophie. Su cabello rubio está arreglado a la perfección en una coleta alta, viste un traje negro de falda y chaleco. Sus tacones, del mismo color que su ropa, hacen un ruido persistente en la acera y tiene un portapapeles en la mano al que se aferra con fuerza. A Sop
La alarma sobresalta a Sophie y la despierta bruscamente de su sueño.Parpadea desconcertada y luego dirige su mirada al techo. La luz, que solo la noche anterior había sido blanca, se encuentra rotando en rojo, como si fuera la sirena de una ambulancia. Por sobre la almohada de Sophie, en la cabecera de la cama, una pequeña bocina, que ella ni siquiera había notado la noche anterior, emite una voz de chica, alta y clara, cuando la alarma pasa a segundo plano.—¡Buenos días concursantes del ala blanca! — la energía de su voz irrita un poco a Sophie, que se estira sobre sí misma para ver la hora, son las cinco de la mañana—. ¡Es momento de levantarse! Tiene sesenta minutos para alistarse. Al finalizar, por favor presentarse en la cocina del equipo blanco para las presentaciones y la asignación de responsabilidades. ¡Gracias!La alarma suena cinco segundos más antes de apagarse definitivamente y ser sustituida por un ruido bajo y susurrante que relaja la tensión de Sophie en seguida.—¿
Lo primero que Fantôme les pide es que elijan a una líder para el grupo y Sophie no se sorprende cuando, luego de una pequeña pero enérgica postulación por parte de Margaux, Éloïse Martin terminan convirtiéndose en la representante oficial del equipo blanco. Isabelle Dubois y Amélie Girard parecen tan poco entusiasmadas como Sophie por discutir el veredicto final. Lo cierto es que Éloïse Martin parece ser el tipo de líder que su equipo necesita, se le nota la competitividad en los ojos y Fantôme aprueba la noción.La mujer en las bocinas también hace un recordatorio de las reglas de casa y asigna un horario para trabajar tanto en la limpieza como en la cocina. Al parecer, no puede entrar personal de fuera para evitar las filtraciones de la localidad y por la propia privacidad de los chefs, por lo que cada equipo se encargará de su ala: limpieza de pisos, de habitaciones y de baños. Los horarios son algo más formal, pero comenzaran hasta el día siguiente y Fantôme se encarga de recorda
Las cinco mujeres chefs se quedan en silencio sin saber que decir.El aura de Julien es agradable, no es nada como los chefs a los que Sophie se acostumbró a tratar en la universidad o en sus cursos extras de cocina. Tiene el acento algo exagerado, como si volviera a hablar francés después de mucho tiempo, aunque es muy diferente al rudo fonema de Isabelle, el de Julien es más suave. Sophie recuerda que se supone que se fue a vivir a América todo este tiempo y se imagina que le debió afectar. Lleva puesto un traje formal azul marino con una corbata negra y espera pacientemente a que alguna de ellas diga algo. A su lado Babett parece ligeramente divertida ante la reacción de ellas.—¿No se supone que usted es juez? —Isabelle pregunta al final.—Efectivamente, los soy —Julien se acomoda las mangas y Sophie puede apreciar las líneas de sus tatuajes en la parte exterior del brazo&